Paylor
tiene la cara destrozada, llena de moratones y cortes por todas
partes. Cuando la veo reprimo las ganas de salir corriendo por donde
he venido. Odio las heridas, me da igual si son más grandes o menos
graves; no las soporto. La mirada de la ex presidenta no se aparta de
mis ojos en ningún momento. Sé que puede hablar aunque creo que le
costará algo así como media vida hacerlo. Me acerco lentamente,
intentando disimular el asco que me producen sus quemaduras y le
sonrío cuando la tengo a unos metros. Está tumbada en la camilla,
con tubos entrando por sus venas y conectadas a lo que creo que son
productos capitolianos como los que me pusieron a mí para que me
recuperara.
-Me
alegra volver verte sana y salva-dice Paylor con la voz ronca y con
mucha dificultad.
-¿Cómo
te encuentras?
-Ya
me ves-contesta-. Aunque mejor de lo que parece.
-Has
tenido suerte-comenta Haymitch.
Entonces
me percato de que no podremos hablar Paylor y yo a solas si mi novio
y mi mentor están delante. Los echo fuera, y a Annie le digo
dulcemente que me espere detrás de la puerta y que mantenga alejado
a todo el mundo. Luego, antes de cerrar la puerta y quedarme a solas
con Paylor, le digo a los agentes de la paz que busquen a Beetee, que
es muy urgente. Así que nos quedamos Paylor y yo a solas.
-Quería
decirte una cosa-cojo una silla y me siento a su lado-, lo primero es
pedirte disculpas, no puedo evitar sentirme culpable de lo que te ha
pasado.
-¡Oh,
no! Para nada- se mueve en la cama, intentando incorporarse, pero
como ve que es casi imposible, vuelve a colocar la cabeza sobre la
almohada.
-Lo
segundo es que...-cuando veo su expresión de dolor, su cara
demacrada, los vendajes por todo el cuerpo y los tubos
suministrándole la salvación, me replanteo lo que podría sucederme
a mí-. Que puede que lo correcto sea presentarme a las elecciones.
Soy el Sinsajo, al fin y al cabo.
-Lo
que no significa que te tengas que sacrificar. Katniss, esa gente irá
a por ti, ya lo están haciendo indirectamente. No te expongas más
al peligro, preocúpate de tu boda.
-Pero...
-Paylor
tiene razón-ahora es una voz masculina detrás de mí la que habla y
la que me sobresalta.
Me
doy la vuelta y descubro a Beetee mirándome mientras niega con el
dedo índice. Coge otra silla y se coloca a mi lado. No entiendo por
qué ahora el hombre que hace unas horas me ha dado la aprobación,
lo niega todo y le da la razón a Paylor, aunque también me
sorprende que ésta última haya dado la negativa a mi idea.
-¿Por
qué?
-No
estoy autorizado-dice de repente y abro los ojos como platos.
-¿Qué
quieres decir con eso?
-Katniss,
no puedo decirte nada más. Nos estamos encargando de todo. Tú a tu
boda, ¿vale?-veo un tono demasiado amenazador en su voz, un tono que
me preocupa, que me provoca un escalofrío por todo el cuerpo.
-Pero...-vuelvo
a intentar pero sin resultados de nuevo ya que ahora soy interrumpida
por Plutarch.
-Ya
me lo han dicho-anuncia-. Y puede que fuera buena idea, si llegaras
con vida y la mantuvieras una vez que fueras presidenta.
Cierro
la boca y no digo nada más. El día de hoy está siendo agotador y a
cada minuto que pasa ocurre algo que no mejora su estado. Pensaba que
tenía suerte, pero está claro que sólo era una ilusión. Peeta,
Haymitch y Annie entran y el mentor sacude la cabeza levemente una
vez que nuestras miradas se cruzan. Estoy casi segura de que él
también lo sabe.
Estoy
tan enfada que ni siquiera oigo las conversaciones que tienen entre
unos y otros. No participo en el debate que se desata en cuanto a las
elecciones y tampoco comento nada cuando se habla de mi boda. Peeta
se da cuenta de mi enfado y me rodea el cuello con los brazos,
apoyando su cabeza sobre la mía. Él sabe perfectamente que algo me
pasa y está intentando arreglarlo. Deseo que no se haya enterado de
mi absurda y patética idea de salvarnos a todos. Empieza a
tararearme una canción al oído y, como es inevitable, el enfado
comienza a irse de mi cuerpo.
Poco
a poco todos comienzan a marcharse de la habitación. Plutarch es el
primero porque dice que tiene que hacer unas cuantas cosas si quiere
llevarnos al 12 hoy mismo. Luego se va Beetee, excusándose en que le
ha surgido un imprevisto y tiene que irse ya. Como seguramente no
volvamos a vernos hasta el día de mi boda, nos despedimos y me pide
perdón sin darme más explicaciones. Haymitch necesita beber algo de
alcohol y rápido. Effie no le deja beber dentro de su casa, y cuando
viene a la mía, Sarah se lo prohíbe, así que tiene que aprovechar
el momento.
-Chicos,
voy a recoger a Finnick. Se hace tarde- Annie se levanta, coge la
mano de Paylor y la besa antes de despedirse de nosotros-. Nos vemos
el 18, sed pacientes- sonríe y sale por la puerta.
Nos
quedamos Peeta, Paylor y yo solos. Supongo que la ex presidenta
querrá dormir, descansar después de la tarde que ha estado
teniendo. ¿Cuántas horas hemos estado aquí? Me siento algo mal por
haberme enfadado de esa forma, más con lo convaleciente que está.
Así que me dispongo a disculparme cuando Peeta habla:
-Katniss,
creo que nosotros también deberíamos irnos.
-Podéis
quedaros más si queréis. Echo de menos la compañía.
-Pero
tienes que descasar-digo yo.
-Vale.
Intentaré estar en vuestra boda lo más recuperada que pueda,
prometo parecer mucho mejor de lo que estoy ahora.
-Tú
sólo piensa en recuperarte, si no puedes venir, no importa. Lo
entenderemos-cojo la mano de Peeta y asiento a sus últimas palabras.
-Iré,
es un promesa-con dificultad guiña un ojo-. Pero antes, si no es
mucho pedir, Peeta, déjame hablar con tu esposa.
-Futura-corrijo
involuntariamente y acto seguido los tres nos echamos a reír.
Peeta
sale por la puerta riéndose y despidiéndose con la mano de Paylor,
dejándonos solas. Me acerco a la ex presidenta con algo de miedo,
porque su cara ha tomado la expresión que tenía cuando hacía
comunicados desde el Capitolio, cuando tenía que decir cosas
importantes. Me siento de nuevo en la silla y espero a que sus labios
quieran pronunciar aquello que me tenga que decir.
-Katniss,
no tengo la autorización para hacerlo, pero necesito que lo sepas-
comienza entre susurros-. Si no supiéramos todo lo que sabemos
estaríamos encantados de tenerte como presidenta, sabemos que sería
no la elección de la asamblea, sino la de Panem entera. Pero no
puede ser. Tu vida correría un riesgo extremadamente peligroso...
-Un
riesgo que estoy dispuesta a correr-la interrumpo.
-¿Y
el riesgo de ver morir en tus propios brazos a tus hijos?- cierro la
boca y agacho la cabeza.
Uno
de mis muchos defectos es que siempre pienso en mí, y luego en los
demás. Sí, había pasado por mi cabeza la idea de que a ellos
pudiera afectarles mi muerte, pero no había caído en la cuenta de
que la mejor manera de hacerme daño es arrebatarme lo que tengo a mi
alrededor. Ya lo hicieron hace 15 años con Peeta. Cómo el
Capitolio, el Presidente Snow, sabía que mi debilidad era aquella.
Sabía cómo hacerme daño, y si él lo supo, otras muchas personas
también lo saben y pueden utilizarlo en mi contra. Puede que sea un
secuestro, un accidente, un asesinato por alguien del distrito, o
cualquier cosa. Incluso también pueden lavarles el cerebro con
veneno de rastrevíspula, secuestrarlos y devolvérmelos con la idea
de que soy su enemiga y tiene que matarme. O, ¿y si me lo hicieran a
mí? ¿Y si me hicieran lo mismo que a Peeta y me soltaran para que
matara a mi familia? Luego podrían volver a lavarme el cerebro y
hacerlo a la inversa, librarme poco a poco del veneno y darme cuenta
de mis asesinatos. Esto sí que no puedo permitirlo.
Me
doy cuenta de que lo único que Paylor, Beetee, Plutarch, e incluso
Haymitch intentan es salvarme la vida a mí, y a mi familia. Debo
estar agradecida porque piensen en todo, porque no se les escape
detalle y me protejan ocultándome cosas y desechando mis ideas
suicidas.
-Tienes
razón, tenéis razón-admito-. Siento haberme comportado así.
-¿Te
refieres a la bofetada de Peeta?
-Bueno,
eso y todo.
-No
te preocupes, todos lo entendemos. Pero, escúchame-me indica con la
mano que me acerque-, no hagas tonterías, ¿vale?
-¿Por
qué iba a hac...?
-Tú
sólo hazme caso y no protestes, es una orden soldado Everdeen.
De
repente me enderezo. Alzo la barbilla y siento la necesidad de coger
un arco con fuerza. Me transporto al tiempo cuando estábamos en el
Distrito 8 las dos, sin conocernos previamente, paseando por el
hospital mugriento y lleno de personas muriéndose. Cómo todos me
reconocieron, cómo todos pensaban que era su salvación, su Sinsajo.
Me convertí en soldado. Pasé de la noche a la mañana de ser una
chica normal de la Veta de 16 años a tributo. Luego a rebelde, más
tarde a tributo de nuevo. Y finalmente, con 17 años, a soldado,
viendo morir a tantas personas. Con el corazón entre la espada y el
pecho, con la vida rota de una adolescente no tan niña que debía
extender sus alas y luchar en una guerra si no quería morir. Una
chica cuya aspiración era la venganza.
-Sí,
señor-contesto como en los viejos tiempos-. Pero creo que dejé de
ser soldado hace tiempo.
-No
para mí, no hasta que te cases. Ese es el trato.
-¿Qué
trato?
-Es
una orden-dice de nuevo-. Y tienes que cumplirlas.
-Pero
entonces puedo hacer estupideces después de la boda, ¿no?
-Nunca.
Y esto sí que es una orden directa. Dejarás de obedecer mis órdenes
una vez te cases, pero todo lo que te ordene antes de ello debes
cumplirlo. Es decir, que si ahora te mando no cometer tonterías
antes y después de la boda, lo haces. ¿Entendido?
No
está de broma. Lo está diciendo todo alto y fuerte, consumiendo un
montón de energías a cada palabra y con cada ademán que hace con
las manos. No entiendo por qué sigo siendo soldado, pero supongo que
es algo que, en el fondo, seguiré siendo toda la vida. Al igual que
tributo. Por mucho que quiera desprenderme de ese título siempre
seré la tributo femenina del Distrito 12 que ganó los Septuagésimo
Cuartos Juegos del Hambre. Siempre.
-Entendido-respondo.
-Katniss,
¿estás bien?
-Sí,
¿por qué lo dices?
-Sólo
que te quedas durante mucho tiempo pensando-ríe-. Supongo que en
estos momentos tienes muchas cosas a las que dedicarles tiempo.
-Siempre-sonrío-.
Desde hace 16 años estoy que no paro-bromeo.
-Me
alegro de que estés viva.
-Yo
puedo decir lo mismo-cojo su mano entre las mías y la aprieto con
fuerza-. Ponte bien pronto.
-En
cuanto pueda andar recibirás una llamada de mi parte.
-Estaré
esperando.
Peeta
asoma la cabeza por la puerta y dice que nuestro aerodeslizador nos
está esperando en las pistas, que Plutarch tiene algo de prisa y que
como no nos vayamos de aquí ya, no habrá nadie capaz de sacar a
Haymitch del bar.
No
quiero despedirme de Paylor aún. No sé por qué esta mujer me
inspira tanta fuerza y confianza. Pienso que en realidad ha tenido
mucha suerte de haber salido viva del accidente. Según lo que he
oído antes, mientras Peeta me acariciaba la mano para
tranquilizarme, un vehículo bastante más grande que en el que iba
Paylor, chocó contra ella justo antes de una reunión en el
Congreso. Los conductores de ambos coches murieron en el acto. Sólo
ella sobrevivió, y supongo que a quién se molestara en organizarlo
todo (si es que existe ese alguien) no le tuvo que sentar muy bien
que su plan fracasara.
-Paylor,
debo irme. Llamaré mañana para ver cómo sigues- me levanto y me
dirijo a la puerta.
Justo
antes de cruzar el umbral su potente voz me detiene:
-Katniss-
me llama y me giro-, pase lo que pase, veas lo que veas, nunca olvides
quién eres, y quién es el enemigo. Nunca.
:O ME ENCANTAAAA!!! SIGUIENTE PORFAVOR :3
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