jueves, 19 de julio de 2012

Capítulo 4 (Parte I)


-No sé si entendéis la gravedad del asunto-termina Haymitch después de una hora explicándonos la situación.
Parece que no es complicado. La elecciones se han retrasado, Panem no tiene un gobernador fijo y puede haber problemas. Bueno, ya los hay. Se está hablando de que en algunos distritos quieren formar un nuevo levantamiento contra la situación, quieren que un presidente sea elegido inmediatamente. Pero el problema es el siguiente: no se han celebrado esas asambleas secretas para elegir de antemano los presidentes que llevarían acabo las Normas de la Paz. Todos los presidentes las han respetado, y aquel candidato que pareciera que no las iban a cumplir, simplemente se descartaba. Ya lo ha dicho Haymitch, si se presentan 20, al final solo saldrían los 4 o 5 que seguro, seguro van a ser los mejores, sea cual sea elegido después por la población. Pero ahora no ha podido celebrarse ninguna asamblea, no se ha podido descartar candidatos y cualquiera podría ser elegido. Desde el más tirano hasta la propia Paylor. Porque eso es lo que ahora se está intentando, que Paylor acepte volver a presentarse y desear que salga de nuevo. Sé que ella no quiere volver a la presidencia, pero lo hará por todos nosotros, para que nadie de los que estamos presentes en la habitación ahora resulte herido. Sin embargo, no puedo evitar quedarme bloqueada. Podría sucederle cualquier cosa a Paylor, podría no salir elegida. Y si no es así, si un opresor subiera al poder...Panem no puede volver a sumirse en el caos en el que ha estado 76 años, no pueden volver los Juegos. Aunque no tienen por qué volver. Al fin y al cabo, todo el mundo acabó quemado y nadie lo permitiría. ¿Verdad? Además, recuerdo que ya hubo unos últimos Juegos. Sí, los septuagésimo sextos. No los vi, no lo hice porque se hicieron justo después de que matara a Coin y yo estaba encerrada en una habitación mientras me consumía y pensaba que jamás saldría de aquella. Cuando volví a la realidad no me molesté en preguntarle a nadie nada. Simplemente me olvidé de todo lo que significaban los Juegos del Hambre y punto.
-Entonces, ¿que va a pasar?- pregunta Peeta.
-Una semana y media. Paylor se presentará, pero no promete nada. Me han dicho que va a haber demasiados candidatos, y que lo más seguro es que ella no salga. La gente puede prometer todo lo que quiera, ya se sabe.
-¿Una semana y media?- me levanto de la silla-. La boda- digo en un suspiro.
Effie viene a abrazarme y ahora todos se dan cuenta de lo mucho que me está afectando todo esto. No es sólo que la elecciones se retrasen y pueda salir cualquiera, es que justo será en mi boda, o cerca de ella. ¿Cómo voy a casarme con la preocupación que supone un gobierno tirano?
-Tranquila, todo saldrá bien-susurra Effie acariciándome el pelo.
-Esperemos-remata Haymitch.
Me doy cuenta de que Peeta se ha quedado callado, mirando la nada. Es como si estuviera reviviendo algún recuerdo pasado relacionado con todo esto. Puede que tema que me eche atrás con lo de la boda, que la adelante, que la retrase, o simplemente que la cancele. Pero no pienso hacerlo, quiero a Peeta y nada ni nadie podrá quitarme la ilusión y las ganas que tengo de casarme con él. Me llevo los dedos al anillo de compromiso y sé que me toca la parte de ser fuerte por todos. De no dejar que el miedo me invada o, al menos, no dejar que se me note.
-Peeta, ¿podemos hablar?
Mi futuro marido mira hacia mí, y sé por sus ojos empañados en lágrimas que está pensado que voy a cancelar la boda. Effie, Cinna y Haymitch nos dejan solos, no sin antes dirigirme una mirada suplicadora. Odio que todos piensen así de mí. Sé que sería lo más lógico, aplazar la boda hasta que esté segura de que nada puede pasar, pero no voy a hacerle daño de ese modo a Peeta.
-¿Te encuentras bien?-le pregunto mientras me acerco a él.
-Mira, Katniss, entiendo que no quieras casarte, ¿vale? Pero ahora necesito estar a solas.
Su voz tiembla y veo como dos perlas transparentes caen de sus ojos al tiempo que me aparta con suavidad a un lado. Aún no he dicho nada y ya le he herido. La verdad, no sé como me las apaño.
-Peeta...-intento decir pero se levanta y se va.
Sé que si ahora intento ir tras él a explicarle que para nada estoy pensado en dejarlo, no conseguiré mucho. Puede que incluso lo estropee. Así que dejo que se vaya y que esté a solas con sus pensamientos. Respiro hondo un par de veces. Necesito salir al bosque y pensar yo también con claridad. Salgo de la cocina y me encuentro con Jaden.
-¿Qué os pasa a todos?-pregunta.
-No te preocupes, no es nada-le miento.
-¿Es que he hecho algo malo?
Esto es lo que más me gusta de mi hijo. Su inocencia. Lo miro y todas las fuerzas que pensaba que había perdido a raíz de la conversación con Haymitch sobre las elecciones, vuelven. Pienso que llevarlo conmigo al bosque puede que sea lo mejor, quizá incluso llevar a Sarah sea una buena idea.
-Busca a tu hermana-me agacho hasta ponerme a su altura-.Hoy nos vamos los tres de caza.
-¿De verdad?-sus ojos se iluminan y me abraza.
Sale corriendo escaleras arriba gritando el nombre de Sarah. Effie sale del cuarto de baño y con una sonrisa delicada de acerca a mí. Supongo que ha visto a Peeta marcharse llorando y se espera alguna explicación por mi parte. Le devuelvo la sonrisa.
-Me llevo a los niños al bosque-le anuncio.
-Está bien, yo me quedaré por aquí con los demás. ¿Vas a casarte?
-El mismo día que dijimos Peeta y yo desde el principio, no pienso cancelarlo.
-¿En serio?
-Sé que todos pensáis lo contrario, pero no. Quiero a Peeta, tenemos una familia y han pasado muchos años. Creo que ya nada debe interrumpir lo que debería haber pasado hace tiempo.
-Pero lo he visto llorar, salir corriendo.
Me quedo callada durante segundos queriendo encontrar a Peeta antes de irme y explicarle la verdad, no aquello que todos han pensado. Me siento mal por él, porque piense que una elecciones pueden interponerse entre nosotros.
-No me ha dejado explicarle nada, si lo ves, ¿puede decirle que todo está bien y que estoy con los chicos?
-Sin problema- me abraza con fuerza-.Gracias, Katniss.
Le devuelvo el abrazo y me doy cuenta de lo necesitada que estoy de encontrar unos brazos donde apoyarme. Me acuerdo de que le debo un homenaje a Effie y decido que en cuanto vuelva a casa hablaré con los demás sobre eso.
-Mamá, ya estamos listos- dice Jaden bajando por las escaleras delante de Sarah.
Voy a coger el arco que está colgado en el salón. Es algo más pequeño que el que tengo en le bosque y si Jaden pudo manejar el mío, este no le resultará ningún problema. Se lo doy y cojo la chaqueta de cuero de mi padre. No sé que haré con Sarah. Tengo otro arco guardado en un tronco, pero puede que la idea no le haga mucha gracia.
Cuando atravesamos la alambrada ya me siento mucho mejor que antes. Siempre he pensado que vivir en el bosque podría ser increíble. Hacer una casa pequeña entre los árboles y levantarme cada mañana con el sonido de la naturaleza. Enseñar a mis hijos a nadar, porque no saben. Puede que ese sea el punto fuerte de Sarah.
-¿Qué os apetece hacer?
-Cazar con el arco- exclama Jaden.
-He visto el libro familiar de las plantas, quiero recolectar algunas- dice Sarah.
-Perfecto, y, ¿qué os parecería nadar?
-Sí-dicen los dos a la vez.
Caminamos hacia el lago. Jaden tiene el arco cargado con una flecha y no para de apuntar en todas las direcciones esperando el momento de soltar la cuerda. Se le ve un niño muy atento para la edad que tiene. Recuerdo que cuando mi padre me enseñó a cazar, tardé algo más que él en ir sorteando los obstáculos del camino sin bajar el arma un sólo momento. Sarah está entretenida cogiendo flores, bayas y plantas por todo el camino. Le he dejado la bolsa de caza para que meta allí todo lo que le interese. He pensado en darle algún cuchillo al llegar al lago ya que me ha dicho que el arco mejor no lo coge, no es que le gusten mucho las armas. Supongo que si hubiese Juegos ahora mismo y ella saliese elegida, no tendría muchas posibilidades. No sabe cazar y no tiene la intención de hacerlo nunca, sin embargo, podría ser de gran utilidad en una alianza al conocer qué plantas se pueden comer y cuáles no.
-No os mováis- susurro deteniendo mi cuerpo-. Allí- señalo con el extremo del arco un conejo en el suelo y asiento a la mirada atenta de Jaden.
Mi hijo tensa la cuerda un poco más, apunta con lo que parece ser mi misma precisión, y dispara. Es un tiro limpio, casi perfecto, parece que lleva años cazando de ese modo. La flecha se clava en el cuello de la presa y ésta cae muerta. Jaden corre hacia el cuerpo inerte del animal y le saca la flecha sin ningún tipo de repugnancia.
-Creo que ha salido a ti-dice Sarah al tiempo que pone una mueca de asco mientras ve a su hermano volver con el conejo.
-¿Dónde lo meto?-pregunta.
-Toma-le doy otra bolsa de caza que está casi nueva y le revuelvo el pelo-. ¿Has aprendido eso en un sólo día?
-Bueno, he venido un par de veces mientras estabas fuera.
Debería enfadarme porque seguro que Peeta no tiene conocimiento de que su hijo ha deambulado a sus anchas por el bosque, y eso implica que no tenía ninguna autorización. Sin embargo, le beso la mejilla y sacudo la cabeza con una sonrisa. No puedo regañarle por ser igual que su madre. Yo hacía lo mismo en su tiempo. De hecho, de no haber sido porque un día decidí entrar en el bosque, ninguno de los tres estaríamos aquí ahora.

No hay comentarios:

Publicar un comentario