-No
sé si entendéis la gravedad del asunto-termina Haymitch después de
una hora explicándonos la situación.
Parece
que no es complicado. La elecciones se han retrasado, Panem no tiene
un gobernador fijo y puede haber problemas. Bueno, ya los hay. Se
está hablando de que en algunos distritos quieren formar un nuevo
levantamiento contra la situación, quieren que un presidente sea
elegido inmediatamente. Pero el problema es el siguiente: no se han
celebrado esas asambleas secretas para elegir de antemano los
presidentes que llevarían acabo las Normas de la Paz. Todos los
presidentes las han respetado, y aquel candidato que pareciera que no
las iban a cumplir, simplemente se descartaba. Ya lo ha dicho
Haymitch, si se presentan 20, al final solo saldrían los 4 o 5 que
seguro, seguro van a ser los mejores, sea cual sea elegido después
por la población. Pero ahora no ha podido celebrarse ninguna
asamblea, no se ha podido descartar candidatos y cualquiera podría
ser elegido. Desde el más tirano hasta la propia Paylor. Porque eso
es lo que ahora se está intentando, que Paylor acepte volver a
presentarse y desear que salga de nuevo. Sé que ella no quiere
volver a la presidencia, pero lo hará por todos nosotros, para que
nadie de los que estamos presentes en la habitación ahora resulte
herido. Sin embargo, no puedo evitar quedarme bloqueada. Podría
sucederle cualquier cosa a Paylor, podría no salir elegida. Y si no
es así, si un opresor subiera al poder...Panem no puede volver a
sumirse en el caos en el que ha estado 76 años, no pueden volver los
Juegos. Aunque no tienen por qué volver. Al fin y al cabo, todo el
mundo acabó quemado y nadie lo permitiría. ¿Verdad? Además,
recuerdo que ya hubo unos últimos Juegos. Sí, los septuagésimo
sextos. No los vi, no lo hice porque se hicieron justo después de
que matara a Coin y yo estaba encerrada en una habitación mientras
me consumía y pensaba que jamás saldría de aquella. Cuando volví
a la realidad no me molesté en preguntarle a nadie nada. Simplemente
me olvidé de todo lo que significaban los Juegos del Hambre y punto.
-Entonces,
¿que va a pasar?- pregunta Peeta.
-Una
semana y media. Paylor se presentará, pero no promete nada. Me han
dicho que va a haber demasiados candidatos, y que lo más seguro es
que ella no salga. La gente puede prometer todo lo que quiera, ya se
sabe.
-¿Una
semana y media?- me levanto de la silla-. La boda- digo en un
suspiro.
Effie
viene a abrazarme y ahora todos se dan cuenta de lo mucho que me está
afectando todo esto. No es sólo que la elecciones se retrasen y
pueda salir cualquiera, es que justo será en mi boda, o cerca de
ella. ¿Cómo voy a casarme con la preocupación que supone un
gobierno tirano?
-Tranquila,
todo saldrá bien-susurra Effie acariciándome el pelo.
-Esperemos-remata
Haymitch.
Me
doy cuenta de que Peeta se ha quedado callado, mirando la nada. Es
como si estuviera reviviendo algún recuerdo pasado relacionado con
todo esto. Puede que tema que me eche atrás con lo de la boda, que
la adelante, que la retrase, o simplemente que la cancele. Pero no
pienso hacerlo, quiero a Peeta y nada ni nadie podrá quitarme la
ilusión y las ganas que tengo de casarme con él. Me llevo los dedos
al anillo de compromiso y sé que me toca la parte de ser fuerte por
todos. De no dejar que el miedo me invada o, al menos, no dejar que
se me note.
-Peeta,
¿podemos hablar?
Mi
futuro marido mira hacia mí, y sé por sus ojos empañados en
lágrimas que está pensado que voy a cancelar la boda. Effie, Cinna
y Haymitch nos dejan solos, no sin antes dirigirme una mirada
suplicadora. Odio que todos piensen así de mí. Sé que sería lo
más lógico, aplazar la boda hasta que esté segura de que nada
puede pasar, pero no voy a hacerle daño de ese modo a Peeta.
-¿Te
encuentras bien?-le pregunto mientras me acerco a él.
-Mira,
Katniss, entiendo que no quieras casarte, ¿vale? Pero ahora necesito
estar a solas.
Su
voz tiembla y veo como dos perlas transparentes caen de sus ojos al
tiempo que me aparta con suavidad a un lado. Aún no he dicho nada y
ya le he herido. La verdad, no sé como me las apaño.
-Peeta...-intento
decir pero se levanta y se va.
Sé
que si ahora intento ir tras él a explicarle que para nada estoy
pensado en dejarlo, no conseguiré mucho. Puede que incluso lo
estropee. Así que dejo que se vaya y que esté a solas con sus
pensamientos. Respiro hondo un par de veces. Necesito salir al bosque
y pensar yo también con claridad. Salgo de la cocina y me encuentro
con Jaden.
-¿Qué
os pasa a todos?-pregunta.
-No
te preocupes, no es nada-le miento.
-¿Es
que he hecho algo malo?
Esto
es lo que más me gusta de mi hijo. Su inocencia. Lo miro y todas las
fuerzas que pensaba que había perdido a raíz de la conversación
con Haymitch sobre las elecciones, vuelven. Pienso que llevarlo
conmigo al bosque puede que sea lo mejor, quizá incluso llevar a
Sarah sea una buena idea.
-Busca
a tu hermana-me agacho hasta ponerme a su altura-.Hoy nos vamos los
tres de caza.
-¿De
verdad?-sus ojos se iluminan y me abraza.
Sale
corriendo escaleras arriba gritando el nombre de Sarah. Effie sale
del cuarto de baño y con una sonrisa delicada de acerca a mí.
Supongo que ha visto a Peeta marcharse llorando y se espera alguna
explicación por mi parte. Le devuelvo la sonrisa.
-Me
llevo a los niños al bosque-le anuncio.
-Está
bien, yo me quedaré por aquí con los demás. ¿Vas a casarte?
-El
mismo día que dijimos Peeta y yo desde el principio, no pienso
cancelarlo.
-¿En
serio?
-Sé
que todos pensáis lo contrario, pero no. Quiero a Peeta, tenemos una
familia y han pasado muchos años. Creo que ya nada debe interrumpir
lo que debería haber pasado hace tiempo.
-Pero
lo he visto llorar, salir corriendo.
Me
quedo callada durante segundos queriendo encontrar a Peeta antes de
irme y explicarle la verdad, no aquello que todos han pensado. Me
siento mal por él, porque piense que una elecciones pueden
interponerse entre nosotros.
-No
me ha dejado explicarle nada, si lo ves, ¿puede decirle que todo
está bien y que estoy con los chicos?
-Sin
problema- me abraza con fuerza-.Gracias, Katniss.
Le
devuelvo el abrazo y me doy cuenta de lo necesitada que estoy de
encontrar unos brazos donde apoyarme. Me acuerdo de que le debo un
homenaje a Effie y decido que en cuanto vuelva a casa hablaré con
los demás sobre eso.
-Mamá,
ya estamos listos- dice Jaden bajando por las escaleras delante de
Sarah.
Voy
a coger el arco que está colgado en el salón. Es algo más pequeño
que el que tengo en le bosque y si Jaden pudo manejar el mío, este
no le resultará ningún problema. Se lo doy y cojo la chaqueta de
cuero de mi padre. No sé que haré con Sarah. Tengo otro arco
guardado en un tronco, pero puede que la idea no le haga mucha
gracia.
Cuando
atravesamos la alambrada ya me siento mucho mejor que antes. Siempre
he pensado que vivir en el bosque podría ser increíble. Hacer una
casa pequeña entre los árboles y levantarme cada mañana con el
sonido de la naturaleza. Enseñar a mis hijos a nadar, porque no
saben. Puede que ese sea el punto fuerte de Sarah.
-¿Qué
os apetece hacer?
-Cazar
con el arco- exclama Jaden.
-He
visto el libro familiar de las plantas, quiero recolectar algunas-
dice Sarah.
-Perfecto,
y, ¿qué os parecería nadar?
-Sí-dicen
los dos a la vez.
Caminamos
hacia el lago. Jaden tiene el arco cargado con una flecha y no para
de apuntar en todas las direcciones esperando el momento de soltar la
cuerda. Se le ve un niño muy atento para la edad que tiene. Recuerdo
que cuando mi padre me enseñó a cazar, tardé algo más que él en
ir sorteando los obstáculos del camino sin bajar el arma un sólo
momento. Sarah está entretenida cogiendo flores, bayas y plantas por
todo el camino. Le he dejado la bolsa de caza para que meta allí
todo lo que le interese. He pensado en darle algún cuchillo al
llegar al lago ya que me ha dicho que el arco mejor no lo coge, no es
que le gusten mucho las armas. Supongo que si hubiese Juegos ahora
mismo y ella saliese elegida, no tendría muchas posibilidades. No
sabe cazar y no tiene la intención de hacerlo nunca, sin embargo,
podría ser de gran utilidad en una alianza al conocer qué plantas
se pueden comer y cuáles no.
-No
os mováis- susurro deteniendo mi cuerpo-. Allí- señalo con el
extremo del arco un conejo en el suelo y asiento a la mirada atenta
de Jaden.
Mi
hijo tensa la cuerda un poco más, apunta con lo que parece ser mi
misma precisión, y dispara. Es un tiro limpio, casi perfecto, parece
que lleva años cazando de ese modo. La flecha se clava en el cuello
de la presa y ésta cae muerta. Jaden corre hacia el cuerpo inerte
del animal y le saca la flecha sin ningún tipo de repugnancia.
-Creo
que ha salido a ti-dice Sarah al tiempo que pone una mueca de asco
mientras ve a su hermano volver con el conejo.
-¿Dónde
lo meto?-pregunta.
-Toma-le
doy otra bolsa de caza que está casi nueva y le revuelvo el pelo-.
¿Has aprendido eso en un sólo día?
-Bueno,
he venido un par de veces mientras estabas fuera.
Debería
enfadarme porque seguro que Peeta no tiene conocimiento de que su
hijo ha deambulado a sus anchas por el bosque, y eso implica que no
tenía ninguna autorización. Sin embargo, le beso la mejilla y
sacudo la cabeza con una sonrisa. No puedo regañarle por ser igual
que su madre. Yo hacía lo mismo en su tiempo. De hecho, de no haber
sido porque un día decidí entrar en el bosque, ninguno de los tres
estaríamos aquí ahora.
No hay comentarios:
Publicar un comentario