Yo
,como siempre, dejo que sean ellos los que se peleen. La verdad es
que me da igual si las rosas son rojas, negras, blancas o moradas. Lo
que me importa es que todo esté bien, que sea como sea, todos los
invitados, mis hijos, y sobretodo Peeta, estén contentos y felices.
Pasar el mejor rato posible. Y no creo que el color de las flores
vaya a estropear lo que quiero, así que, me da igual. Sin embargo,
me molesta que ninguno de los dos me pregunte si prefiero uno u otro.
Ya sé que ellos quieren encargarse de todo, pero podrían
consultarme. Al final, cansada de tanta pelea, decido intervenir.
-Vamos
a ver- me coloco en medio de los dos y les señaló las rosas que
tenemos delante-, miradlas bien. ¿No son todas preciosas? Si no os
decidís por ninguno de los tres colores, elegid los tres. Puede que
el rojo haga que mis llamas no destaquen, y que las blancas y negras
sean muy sosas si no hay más variedad, por lo tanto, comprad de los
tres colores y luego elegid dónde colocarlas para que tanto el
vestido como las llamas destaquen sobre ellas.
Parece
que mis palabras calman a los dos y que llevo razón, puesto que se
callan y, Effie se dirige al mostrador de la floristeria y encarga
cierto número de todas las rosas que no llego a oír. Entonces, una
vez pagado el encargo, salimos del establecimiento y bajo órdenes de
la estricta libreta de Effie, caminamos hacia una joyería. La idea
es comprar un colgante para mí y otro para Sarah. Ese trabajo se lo
dejamos a Cinna, ya que él más que ninguna de las dos sabe cual
sería el complemento perfecto acorde con los vestidos.
Mi
colgante tiene muchos, muchos diamantes, que van desde el más
pequeño al el más grande, terminando en en uno con forma ovalada
que recae justo sobre el escote. Los diamantes transparentes, según
Cinna, se verían dorados a la luz de las llamas y daría el toque
perfecto. Cuando lo veo colgando de mi cuello, veo como será a la
luz del fuego y sonrío. Sin duda Cinna siempre hace que lo que
parece sencillo se convierta en una obra maestra. También elige un
par de pendientes a juego preciosos, y entonces, se pone a observar
los posibles complementos que mi hija podría llevar.
-Mira
este- señala uno que hay en el mostrador.
Es
un colgante con la cadena plateada y muchas perlas relucientes. Hay
un par de pendientes iguales, una perla perfecta cada uno. Al no
saber como es el traje de la niña, me encojo de hombros, pero la
verdad es que el collar me encanta. Effie se asoma a verlo y asiente
con la cabeza enseguida, entonces Cinna le dice al dependiente que se
los lleva también. Bien, otra cosa más hecha.
-¿No
estáis cansadas? Llevamos todo el día recorriendo calles sin parar.
Podríamos parar a comer algo- Cinna mira a Effie pidiendo permiso.
Ambos
estamos seguros de que se negará y de que en su libreta rescatará
la siguiente parada en la búsqueda de complementos y decoración.
Pero, para nuestro asombro, dice que hay un lugar cerca de donde
estamos en el que sirven unos platos exquisitos. Así que, con paso
relajado, nos dirigimos a donde ella dice.
-Esto
es excelente-sentencia Cinna cuando termina su plato.
Y
yo, asintiendo, remarco sus palabras. Después de todo lo que comí
en el Capitolio, esto es lo mejor que he probado. Nos han servido
varios platos pequeños con diferentes alimentos en cada uno, y entre
los tres hemos devorado todo lo que teníamos enfrente. Effie parece
perdida en sus pensamientos, a saber si en la decoración, en los
vestidos, en la comida, o en qué relacionado con la boda. La miro
con descaro y al ver que no sé da cuenta digo:
-¿Pasa
algo?
La
pregunta la pilla por sorpresa y niega con la cabeza. Afirma que está
cansada y que deberíamos reservar habitación para esta noche en
algún hotel o no vamos a encontrar nada cuando se haga más tarde.
Pagamos la comida y, tras preguntarle a una pareja por un hotel, nos
encaminamos allí.
-Katniss,
he estado pensando- dice al final Effie-, que no tenemos una banda
musical. Puedo intentar encontrar una en este distrito, así que,
cuando nos registremos en el hotel, ambos podréis quedaros allí
mientras yo lo busco.
-¿Seguro
que no quieres que te acompañemos?- le pregunto algo extrañada-. No
creo que nos importe.
-No,
de verdad, descansad. De todas formas yo tengo que ir a ver un par de
cosas y quiero que mañana no estéis cansados. Tenemos que ver
muchas más cosas y el viaje de vuelta será duro, así que, dejadme
esto a mí.
Cinna
no opone resistencia, y la verdad, yo me encuentro bastante agotada.
Es raro. Normalmente estoy acostumbrada a cazar durante todo el día
y apenas si me entero al volver a casa, y ahora, aunque hayamos
estado caminando y mirando cosas por todos lados, no debería
sentirme tan cansada.
Pedimos
una habitación doble para Effie y para mí, mientras que Cinna se
queda con una individual. Es hotel es bastante lujoso -como todo lo
que hay en este distrito-, sin embargo, nunca alcanzará la planta
del Distrito 12 en el Centro de Entrenamiento. Es como si antes de
morir siendo tributo, dejaran que experimentases lo que es el lujo y
el placer, vivir como un capitoliano antes de ir a la batalla. Ya lo
pensé estando allí. Sí. Cada vez que veía uno de esos platos
exóticos delante de mí, o cada vez que me tumbaba en la cama, o
cualquier detalle, despertaba en mí ese sentimiento.
-Katniss,
¿quieres hacer algo mientras esperamos a Effie y la cena?
-Bueno,
quería hablar contigo sobre algo. En realidad también debería
saberlo Effie.
-Dime
de que se trata y luego lo hablamos con ella.
Entramos
en mi habitación y nos sentamos en unos sofás individuales de cuero
blanco. Pienso por un momento cómo plasmar mi idea. Aún no sé muy
bien qué es lo que quiero. Sólo que sea algo especial, algo que
Haymitch recuerde toda la vida. Se lo debo.
-Ya
sabes que Haymitch ha ejercido bastante bien su papel de mentor todos
estos años- Cinna afirma con la cabeza-, y me gustaría hacerle algo
especial. Como un homenaje.
-Se
lo merece.
-Sí,
eso es justo lo que pienso. Pero...-hago una pausa y me detengo a
pensar- no sé qué podría ser.
-Piensa
en algo que le guste.
-El
alcohol- digo automáticamente.
-¿Nada
más?
He
pasado mucho tiempo con él, sin embargo, me doy cuenta de que nunca
me he fijado en sus gustos, al menos en los más profundos. Sé todo
lo que odia, prácticamente porque también son mis odios. Pero en
cuanto a gustos...Sólo se me ocurre la bebida. Y mis hijos. Bueno,
muchos platos que nos pusieron en el Capitolio. Y puede que la
soledad. Aunque de eso ya no estoy segura. Desde que Sarah nació fue
como si él necesitara compañía, por eso empezó a venir
regularmente a casa. Y siempre le traía cosas. Incluso dejo de beber
un poco sólo por ella. Y cuando nació Jaden todo aumentó más. No
digo que dejara de hacer sus cosas particulares, pero fue como si su
vida experimentase un cambio.
-Mi
familia- digo.
-Peeta
sabe dibujar, ¿no?
-Sí,
pero, ¿eso qué tiene que ver?
-¿Que
tal si Peeta hace un cuadro donde estéis todos? Podríamos colgarlo
en un lugar de la casa de Haymitch donde lo viera todos los días.
Eso le recordaría que él también tiene una gran familia. Sé lo
muy necesitado de cariño que está, o por lo menos lo estaba en los
Juegos.
Me
doy cuenta de que el estilista y el mentor se llevan mejor de lo que
esperaba. Supongo que durante mi estancia en ambas Arenas, lo dos
tuvieron tiempo de charlar y conocerse. De saber muchas cosas el uno
del otro. Al fin y al cabo los dos estaban unidos por la misma causa;
que tanto Peeta como yo nos mantuviésemos con vida.
-Me
gusta la idea- sonrío-. Pero creo que le falta algo.
-¿A
qué te refieres?
-Supongo
que una familia de verdad.
-Siempre
quiso tenerla, ¿sabes?- enarco una ceja a modo de respuesta-.
Haymitch es un tipo duro, que se refugia en la bebida y al que parece
que nada le importa. Pero lo cierto es que aún sigue teniendo dentro
el niño de catorce años que participó en el segundo Vasallaje. Ya
no puede aspirar a forma una propia, creo que por eso está tan unido
a los chicos.
-Sí-
afirmo-, los quiere mucho. Es casi irreconocible si lo ves con ellos.
Ambos
nos reímos y luego pensamos más cosas que podríamos hacerle. Se
nos ocurre una mesa repleta de licores de todos tipo. Una botella del
licor más exclusivo y especial de cada distrito. Sé que eso le
haría mucha ilusión, y, aunque no me gusta que ande todo el día
bebiendo, creo que será una muy buena idea. Así que al final
decidimos que su homenaje será un cuadro hecho por Peeta, y 13
botellas del mejor licor de Panem.
Cuando
Effie llega, Cinna y yo ya estamos cenando. La hemos esperado pero
tardaba tanto y estábamos tan hambrientos que hemos decidido bajar
al comedor antes de que ella llegara. Parece que viene mucho más
animada que antes, con la libreta rosa abierta y sonriéndonos. Se
sienta y me mira ilusionada.
-Todo
hecho. Ya tenemos todo lo que faltaba de decoración, la bando
musical, y los complementos de cada uno. Así que mañana podremos
pasar el día tranquilamente sin la necesidad de comprar nada. Sé
que os gustaría volver antes a casa, pero, lamentablemente los
billetes del tren están sacados.
-¿Cómo
has conseguido todo lo que teníamos preparado para mañana?-
pregunta Cinna algo perplejo.
-Tengo
mis trucos- y tras guiñarle un ojo se levanta a servirse la cena.
Effie
está de acuerdo con los regalos para Haymitch y comenta que a ella
también le encantaría formar una familia, aunque, claro, ya es
demasiado tarde. Ahora me siento mal por no haber pensado en hacerle
algo parecido a ella. Al fin y al cabo, también estuvo acompañándome
a cada lugar durante los dos Juegos y se portó igual de bien. Es
más, le debo toda la puntualidad, consejos sobre cómo actuar, y que
hiciera que mi estancia en los trenes y en el Capitolio fuera menos
pesada. Por ello mi mente comienza a maquinar algo para ella. Pienso
que Cinna podría ayudarme y que esta vez contaré con la ayuda de
Haymitch para su homenaje.
Por
la mañana no hay nadie que venga a despertarme y a decir que hoy
será un día muy, muy, muy importante. Nadie que me diga que tengo
que hacer esto o aquello, nadie que me saque de la cama para revisar
preparativos. Sin embargo, una pesadilla me despierta y siento que no
seré capaz de volver a dormir. Me giro para observar a Effie, pero
ésta no está. Ha debido levantarse temprano -como siempre- para
hacer alguna de sus tareas. Me quedo un rato en la cama, pensado en
Peeta. Echo de menos sus brazos para protegerme de la oscuridad que
cada noche amenaza que con llevarme lejos de él y de todo cuanto
quiero. Esta vez la pesadilla era sobre el Presidente Snow y Coin.
Resulta que los dos corrían tras de mí para matarme. Justo cuando
los perdía de vista aparecía Cato, pero no tenía la intención de
hacerme daño. Estaba gritándome que corriera, y no decía mi
nombre. Decía Prim. Al mirarme descubría que yo era mi hermana y
cuando volvía la vista a Cato, me veía a mí misma, segundo antes
de que la bomba se llevase a mi hermana para siempre.
Me
levanto algo triste por recordar a Prim, por recordar que no está
conmigo. Sin embargo siempre la he sentido cerca de mí. He pensado
en ella muchas, muchas veces. Siempre diciendo si esto o aquello le
gustaría o si hacía lo correcto. Incluso, cuando me enteré de que
estaba embaraza, pensé en ponerle su nombre si era una niña. Hasta
Peeta me insistióque fuera así, no obstante, cuando tuve por
primera vez a Sarah en mis brazos supe que no era Primrose. Ese no
debía ser su nombre. En ningún momento me recordó a ella, ni
siquiera tienen gustos parecidos. Peeta me dijo que le pusiera Prim
por enésima vez. Pero me negué, no estaba preparada para recordarla
a cada momento con sólo ver a mi hija. De hecho puede que aún no lo
esté. No hasta que desaparezcan las pesadillas que me llevan a su
muerte, no hasta que deje de llorar cuando la recuerdo tanto que no
puedo reprimir la lágrimas. No hasta que sea capaz de hablar de
ello, porque nunca lo hago. Evito hablar de Prim con nadie. Sólo lo
hacía con mi madre hasta que nuestra relación se cortó. Y con
Peeta tampoco lo hago. Él sabe que me duele y no dice comentarios
que me lleven directamente hasta sus recuerdos.
Me
visto y salgo para ir al comedor, necesito tomar algo de café para
despejar los pensamientos que se me agolpan. Me gustaría tener a
Peeta a mi lado en este preciso momento. Él sabe que las peores
pesadilla son de Prim. Sabe cuál es mi reacción cuando tengo una y
enseguida sabe qué tiene que hacer para que su muerte no me robe por
completo. He estado mal mucho tiempo por ella, como dijeron, estaba
mentalmente desorientada, y la verdad, no digo lo contrario. Estuve
sin salir mucho tiempo, sentada en la mecedora a la luz de las llamas
en la chimenea, odiándome por dentro por cada vida perdida por mi
causa y queriendo morir al no tener nada. Pero menos mal que un día
encontré las fuerzas que tenía perdidas en mi interior y al
encontrarme con Peeta plantado en el jardín me di cuenta de que
debía regresar, de que mi tiempo lejos de Panem y del Distrito 12
había llegado a su fin.
-Buenos
días-dice Effie sentándose a mi lado.
-Hola-respondo.
-¿Te
encuentras bien?
Por
un momento pienso en contarle cómo me siento y qué me pasa, pero
finalmente no lo hago. Lo que decía, aún no estoy preparada para
hablar de ello. Ni siquiera me atrevo a pensarlo mucho tiempo porque
sé que si lo hago corro el riesgo de no volver. Me limito a bloquear
estos pensamientos y centrarme en otras cosas, aunque sé que algún
día no podré separarlos de mi mente y entonces acabarán estallando
todos estos años.
-Sí,
he pasado una mala noche, pero ya estoy bien.
-Lo
sé, has gritado muchas veces.
-Lo
siento, Effie. Peeta es el único que puede hacer que las pesadillas
desaparezcan.
Effie
sonríe mientras se lleva un panecillo a la boca. Me mira pensativa,
como si quisiera decirme alguna cosa importante, pero como si algo se
lo impidiera. No quiero preguntarle qué es. Puede que tenga que ver
con lo que le pasaba ayer, o con cualquier cosa en particular, ya se
sabe como es esta mujer. Sin embargo, después de unos segundos, hace
amago de decirme algo, pero Cinna nos interrumpe, y además, parece
que no trae buenas noticias.
-Effie,
Katniss. Tenemos que irnos, ahora- mira a Effie y en la mirada
descubro que algo malo pasa-. No hay tiempo para nada más, sé que
tenemos que irnos esta tarde, pero no podemos seguir aquí. Recoged
vuestras cosas, nuestro tren sale en media hora.
-¿Qué
pasa. Cinna?- me atrevo a preguntar temiendo lo peor.
-Nada
bueno, Katniss. Nada bueno...
Me encanta como escribes, en serio, tienes un don para esto, consigues que la gente no deje de leer y espere con ansia los siguientes capitulos. Por lo menos eso me pasa a mi.
ResponderEliminarEstoy deseando saber que es lo que pasa, porque Cinna tiene tanta prisa en irse de ese Distrito.
Espero que subas muy pronto el cuarto capítulo.
Un beso enorme^^
Muchas gracias, te lo digo en serio, para mí son muy importantes las opiniones :)
ResponderEliminarEl cuarto ya está subido y espero tener pronto el 5º ^^
Otro beso :)
En serio me eencanta tu blog , a ver si descubres quien soy :)
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