miércoles, 18 de julio de 2012

Capítulo 3 (Parte II)


Yo ,como siempre, dejo que sean ellos los que se peleen. La verdad es que me da igual si las rosas son rojas, negras, blancas o moradas. Lo que me importa es que todo esté bien, que sea como sea, todos los invitados, mis hijos, y sobretodo Peeta, estén contentos y felices. Pasar el mejor rato posible. Y no creo que el color de las flores vaya a estropear lo que quiero, así que, me da igual. Sin embargo, me molesta que ninguno de los dos me pregunte si prefiero uno u otro. Ya sé que ellos quieren encargarse de todo, pero podrían consultarme. Al final, cansada de tanta pelea, decido intervenir.
-Vamos a ver- me coloco en medio de los dos y les señaló las rosas que tenemos delante-, miradlas bien. ¿No son todas preciosas? Si no os decidís por ninguno de los tres colores, elegid los tres. Puede que el rojo haga que mis llamas no destaquen, y que las blancas y negras sean muy sosas si no hay más variedad, por lo tanto, comprad de los tres colores y luego elegid dónde colocarlas para que tanto el vestido como las llamas destaquen sobre ellas.
Parece que mis palabras calman a los dos y que llevo razón, puesto que se callan y, Effie se dirige al mostrador de la floristeria y encarga cierto número de todas las rosas que no llego a oír. Entonces, una vez pagado el encargo, salimos del establecimiento y bajo órdenes de la estricta libreta de Effie, caminamos hacia una joyería. La idea es comprar un colgante para mí y otro para Sarah. Ese trabajo se lo dejamos a Cinna, ya que él más que ninguna de las dos sabe cual sería el complemento perfecto acorde con los vestidos.
Mi colgante tiene muchos, muchos diamantes, que van desde el más pequeño al el más grande, terminando en en uno con forma ovalada que recae justo sobre el escote. Los diamantes transparentes, según Cinna, se verían dorados a la luz de las llamas y daría el toque perfecto. Cuando lo veo colgando de mi cuello, veo como será a la luz del fuego y sonrío. Sin duda Cinna siempre hace que lo que parece sencillo se convierta en una obra maestra. También elige un par de pendientes a juego preciosos, y entonces, se pone a observar los posibles complementos que mi hija podría llevar.
-Mira este- señala uno que hay en el mostrador.
Es un colgante con la cadena plateada y muchas perlas relucientes. Hay un par de pendientes iguales, una perla perfecta cada uno. Al no saber como es el traje de la niña, me encojo de hombros, pero la verdad es que el collar me encanta. Effie se asoma a verlo y asiente con la cabeza enseguida, entonces Cinna le dice al dependiente que se los lleva también. Bien, otra cosa más hecha.
-¿No estáis cansadas? Llevamos todo el día recorriendo calles sin parar. Podríamos parar a comer algo- Cinna mira a Effie pidiendo permiso.
Ambos estamos seguros de que se negará y de que en su libreta rescatará la siguiente parada en la búsqueda de complementos y decoración. Pero, para nuestro asombro, dice que hay un lugar cerca de donde estamos en el que sirven unos platos exquisitos. Así que, con paso relajado, nos dirigimos a donde ella dice.
-Esto es excelente-sentencia Cinna cuando termina su plato.
Y yo, asintiendo, remarco sus palabras. Después de todo lo que comí en el Capitolio, esto es lo mejor que he probado. Nos han servido varios platos pequeños con diferentes alimentos en cada uno, y entre los tres hemos devorado todo lo que teníamos enfrente. Effie parece perdida en sus pensamientos, a saber si en la decoración, en los vestidos, en la comida, o en qué relacionado con la boda. La miro con descaro y al ver que no sé da cuenta digo:
-¿Pasa algo?
La pregunta la pilla por sorpresa y niega con la cabeza. Afirma que está cansada y que deberíamos reservar habitación para esta noche en algún hotel o no vamos a encontrar nada cuando se haga más tarde. Pagamos la comida y, tras preguntarle a una pareja por un hotel, nos encaminamos allí.
-Katniss, he estado pensando- dice al final Effie-, que no tenemos una banda musical. Puedo intentar encontrar una en este distrito, así que, cuando nos registremos en el hotel, ambos podréis quedaros allí mientras yo lo busco.
-¿Seguro que no quieres que te acompañemos?- le pregunto algo extrañada-. No creo que nos importe.
-No, de verdad, descansad. De todas formas yo tengo que ir a ver un par de cosas y quiero que mañana no estéis cansados. Tenemos que ver muchas más cosas y el viaje de vuelta será duro, así que, dejadme esto a mí.
Cinna no opone resistencia, y la verdad, yo me encuentro bastante agotada. Es raro. Normalmente estoy acostumbrada a cazar durante todo el día y apenas si me entero al volver a casa, y ahora, aunque hayamos estado caminando y mirando cosas por todos lados, no debería sentirme tan cansada.
Pedimos una habitación doble para Effie y para mí, mientras que Cinna se queda con una individual. Es hotel es bastante lujoso -como todo lo que hay en este distrito-, sin embargo, nunca alcanzará la planta del Distrito 12 en el Centro de Entrenamiento. Es como si antes de morir siendo tributo, dejaran que experimentases lo que es el lujo y el placer, vivir como un capitoliano antes de ir a la batalla. Ya lo pensé estando allí. Sí. Cada vez que veía uno de esos platos exóticos delante de mí, o cada vez que me tumbaba en la cama, o cualquier detalle, despertaba en mí ese sentimiento.
-Katniss, ¿quieres hacer algo mientras esperamos a Effie y la cena?
-Bueno, quería hablar contigo sobre algo. En realidad también debería saberlo Effie.
-Dime de que se trata y luego lo hablamos con ella.
Entramos en mi habitación y nos sentamos en unos sofás individuales de cuero blanco. Pienso por un momento cómo plasmar mi idea. Aún no sé muy bien qué es lo que quiero. Sólo que sea algo especial, algo que Haymitch recuerde toda la vida. Se lo debo.
-Ya sabes que Haymitch ha ejercido bastante bien su papel de mentor todos estos años- Cinna afirma con la cabeza-, y me gustaría hacerle algo especial. Como un homenaje.
-Se lo merece.
-Sí, eso es justo lo que pienso. Pero...-hago una pausa y me detengo a pensar- no sé qué podría ser.
-Piensa en algo que le guste.
-El alcohol- digo automáticamente.
-¿Nada más?
He pasado mucho tiempo con él, sin embargo, me doy cuenta de que nunca me he fijado en sus gustos, al menos en los más profundos. Sé todo lo que odia, prácticamente porque también son mis odios. Pero en cuanto a gustos...Sólo se me ocurre la bebida. Y mis hijos. Bueno, muchos platos que nos pusieron en el Capitolio. Y puede que la soledad. Aunque de eso ya no estoy segura. Desde que Sarah nació fue como si él necesitara compañía, por eso empezó a venir regularmente a casa. Y siempre le traía cosas. Incluso dejo de beber un poco sólo por ella. Y cuando nació Jaden todo aumentó más. No digo que dejara de hacer sus cosas particulares, pero fue como si su vida experimentase un cambio.
-Mi familia- digo.
-Peeta sabe dibujar, ¿no?
-Sí, pero, ¿eso qué tiene que ver?
-¿Que tal si Peeta hace un cuadro donde estéis todos? Podríamos colgarlo en un lugar de la casa de Haymitch donde lo viera todos los días. Eso le recordaría que él también tiene una gran familia. Sé lo muy necesitado de cariño que está, o por lo menos lo estaba en los Juegos.
Me doy cuenta de que el estilista y el mentor se llevan mejor de lo que esperaba. Supongo que durante mi estancia en ambas Arenas, lo dos tuvieron tiempo de charlar y conocerse. De saber muchas cosas el uno del otro. Al fin y al cabo los dos estaban unidos por la misma causa; que tanto Peeta como yo nos mantuviésemos con vida.
-Me gusta la idea- sonrío-. Pero creo que le falta algo.
-¿A qué te refieres?
-Supongo que una familia de verdad.
-Siempre quiso tenerla, ¿sabes?- enarco una ceja a modo de respuesta-. Haymitch es un tipo duro, que se refugia en la bebida y al que parece que nada le importa. Pero lo cierto es que aún sigue teniendo dentro el niño de catorce años que participó en el segundo Vasallaje. Ya no puede aspirar a forma una propia, creo que por eso está tan unido a los chicos.
-Sí- afirmo-, los quiere mucho. Es casi irreconocible si lo ves con ellos.
Ambos nos reímos y luego pensamos más cosas que podríamos hacerle. Se nos ocurre una mesa repleta de licores de todos tipo. Una botella del licor más exclusivo y especial de cada distrito. Sé que eso le haría mucha ilusión, y, aunque no me gusta que ande todo el día bebiendo, creo que será una muy buena idea. Así que al final decidimos que su homenaje será un cuadro hecho por Peeta, y 13 botellas del mejor licor de Panem.

Cuando Effie llega, Cinna y yo ya estamos cenando. La hemos esperado pero tardaba tanto y estábamos tan hambrientos que hemos decidido bajar al comedor antes de que ella llegara. Parece que viene mucho más animada que antes, con la libreta rosa abierta y sonriéndonos. Se sienta y me mira ilusionada.
-Todo hecho. Ya tenemos todo lo que faltaba de decoración, la bando musical, y los complementos de cada uno. Así que mañana podremos pasar el día tranquilamente sin la necesidad de comprar nada. Sé que os gustaría volver antes a casa, pero, lamentablemente los billetes del tren están sacados.
-¿Cómo has conseguido todo lo que teníamos preparado para mañana?- pregunta Cinna algo perplejo.
-Tengo mis trucos- y tras guiñarle un ojo se levanta a servirse la cena.
Effie está de acuerdo con los regalos para Haymitch y comenta que a ella también le encantaría formar una familia, aunque, claro, ya es demasiado tarde. Ahora me siento mal por no haber pensado en hacerle algo parecido a ella. Al fin y al cabo, también estuvo acompañándome a cada lugar durante los dos Juegos y se portó igual de bien. Es más, le debo toda la puntualidad, consejos sobre cómo actuar, y que hiciera que mi estancia en los trenes y en el Capitolio fuera menos pesada. Por ello mi mente comienza a maquinar algo para ella. Pienso que Cinna podría ayudarme y que esta vez contaré con la ayuda de Haymitch para su homenaje.

Por la mañana no hay nadie que venga a despertarme y a decir que hoy será un día muy, muy, muy importante. Nadie que me diga que tengo que hacer esto o aquello, nadie que me saque de la cama para revisar preparativos. Sin embargo, una pesadilla me despierta y siento que no seré capaz de volver a dormir. Me giro para observar a Effie, pero ésta no está. Ha debido levantarse temprano -como siempre- para hacer alguna de sus tareas. Me quedo un rato en la cama, pensado en Peeta. Echo de menos sus brazos para protegerme de la oscuridad que cada noche amenaza que con llevarme lejos de él y de todo cuanto quiero. Esta vez la pesadilla era sobre el Presidente Snow y Coin. Resulta que los dos corrían tras de mí para matarme. Justo cuando los perdía de vista aparecía Cato, pero no tenía la intención de hacerme daño. Estaba gritándome que corriera, y no decía mi nombre. Decía Prim. Al mirarme descubría que yo era mi hermana y cuando volvía la vista a Cato, me veía a mí misma, segundo antes de que la bomba se llevase a mi hermana para siempre.
Me levanto algo triste por recordar a Prim, por recordar que no está conmigo. Sin embargo siempre la he sentido cerca de mí. He pensado en ella muchas, muchas veces. Siempre diciendo si esto o aquello le gustaría o si hacía lo correcto. Incluso, cuando me enteré de que estaba embaraza, pensé en ponerle su nombre si era una niña. Hasta Peeta me insistióque fuera así, no obstante, cuando tuve por primera vez a Sarah en mis brazos supe que no era Primrose. Ese no debía ser su nombre. En ningún momento me recordó a ella, ni siquiera tienen gustos parecidos. Peeta me dijo que le pusiera Prim por enésima vez. Pero me negué, no estaba preparada para recordarla a cada momento con sólo ver a mi hija. De hecho puede que aún no lo esté. No hasta que desaparezcan las pesadillas que me llevan a su muerte, no hasta que deje de llorar cuando la recuerdo tanto que no puedo reprimir la lágrimas. No hasta que sea capaz de hablar de ello, porque nunca lo hago. Evito hablar de Prim con nadie. Sólo lo hacía con mi madre hasta que nuestra relación se cortó. Y con Peeta tampoco lo hago. Él sabe que me duele y no dice comentarios que me lleven directamente hasta sus recuerdos.
Me visto y salgo para ir al comedor, necesito tomar algo de café para despejar los pensamientos que se me agolpan. Me gustaría tener a Peeta a mi lado en este preciso momento. Él sabe que las peores pesadilla son de Prim. Sabe cuál es mi reacción cuando tengo una y enseguida sabe qué tiene que hacer para que su muerte no me robe por completo. He estado mal mucho tiempo por ella, como dijeron, estaba mentalmente desorientada, y la verdad, no digo lo contrario. Estuve sin salir mucho tiempo, sentada en la mecedora a la luz de las llamas en la chimenea, odiándome por dentro por cada vida perdida por mi causa y queriendo morir al no tener nada. Pero menos mal que un día encontré las fuerzas que tenía perdidas en mi interior y al encontrarme con Peeta plantado en el jardín me di cuenta de que debía regresar, de que mi tiempo lejos de Panem y del Distrito 12 había llegado a su fin.
-Buenos días-dice Effie sentándose a mi lado.
-Hola-respondo.
-¿Te encuentras bien?
Por un momento pienso en contarle cómo me siento y qué me pasa, pero finalmente no lo hago. Lo que decía, aún no estoy preparada para hablar de ello. Ni siquiera me atrevo a pensarlo mucho tiempo porque sé que si lo hago corro el riesgo de no volver. Me limito a bloquear estos pensamientos y centrarme en otras cosas, aunque sé que algún día no podré separarlos de mi mente y entonces acabarán estallando todos estos años.
-Sí, he pasado una mala noche, pero ya estoy bien.
-Lo sé, has gritado muchas veces.
-Lo siento, Effie. Peeta es el único que puede hacer que las pesadillas desaparezcan.
Effie sonríe mientras se lleva un panecillo a la boca. Me mira pensativa, como si quisiera decirme alguna cosa importante, pero como si algo se lo impidiera. No quiero preguntarle qué es. Puede que tenga que ver con lo que le pasaba ayer, o con cualquier cosa en particular, ya se sabe como es esta mujer. Sin embargo, después de unos segundos, hace amago de decirme algo, pero Cinna nos interrumpe, y además, parece que no trae buenas noticias.
-Effie, Katniss. Tenemos que irnos, ahora- mira a Effie y en la mirada descubro que algo malo pasa-. No hay tiempo para nada más, sé que tenemos que irnos esta tarde, pero no podemos seguir aquí. Recoged vuestras cosas, nuestro tren sale en media hora.
-¿Qué pasa. Cinna?- me atrevo a preguntar temiendo lo peor.
-Nada bueno, Katniss. Nada bueno...

3 comentarios:

  1. Me encanta como escribes, en serio, tienes un don para esto, consigues que la gente no deje de leer y espere con ansia los siguientes capitulos. Por lo menos eso me pasa a mi.
    Estoy deseando saber que es lo que pasa, porque Cinna tiene tanta prisa en irse de ese Distrito.
    Espero que subas muy pronto el cuarto capítulo.
    Un beso enorme^^

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  2. Muchas gracias, te lo digo en serio, para mí son muy importantes las opiniones :)
    El cuarto ya está subido y espero tener pronto el 5º ^^
    Otro beso :)

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  3. En serio me eencanta tu blog , a ver si descubres quien soy :)

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