viernes, 3 de agosto de 2012

Capítulo 7 (Visión Sarah/Jaden)


(Sarah)
La claridad en la habitación me despierta de una gran pesadilla. Sin embargo me quedo tendida en la cama sin comprender por qué entra tanta luz por la persiana si debería estar cerrada, entonces oigo un suspiro justo en mi oído. Al abrir los ojos veo la mirada de Effie frente a la mía, pero antes de que pueda gritar, ya tengo su mano tapándome la boca. Por un momento se me olvida el día que es hoy. La boda de mis padres. Para cuando lo recuerdo Effie ya está diciéndome qué he de hacer: primero debo despertar a Jaden, luego bajar a la cocina y desayunar mientras conozco a mi equipo de preparación.
Me levanto de la cama y sin quitarme el pijama corro a la habitación de enfrente; la de mi hermano. Entro dentro y mis intenciones de tirarme sobre su cama y despertarlo se ven frustradas cuando me lo encuentro sentado delante de su escritorio.
-¿Qué haces?-le preguntó acercándome.
-No puedes verlo-y echa su cuerpo sobre eso para que no lo vea.
-Venga, muéstremelo- le zarandeo el hombro.
-No, ya tendrás tiempo de verlo-replica.
-Pero, ¿qué es?
Me mira desafiante a los ojos y eso sólo significa que va a proteger su secreto cueste lo que cueste. Sin embargo los dos tenemos como una especie de juego. Si le aguanto la mirada sin pestañear entonces no le quedará más remedio que rendirse y enseñarme lo que está haciendo.
-Está bien-acaba cediendo-. Papá me hizo prometer que no se lo enseñaría a nadie.
Cuando me lo acerca al rostro no puedo hacer otra cosa que taparme la boca. Se trata del medallón de mi madre, ese en el que las fotos de mi abuela, mi tía y Gale están allí dentro. Ese medallón que tantas veces le he visto mirar con añoranza, pero hay algo más. Justo en medio de círculo ovalado se encuentra incrustado en él la perla que mi padre le dio en el Vasallaje.
-¿Es un regalo de papá a mamá?
Jaden asiente la cabeza repetidamente con un sonrisa imborrable de la cara.
-He de dárselo a mamá cuando papá baile contigo. Esa es la señal.
-¿Por qué nadie me ha avisado?
-Eres muy bocazas-ser ríe y le meto un suave empujón-. Mira-abre el medallón y veo las fotos de mi abuela y de mi tía, pero en el lugar donde debería estar Gale sólo encuentro mi cara y la de mi hermano.
-¿Y Gale?
-Detrás de nosotros. Papá quiso quitarla pero Haymitch dijo que era mejor que estuviese aunque no se viese, ya sabes cómo es mamá.
-Sí, pero Effie es aún peor-me río-, así que deberíamos estar ya en la cocina para que no nos regañe.
Salimos de la habitación y bajamos las escaleras en silencio para no despertar a nuestros padres.

(Jaden)
No me gustan. Octavia y Flavius son personas raras que dicen querer tocarme el pelo pero no pienso dejarles. Los dos tienen rasgos en la cara y en el cuerpo que ninguno de los que conozco tiene y eso en parte me asusta. Sé que la gente del Capitolio es así de extravagante, pero no quería que ninguno nunca me tocase ninguna parte de mi cuerpo.
-Jaden, cariño, solo te lo cortarán un poco, nada más-intenta convencerme Effie.
-No-niego rotundamente haciendo ademanes con el dedo índice.
-Que tonto eres-salta de repente Sarah desde su asiento-, déjate, no te va a pasar nada, sabes que luego crece.
Que mi hermana sea coqueta y presumida no quiere decir que yo también tenga que serlo. Me da igual si luego el pelo crece o no. No quiero que este hombre me toque. Sin embargo me da rabia que mi hermana no ponga ni una queja, seguro que así todos piensan que ella es mejor que yo.
-No quiero que me lo cortéis, prometo no volver a quejarme pero eso no.
Effie suspira de agotamiento y le susurra algo a Flavius que no llego a entender, luego éste saca varios productos de un maletín y empieza a pulverizarlos sobre mi pelo. Espero que a la larga no tenga consecuencias. Puede que esa cosa me deje calvo.
Sarah se deja maquillar con facilidad, que le alisen el pelo y que le quiten pelos de sus piernas. Yo me pregunto si a mí me harán lo mismo, aunque parece que no, ya que me están trayendo el traje. Es negro y todo de manga larga, ¡con el calor qué hace! Pero lo que me consuela es que la camisa blanca al menos si es de manga corta y no dudaré en quitarme la chaqueta en cuanto mis padres se den el sí quiero. Octavia me ayuda a vestirme y luego vuelve a hacer unos retoques en los caracoles rizados que se han formado en mi pelo.
-Bien, todos listos. Haymitch, Peeta y Venia también lo están, así que nos vamos-dice Effie entrando por la puerta.
-Nosotros nos quedamos aquí-dice Flavius-. Cinna nos necesita.
-Claro, nos vemos allí, aunque ahora volveré a por un par de cosas.
Salimos por la puerta de entrada y nos colocamos en la acera esperando a que mi padre, Haymitch y Venia salgan de la casa del mentor. Cuando mi padre sale veo que está concentrado en algún punto de sus pensamientos. Es esa mirada concentrada y perdida, absorta en todo y nada que tiene cuando pinta algo lo que le delata. Lo saludo con la mano pero parece no darse cuenta hasta que da unos cuantos pasos y entonces me ve.
-Chicos-susurra Effie poniéndose a nuestras espaldas-,cuando vuestro padre camine hacia la plataforma donde estará el alcalde quiero que os coloquéis en la entrada del camino mirando hacia el frente. ¿Entendido? Ya sabéis lo que tenéis que hacer con la cola del vestido de vuestra madre-nos guiña un ojo-entra corriendo en nuestra casa y cierra la puerta tras de sí.

(Sarah)
Los nervios me comen y no miento en absoluto. Veo a toda esa gente sentada en sus asientos y hablando de todo, esperando a que mis padres aparezcan. Ni siquiera me fijo en las rosas negras que tengo a los lados, ni en toda la decoración esplendorosa que Effie ha organizado. Casi ni me doy cuenta de que Finn está observándome desde su sitio con una sonrisa. Vuelvo la mirada rápidamente hacia donde está él y lo saludo con la mano. Es guapo, quizá uno de los chicos más fuertes que he visto nunca.
Jaden me coge de la mano cuando ve algo que lo deja atónito. Busco con su mirada qué es lo que está viendo y entonces ahogo una exclamación. ¿La que está hablando con mi padre es mi abuela? Jaden saca el medallón de la cajita que tiene guardada en el pantalón y comprobamos si mi abuela de la foto es la señora que está ahí al lado.
-Es ella- susurro.
-Con más arrugas-afirma Jaden.
-¿Soy abuela?-pregunta casi chillando de repente y entonces corre a por nosotros-. ¿Son estos dos? Tienen vuestras caras-nos pellizca el moflete a cada uno y nos abraza-. Lo siento-dice avergonzada-. Tendría que haber estado aquí todos estos años-dice apenada mirando a mi padre.
-Bueno, aún tienes tiempo de ver a más nietos-ríe Effie salida de la nada. Supongo que el trabajo en casa ha finalizado.
¿Más nietos?¿Más hermanos? Miro a mi padre ilusionada porque me encantaría tener otro hermanito. Ahora que soy más grande podría tenerle entre mis brazos y cuidarle como nunca pude hacerlo de Jaden. Asiento la cabeza pero no me ve. Hoy está muy raro, no hace nada más que perderse en sus pensamientos y olvidar que el resto del mundo esta ahí, a su lado.
Una música hermosa emana tanto de violines como de un piano que supongo estará colocado cerca de la plataforma. Así creo que comienza todo esto porque los presente comienza a sentarse y a guardar silencio. Effie, sin decir nada, corre hacia la Veta seguida por un Haymitch algo cansado de tanto ida y venida. No puedo evitar reírme.
-Vamos- mi abuela engancha su brazo en el de mi padre y caminan hacia adelante-, ya casi soy como tu madre-dice con una sonrisa mientras yo también sonrío.
-Gracias-contesta mi padre.
Es la hora. Cojo a Jaden del brazo y nos colocamos en la entrada del camino de tierra esperando que mi madre aparezca para hacer el trabajo que Cinna expresamente nos pidió anoche. Espero que todo salga como está previsto y por supuesto, que sea el día más feliz para mis padres.
* * *
(Jaden)
Me aburro. No sabía que las bodas eran así. Gente comiendo, bailando, hablando y cogiéndote el moflete como si no doliera. Encima Sarah está con Finn y no me hace caso. Es cierto que hay otros chicos con los que me junto, pero mamá dice que ni se nos ocurra mancharnos. Así que si no voy a poder jugar, no me voy con nadie. Encima no me gusta bailar, que es lo que mayoría de la gente hace ahora mismo mientras Haymitch está en una mesa repleta de botellas de licor. Como no tengo otra cosa que hacer, me acerco a él.
-¿Qué pasa, tío Haymitch?
-¿No deberías estar con otros chicos?
-¿No deberías estar con alguna mujer?
Ambos nos reímos ante mi comentario. Anoche nos confesó cierta cosa a Sarah y a mí. Se ve que en estas semanas tan cerca de Effie el amor ha surgido entre los dos. Él niega que ella sienta algo por él que no sea asco o ganas de pegarle, pero por la forma en que se hablan, en que se miran, en qué hacen las cosas juntos, sé que algo debe sentir. Hablé con Sarah para intentar que en la boda se juntaran y por lo visto se ve que algo hemos conseguido. Hace unos diez minutos que hemos estado en casa del mentor Sarah, Effie y yo colocando el cuadro mientras Haymitch se preparaba justo donde está ahora para hacer entrega del regalo de Effie. No sé si mis padres ya lo intuían para hacer las cosas de esta manera y así juntarlos durante un tiempo. Aunque Effie ha sido ver su regalo, darnos un par de besos a todos y salir disparada a por mi madre que no sé por qué no estaba cuando hemos llegado. Así que Haymitch se ha quedado sólo con sus botellas, mientras mi padre iba detrás de Effie, Sarah a bailar con Finn y yo a aburrirme sentado en una mesa comiendo restos de tarta.
-Me aburro-digo con la voz cansada-. Quiero irme a casa.
-Disfruta pequeño, no todos los días tus padres se cansan.
-Pero no hay nadie con quién poder jugar.
Haymitch levanta la vista buscando a alguien hasta que da con lo que quiere.
-¿Qué me dices de Oliver?
-¿El hijo de Gale?
-Sí, el pobre también está sólo y aunque os llevéis tres años podéis hablar. Vuestros padres son amigos.
-Bueno, algo me dice que Gale quiere más. ¿Has visto cómo mira a mamá?
-Deja esos asuntos para mayores-sonríe-. Anda, ve.
Le hago caso, más que nada porque sé que necesita estar a solas. Además puede que tenga razón y entablar conversación con Oliver sea lo único que pueda hacer ahora para no aburrirme. Parar la fiesta no puedo pararla y tampoco puedo ir con mis padres. Voy a dejar que Sarah siga estando con Finn. Y los chicos de mi clase así como mis amigos están en sus asuntos, además no puedo jugar con ellos. Oliver parece un buen chico. Es alto y fuerte, con el pelo castaño y los ojos claros. Muy callado para mi gusto, aunque para que me voy a quejar. Me acerco a él y lo saludo.
-¿Necesitas compañía?-le pregunto.
-No me gustan las bodas-responde-. Mira a nuestros padres.
Sigo la línea que hacen sus ojos hasta toparme con mi madre y Gale en medio de la pista de baile algo pegados y moviéndose al compás de la música. Unos celos se apoderan de mí. A mi madre no le gusta bailar, casi que la tiene que obligar mi padre cuando lo hacen, y, ¿ahora está así con Gale? Me dirijo hacia ellos con paso firme para decirle al padre de Oliver que deje a mi madre en paz, que se acabó, que se acaba de casar y él no es nadie para romper nada, pero unos brazos me detienen.
-¿Adónde crees que vas?-pregunta Oliver-. Ellos sabrán lo que hacen. No sabes lo mucho que está sufriendo mi padre.
-Yo no tengo la culpa que de siga enamorado-replico.
-Pero tendrás la culpa de una pelea en esta boda si no te estás quieto. Han pasado años, Jaden. Tienen que hablar, decirse lo que tenga que decirse. Mi padre nunca se va a rendir. Él piensa que lo que digan unos papales no tiene importancia si el corazón dice lo contrario.
-¿Estás diciendo que mi madre sigue queriendo a tu padre?
Se encoge de hombros y sonríe maliciosamente. Está claro que está de parte de su padre, como es lógico, pero tiene que saber que mi madre ama a mi padre. Si no yo no estaría aquí, si no ninguno de los dos estaríamos aquí y esta boda no estaría celebrándose. Así que, ahora más decidido que antes, camino hacia ellos. Pero Oliver vuelve a detenerme.
-¡Oye, déjame en paz!-le grito y me zafó de sus brazos.
-No vas a ir a ninguna parte, niño enclenque.
Todo el mundo sabe lo que odio que me traten como si tuviera 6 años, así que me abalanzo sobre él. Si no me deja detener ese baile entre nuestros padres entonces que ellos venga a separarnos a nosotros. Le pego un puñetazo en la cara y él otro a mi en el estómago. Por supuesto a mí me duele mucho más que a él, pero que tenga más fuerza no significa que vaya a parar. Seguimos dándonos golpes y espero a que mi madre se de cuenta y venga en mi rescate porque Oliver parece haberse vuelto algo loco y sus puñetazos comienzan a doler de verdad.

(Sarah)
No salgo de mis pensamientos y del baile hasta que Finn me zarandea y repite lo que me estaba diciendo. Mi hermano y Oliver, el hijo de Gale, tirados por el suelo recibiendo tortazos el uno del otro. Corremos los dos a separarlos antes de que se forme un buen espectáculo y mis padres se enteren. Finn, con su cuerpo atlético y considerablemente más fuerte que Oliver, los separa y se lleva a Oliver unos metros más lejos.
-¿Qué haces?-le doy una colleja en el cogote a Jaden.
-Me provocó-se defiende.
-¿Y papá y mamá nos enseñaron a que pelearse está bien?
Ambos se piden perdón, pero en sus miradas veo el odio que ha nacido de la nada. No sé qué bicho les habrá picado a los dos, pero está claro que no puedo dejar solo a Jaden por un rato, así que me lo llevo conmigo y con Finn al bosque sin que nadie se de cuenta. Oliver viene detrás de nosotros diciendo que quiere ver con sus propios ojos lo que su padre muchas veces le ha descrito. Caminamos hasta el lago donde estuvimos el otro día y nos paramos a descansar en la orilla.
-¿Qué sabéis de los Juegos?-pregunta de repente Finn.
-Que Katniss y Peeta ganaron. Que fueron al tercer Vallaje. Que mi padre y ellos acabaron con el Capitolio-contesta Oliver-. He crecido con esas historias.
-¿Qué creéis que está pasando ahora allí, con las elecciones?-pregunta de nuevo Finn.
Los cuatro nos encogemos de hombros. Mi madre cree que al no contarnos las cosas que sabe nos tiene a salvo, pero el hecho es de que por mucho que nos esconda las cosas, por mucho que no lo quiera admitir, estamos en peligro. He escuchado conversaciones entre ellos muchas veces, conversaciones en las que sus voces temblaban y daban gritos. Planes de huida al bosque, de hacer una cosa llamada propo, de intentar cambiar el curso de las cosas.
-¿Y si volvieran los Juegos?-pregunto yo, porque esto es lo que últimamente me ha estado rondado en la cabeza.
Todos nos miramos entre sí. Poco sabemos sobre ellos. En la escuela ponen videos a cierta edad y tus padres deciden qué contarte y qué no. En la asignatura de Historia cada semana dedicamos una hora a aprender cómo vivían los diferentes distritos en todos esos años, qué son las Cosechas y todo eso. Jaden sólo sabe lo que nos contaron el otro día, que en realidad es un largo resumen de lo que vivieron. Pero ninguno nos hacemos a la idea hasta que vemos uno de esos videos en los que apenas sale nada; una muerte poco dolorosa, la Cornucopia, las Cosechas, un recorrido por el Centro de Entrenamiento, algunos Estadios, comunicados del Presidente Snow... Y aunque veamos alguna de esos videos seguimos sin tener ni idea de lo que es vivir sin poder llevarte nada a la boca, viviendo año tras año atemorizado, cazando ilegalmente para poder sobrevivir, ver morir a tu familia sin poder hacer nada, saber que niños inocentes serán escogidos años tras años, década tras década para morir asesinados a manos de otros niños hasta que solo quede un ganador.
-Si volvieran-dice Oliver sacándonos a todos del estado mental en el que estábamos-, y alguno de nosotros fuera seleccionado en la Cosecha...-su voz se apaga.
-¿Qué?-pregunta Jaden.
-Que ninguno luche. Si nuestros padres pudieron hacerlo, nosotros también. No pienso dejar que mis manos se manchen de sangre nunca.
-¿Qué hay de si nos toca ir a dos de nosotros?-pregunta Finn.
-Que las jaulas de noche estarán esperándonos ansiosas. Pero yo os digo algo, lucharía no contra los tributos, sino contra el Capitolio-contesto yo.
-¿Cómo?-pregunta Jaden.
-Como lo hicieron nuestros padres.