sábado, 21 de julio de 2012

Capítulo 5 (Parte I)


Después de mucho, mucho insistir, y de tantas súplicas por mi parte, Haymitch accede a ponerme en contacto con Beetee. Por la noche, antes de dormir bajo las brazos protectores de Peeta, se me ocurrió que quizá él pueda ayudarme. No estoy segura de lo que quiero, o de lo que podría hacer, pero tengo claro que no puedo dejar que mis hijos sufran las consecuencias por mi culpa, al fin y al cabo, si hay opresores y conspiradores es gracias a mí. Así que, en cuanto me desperté esta mañana, fui corriendo a casa del mentor para que me diera el teléfono de Beetee. Al principio Haymitch se negó, dijo que mejor era que no me metiera y que no tuviera ideas estúpidas para salvarnos, pero al final, después de una llamada del Capitolio informando de que en el 1 hay un revuelta, el mentor no ha tenido más remedio que hacer caso a mis súplicas.
-¿Diga?-oigo la voz de Beetee al otro lado.
-Soy Katniss-digo.
-¡Katniss! ¿Qué tal estás? Justo ahora estaba viendo tu invitación.
-Bien, estoy bien, pero necesito tu ayuda.
-Pues el hecho, es que yo también necesito la tuya. Iba a llamarte dentro de un rato.
-¿En serio? ¿De qué se trata?
Hace una pausa mientras rebusca entre unos papeles y hace ruido sobre una mesa. Carraspea unos segundos antes de decir:
-Necesito que vuelvas a ser el Sinsajo, sólo por una vez más.
Me quedo callada, pensativa. Puede que quiere que vuelva a ser el Sinsajo para hacer un propo o algo por el estilo. Ya lo había pensado antes. Quizá eso pueda calmar los ánimos de muchas de las personas que planean hacer un levantamiento.
-Te escucho.
-Quiero que hagas un comunicado. Te vestirás con la misma ropa de los propos anteriores. Tenemos las líneas que queremos que digas, y...puede que sea interesante hacer pública tu boda.
-Está bien. Si con eso conseguimos calmar los ánimos hasta que sean las elecciones, lo haré.
-Perfecto. ¿Qué te parece si mañana te recoge un aerodeslizador en tu misma puerta?
-Lo esperaré, gracias, Beetee.
-No. Gracias a ti, Katniss.
La llamada finaliza. Beetee mandará un aerodeslizador que me transportará al 13. Supongo que podré reencontrarme con mucha gente que conocí allí, así como con Annie. Tengo entendido que vive allí con su hijo; Finnick. Le puso el nombre de su padre en memoria de él, y estoy totalmente a favor suya. Ojalá Finnick Odair estuviera aún vivo. Ojalá cuando fuera al 13 mañana apareciese de algún rincón como Cinna lo hizo. Pero lo vi morir con mis propios ojos y sé que por mucho que lo desee nada le devolverá la vida.
-Así que de nuevo el Sinsajo-dice Haymitch.
-A ver cuando aprendes a dejar de meterte en conversaciones ajenas.
-Te acompañaré, ¿Peeta va?
-No me ha dicho nada, así que creo que no.
-Bien. Pensaba que te ibas a negar.
-No mientras pueda mantener a mis hijos a salvo.

Cuando le comento a Peeta la conversación con Beetee y el plan que tenemos para mañana, al principio parece negarse. No está de acuerdo que vuelva a meterme en el traje del Sinsajo, aunque sea la última vez. Pero mis besos consiguen hacerle cambiar de opinión, aunque pone una condición; que tanto él como Sarah y Jaden nos acompañen. Ahora soy yo la que no está de acuerdo. Puede que volver al 13 le traiga malos recuerdos a mi futuro marido y no creo que eso sea bueno. No digo que de alguna forma el veneno vaya a volver, pero sí que al encontrarnos allí los recuerdos de lo que pasó vuelvan a su mente y se sienta mal. Pero no se lo digo. Acepto sus condiciones y vuelvo a beasarlo.
-Pero-vuelve a objetar-, si no te sientes a gusto con lo que tengas que decir o con cualquier cosa, se acabó. Nos marchamos.
-Eso no va a pasar.
-¿Estás segura de lo de la boda? Me refiero a decirlo, todo el mundo lo sabrá e intentarán captar alguna imagen.
En cierto modo, tiene razón. Mi boda será un evento que desde el mismo momento en que lo haga público mucha gente intentará inmiscuirse, pero si tengo que hacerlo para que la propia boda sea el motivo por el cual los ciudadanos dejen de pensar en levantamientos para centrarse en mi matrimonio, lo haré. Al menos es lo único que puedo hacer. Mientras tenga en mi mano la posibilidad de hacer que el gobierno resista hasta las elecciones...Lo que me preocupa es lo que venga después. Quién salga elegido. Espero que nadie que intente acabar con mi vida o alguien que quiera los Juegos de nuevo. Eso sería inviable.
-Espero no arrepentirme después.
Peeta me besa con fuerza. Me mira a los ojos cuando se separa y esboza una alegre sonrisa. Es como si nada pudiera romper el vínculo que hemos creado en todos estos años. Como si fuésemos inseparables. Y espero que durante el resto de nuestras vidas esto sea así. Recuerdo vagamente hace 16 años, cuando estábamos en la primera Arena y lo besé por primera vez. Todo por los patrocinadores, todo por salvarnos, no por amor. Y después de ese beso vinieron muchos más, y las caricias, y las palabras rebuscadas. Luego viajo tiempo adelante, cuando el Vasallaje. Cuando casi muere al tocar los límites del estadio. Cuando casi lo pierdo. Y después ese beso en la playa, la magia que sentí durante un momento. Casi la misma magia que siento ahora. Sé que no he estado enamorada de él tanto tiempo, que Peeta sí que me ha querido desde el primer momento que me vio. Ya lo dijo en la cueva. Sin embargo lo mio ha sido un proceso lento de años. Poco a poco he ido notando como el amor que siento por él ha surgido. Cuando me convertí en el Sinsajo lo hice por él, no por nada más, y ahora que tengo que volver a serlo, también lo hago por él y por la familia que hemos creado los dos. De no ser por Peeta jamás hubiese luchado en la revolución, me hubiese ido consumiendo lentamente en el Distrito 13 sin hacer nada por remediarlo. Fue esa entrevista con Caesar Flickerman después del Vasallaje, cuando lo tenían retenido, lo que me hizo despertar y prometerme a mí misma traerlo con vida.
¡Oh, Caesar! Se me había olvidado su invitación. Seguro que Effie habrá guardado una para él. O al menos eso espero. Lo detuvieron un par de semanas después de que Paylor fuera la presidenta. Lo absolvieron ya que el pobre sólo había hecho entrevistas todos esos años bajo órdenes estrictas del Capitolio. Además tuvo que volver a presentar los últimos Juegos, haciéndole entrevistas a niños que él mismo conocía, o al menos, eso es lo que tengo entendido. Ahora no sé qué estará haciendo o dónde trabajará. Algo me dice que presentará algún programa capitoliano o puede que al igual que a mí el gobierno le de una paga para que pueda sustentarse. Al fin y al cabo, Caesar sólo ha conocido el trabajo de presentar los Juegos a lo largo de toda su vida. Me pregunto cómo estará. Si seguirá con el pelo tintado, la cejas del mismo color y los labios igual que lo anterior. ¿Seguirá pareciendo el mismo de siempre por muchos años que hayan pasado? ¿O, por el contrario, parecerá haber envejecido notablemente sin la cirugía que antes debía hacerse?

El aerodeslizador llega bastante temprano con su particular zumbido anunciando su llegada. Effie nos despide desde el porche de la casa de Haymitch mientras Sarah y Jaden suben a la nave. Después suben Peeta y el mentor, sin dejar de apartar la vista del suelo y de mí. Cuando subo yo, pegada a la escalera, me encuentro con una cara muy, muy familiar, y con esa sonrisa inconfundible en dicha cara.
-¿Pero qué tenemos aquí?-pregunta Plutarch desde su asiento sin dejar de agarrar con fuerza los pilotos.
-¡Hola!-exclamo con algo de entusiasmo porque pensaba no encontrármelo hasta llegar al mismo distrito.
-Estás estupenda-suelta los mandos y se dirige a darme un abrazo.
Nos abrazamos con fuerza y sigue diciéndome lo genial que me veo aún después de haber tenido a las preciosidades de mis hijos. Luego se dirige a Peeta, se estrechan la mano para dar paso a otro fuerte abrazo, saluda a Haymitch y por último, Plutarch se presenta a mis hijos. Éstos enseguida parecen reconocerlo rescatando fragmentos de la historia que les contamos.
-Bueno, ¿preparados para volver al 13?-pregunta volviendo a sentarse en su asiento y diciéndole a otro piloto algo.
-¿Ha cambiado aquello?-pregunta Haymitch.
-Hay casas en el exterior, pero principalmente la vida se está llevando acabo bajo tierra, como siempre. Por cierto, van a trasladar a Paylor al hospital del 13. Tenemos mejores medios y...-mira en todas las direcciones-creemos que es más seguro para ella-susurra.
Como pensaba, y como piensa casi todo el mundo, al menos aquellos que me rodean, Paylor no ha sufrido un accidente, sino que todo estaba planeado. Alguien debe tener un plan perfecto para hacerse con el poder mediante asesinatos y accidentes premeditados, por lo tanto, ahora he de andarme con más cuidado allá donde vaya. Hay algo que me llama la atención y es cómo salimos el otro día casi corriendo del Distrito 1 Cinna, Effie y yo. El estilista se dio mucha prisa por llegar a la estación de tren, evitó los atascos y los lugares donde había mucha gente. En todo momento me protegió con su cuerpo mientras miraba a Effie de un modo muy particular. Effie, por su parte, intentaba que pasáramos desapercibidos y no paraba de mirar hacia atrás. Puede que ambos, incluso Haymitch, sepan algo más de lo que sé sobre la muerte de Simon y el accidente de Paylor. Creo que todos saben que alguien está intentado acabar con todos aquellos que puedan suponer un problema para su propósito. Y yo estoy en el ojo de mira.
-¿Cuando llegará?
-Hoy, no sé si por la tarde o ya entrada la noche.
-¿Cómo está?-pregunto deseando que diga que mejor para poder hablar con ella.
-Estable-contesta-. No recuerda nada, pero al menos ya está consciente.
-¿En cuánto a las elecciones?-interroga Peeta.
Plutarch niega con la cabeza y mira al horizonte intentando concentrase en llevar por buen camino la nave. Paylor no estará, ya está confirmado. Noto que las lágrimas se me agolpan en los ojos por pura rabia e impotencia. Ahora la única oportunidad de calmar los ánimos soy yo, pero en cuanto a quién saldrá en las elecciones no tengo ningún poder. A no ser que...me presente a la presidencia. La gente quiere al Sinsajo, por lo tanto, si quiero que nada le pase a nadie solo tengo que presentarme, ¿no? Es una idea estúpida, así la calificaría Haymitch, pero qué puedo hacer sino. Sé que prácticamente sería un suicidio ya que si han atacado tanto a Simon como a Paylor, dejarme a mí fuera de combate sería lo siguiente y muy poco complicado. Pero necesito de alguna forma poder proteger a mi familia. Propondré mi idea cuando estemos en el 13, primero se lo diré a Beetee, y si Paylor llega a tiempo y puedo hablar con ella, será la siguiente.
-No tardaremos mucho en llegar, la tecnología ha avanzado en estos últimos años y si antes tardábamos poco, ahora ya casi no te enteras de que estás viajando- anuncia Plutarch con el rostro brillante al poder manejar una máquina como esta.
Me siento algo más aliviada de que sea así porque significa que pronto podré ver a Beetee y decirle mi idea, así como que Paylor llegue a tiempo antes de que vuelva a casa. Necesito hablar con todos y tener la aprobación de la mayoría. Sé que Peeta se negará rotundamente, que Haymitch me tomará por loca y que tanto Plutarch como Beetee, e incluso Paylor, estarán de acuerdo. Pero algo me dice que es una decisión poco acertada, puedo morir antes de las elecciones, antes de mi boda. Además compaginar tanto la boda como la campaña será una tarea muy ardua, y si muero, ¿quién protegerá a mi familia? ¿Quién le enseñará a Jaden cómo cazar y quién hará que Sarah sepa nadar? Si muero, además, seguro que el nuevo gobierno sería parecido al anterior, casi lo tengo asumido, por lo tanto, si volvieran los Juegos, si el nuevo presidente quisiera retorcer de dolor a mi familia, ¿quién se encargaría de llevar a mis hijos por el bosque para que jamás, jamás pudieran salir en la Cosecha? Hay muchos aspectos que dejo aparte, hay muchas situaciones que podrían hacer que mi familia lo pasara muy mal, ya no sólo por mi muerte.
Mientas pienso en lo que sería mejor para cada uno de nosotros, el aerodeslizador aterriza en las pistas del 13, donde me entrené antes de ir al Capitolio para luchar. Bajamos de la nave y yo ando algo confusa, aún perdida en mis pensamientos más profundos y sin la intención de volver aún. Peeta me coge la mano y me susurra que en cualquier momento, cuando me sienta mal, volveremos por donde hemos venido y nos olvidaremos de todo. Sin embargo, ahora no me preocupa hacer pública mi boda o pasearme por el 13 como si nada. Mi preocupación ahora es qué hacer para que todo siga tal y como está. Quiero controlar la situación.
Unas escaleras -que no recuerdo haber pisado antes- nos llevan bajo tierra donde nos encontramos con un ascensor. Plutarch pulsa el botón que indica -7, y enseguida nos ponemos a bajar lo que considero una distancia enorme. El ascensor hace ruidos extraños y oxidados. Jaden me coge con fuerza la mano que tengo libre y se protege con mi cuerpo. Nunca antes ha montado en algo así y ahora siente cierto temor. Cuando la puerta se abre veo un pasillo largo, estrecho y claustrofóbico. Ya lo odiaba en su tiempo pero ahora lo hago mucho más.
-Bienvenidos al Distrito 13. Está prohibido salir al exterior sin autorización previa, así como ir de un lado a otro correteando-informa Plutarch mientras andamos por el pasillo en fila india-. No están permitidos los juegos-mira a mis hijos con una sonrisa y sigue andando más rápido-. Tampoco está permitido entrar en las habitaciones que tengan un piloto rojo en la puerta, además tampoco podréis sin esto-alza una tarjeta-. Unos agentes de la paz, no como los de antes, Katniss -me mira y alza las cejas-, custodiarán a Sarah y Jaden en su estancia por el edificio. Si quieren ir al exterior lo podrán hacer, pero necesitarán tu permiso por escrito- me rio por esa norma tan ridícula. ¿Por qué he de poner que mis hijos pueden ir fuera por escrito? ¿No vasta con decirlo?-. Vosotros-señala a los mayores-, creo que ya conocéis algunas de las normas, así que, por favor, no me hagáis recordarlas. Más o menos todo sigue siendo igual.
-Plutarch, ¿por qué todo sigue siendo tan estricto?-pregunta Haymitch.
-Estamos en el 13, ¿no?
Andamos hasta dejar a Jaden y Sarah en una sala donde hay más niños. Creo que están teniendo algún tipo de clase, como si fuera el colegio. Plutarch nos explica que sólo estarán ahí por unos minutos, que enseguida los agentes se los llevarán a dar una vuelta por alguna que otra planta, básicamente por donde mi vida se desarrolló aquí dentro. Luego nos hace pasar a una sala enorme y veo a Beetee al fondo.
-¡Miradlos! Parece que los años no pasan para vosotros.
-Encantada de verte de nuevo-le digo acercándome.
-El placer es mío- Beetee me abraza-. Tengo que hablar contigo a solas.
-Yo también-le digo-, tengo una idea.
-Me voy a empezar a poner celoso si no sueltas a mi futura mujer-bromea Peeta.
-No creo que eso sea necesario-dice Beetee soltándome y dirigiéndose a él.
Se saludan entre ellos, comparten alguna que otra anécdota y recuerdo. Yo hace segundos que he dejado de oírles para ver mi traje de Sinsajo colgado al final de la sala. Me acerco a él y paso la mano por la tela. Cojo el arco que una vez me perteneció y apagué justo después de asesinar a Coin. En cuanto pongo los dedos sobre él, se enciende. Supongo que no tendré que volver a utilizarlo, no para otro fin que no sea volver a ser el Sinsajo sólo para hacer el comunicado, nada más. No pienso volver a tensar su cuerda y disparar hacia ningún objetivo.
-¿Cuándo comenzamos?-pregunto intentando captar la atención de los cuatro hombres.
-Ven-me dice Beetee-, tengo que contarte un par de cosas antes de grabar nada.
Salimos fuera de la sala y me lleva lejos de la misma, antes de comenzar a hablar, manda a dos agentes de la paz que custodian una puerta que se marchen, y luego entramos allí. Me da un papel donde veo con letra negra las frases que debo decir en cuanto la cámara se encienda y comience a grabar.
-¿De memoria?
-Inténtalo-me guiña un ojo-. ¿Cuál es esa idea tuya?

No hay comentarios:

Publicar un comentario