Después
de mucho, mucho insistir, y de tantas súplicas por mi parte,
Haymitch accede a ponerme en contacto con Beetee. Por la noche, antes
de dormir bajo las brazos protectores de Peeta, se me ocurrió que
quizá él pueda ayudarme. No estoy segura de lo que quiero, o de lo
que podría hacer, pero tengo claro que no puedo dejar que mis hijos
sufran las consecuencias por mi culpa, al fin y al cabo, si hay
opresores y conspiradores es gracias a mí. Así que, en cuanto me
desperté esta mañana, fui corriendo a casa del mentor para que me
diera el teléfono de Beetee. Al principio Haymitch se negó, dijo
que mejor era que no me metiera y que no tuviera ideas estúpidas
para salvarnos, pero al final, después de una llamada del Capitolio
informando de que en el 1 hay un revuelta, el mentor no ha tenido más
remedio que hacer caso a mis súplicas.
-¿Diga?-oigo
la voz de Beetee al otro lado.
-Soy
Katniss-digo.
-¡Katniss!
¿Qué tal estás? Justo ahora estaba viendo tu invitación.
-Bien,
estoy bien, pero necesito tu ayuda.
-Pues
el hecho, es que yo también necesito la tuya. Iba a llamarte dentro
de un rato.
-¿En
serio? ¿De qué se trata?
Hace
una pausa mientras rebusca entre unos papeles y hace ruido sobre una
mesa. Carraspea unos segundos antes de decir:
-Necesito
que vuelvas a ser el Sinsajo, sólo por una vez más.
Me
quedo callada, pensativa. Puede que quiere que vuelva a ser el
Sinsajo para hacer un propo o algo por el estilo. Ya lo había
pensado antes. Quizá eso pueda calmar los ánimos de muchas de las
personas que planean hacer un levantamiento.
-Te
escucho.
-Quiero
que hagas un comunicado. Te vestirás con la misma ropa de los propos
anteriores. Tenemos las líneas que queremos que digas, y...puede que
sea interesante hacer pública tu boda.
-Está
bien. Si con eso conseguimos calmar los ánimos hasta que sean las
elecciones, lo haré.
-Perfecto.
¿Qué te parece si mañana te recoge un aerodeslizador en tu misma
puerta?
-Lo
esperaré, gracias, Beetee.
-No.
Gracias a ti, Katniss.
La
llamada finaliza. Beetee mandará un aerodeslizador que me
transportará al 13. Supongo que podré reencontrarme con mucha gente
que conocí allí, así como con Annie. Tengo entendido que vive allí
con su hijo; Finnick. Le puso el nombre de su padre en memoria de él,
y estoy totalmente a favor suya. Ojalá Finnick Odair estuviera aún
vivo. Ojalá cuando fuera al 13 mañana apareciese de algún rincón
como Cinna lo hizo. Pero lo vi morir con mis propios ojos y sé que
por mucho que lo desee nada le devolverá la vida.
-Así
que de nuevo el Sinsajo-dice Haymitch.
-A
ver cuando aprendes a dejar de meterte en conversaciones ajenas.
-Te
acompañaré, ¿Peeta va?
-No
me ha dicho nada, así que creo que no.
-Bien.
Pensaba que te ibas a negar.
-No
mientras pueda mantener a mis hijos a salvo.
Cuando
le comento a Peeta la conversación con Beetee y el plan que tenemos
para mañana, al principio parece negarse. No está de acuerdo que
vuelva a meterme en el traje del Sinsajo, aunque sea la última vez.
Pero mis besos consiguen hacerle cambiar de opinión, aunque pone una
condición; que tanto él como Sarah y Jaden nos acompañen. Ahora
soy yo la que no está de acuerdo. Puede que volver al 13 le traiga
malos recuerdos a mi futuro marido y no creo que eso sea bueno. No
digo que de alguna forma el veneno vaya a volver, pero sí que al
encontrarnos allí los recuerdos de lo que pasó vuelvan a su mente y
se sienta mal. Pero no se lo digo. Acepto sus condiciones y vuelvo a
beasarlo.
-Pero-vuelve
a objetar-, si no te sientes a gusto con lo que tengas que decir o
con cualquier cosa, se acabó. Nos marchamos.
-Eso
no va a pasar.
-¿Estás
segura de lo de la boda? Me refiero a decirlo, todo el mundo lo sabrá
e intentarán captar alguna imagen.
En
cierto modo, tiene razón. Mi boda será un evento que desde el mismo
momento en que lo haga público mucha gente intentará inmiscuirse,
pero si tengo que hacerlo para que la propia boda sea el motivo por
el cual los ciudadanos dejen de pensar en levantamientos para
centrarse en mi matrimonio, lo haré. Al menos es lo único que puedo
hacer. Mientras tenga en mi mano la posibilidad de hacer que el
gobierno resista hasta las elecciones...Lo que me preocupa es lo que
venga después. Quién salga elegido. Espero que nadie que intente
acabar con mi vida o alguien que quiera los Juegos de nuevo. Eso
sería inviable.
-Espero
no arrepentirme después.
Peeta
me besa con fuerza. Me mira a los ojos cuando se separa y esboza una
alegre sonrisa. Es como si nada pudiera romper el vínculo que hemos
creado en todos estos años. Como si fuésemos inseparables. Y espero
que durante el resto de nuestras vidas esto sea así. Recuerdo
vagamente hace 16 años, cuando estábamos en la primera Arena y lo
besé por primera vez. Todo por los patrocinadores, todo por
salvarnos, no por amor. Y después de ese beso vinieron muchos más,
y las caricias, y las palabras rebuscadas. Luego viajo tiempo
adelante, cuando el Vasallaje. Cuando casi muere al tocar los límites
del estadio. Cuando casi lo pierdo. Y después ese beso en la playa,
la magia que sentí durante un momento. Casi la misma magia que
siento ahora. Sé que no he estado enamorada de él tanto tiempo, que
Peeta sí que me ha querido desde el primer momento que me vio. Ya lo
dijo en la cueva. Sin embargo lo mio ha sido un proceso lento de
años. Poco a poco he ido notando como el amor que siento por él ha
surgido. Cuando me convertí en el Sinsajo lo hice por él, no por
nada más, y ahora que tengo que volver a serlo, también lo hago por
él y por la familia que hemos creado los dos. De no ser por Peeta
jamás hubiese luchado en la revolución, me hubiese ido consumiendo
lentamente en el Distrito 13 sin hacer nada por remediarlo. Fue esa
entrevista con Caesar Flickerman después del Vasallaje, cuando lo
tenían retenido, lo que me hizo despertar y prometerme a mí misma
traerlo con vida.
¡Oh,
Caesar! Se me había olvidado su invitación. Seguro que Effie habrá
guardado una para él. O al menos eso espero. Lo detuvieron un par de
semanas después de que Paylor fuera la presidenta. Lo absolvieron ya
que el pobre sólo había hecho entrevistas todos esos años bajo
órdenes estrictas del Capitolio. Además tuvo que volver a presentar
los últimos Juegos, haciéndole entrevistas a niños que él mismo
conocía, o al menos, eso es lo que tengo entendido. Ahora no sé qué
estará haciendo o dónde trabajará. Algo me dice que presentará
algún programa capitoliano o puede que al igual que a mí el
gobierno le de una paga para que pueda sustentarse. Al fin y al cabo,
Caesar sólo ha conocido el trabajo de presentar los Juegos a lo
largo de toda su vida. Me pregunto cómo estará. Si seguirá con el
pelo tintado, la cejas del mismo color y los labios igual que lo
anterior. ¿Seguirá pareciendo el mismo de siempre por muchos años
que hayan pasado? ¿O, por el contrario, parecerá haber envejecido
notablemente sin la cirugía que antes debía hacerse?
El
aerodeslizador llega bastante temprano con su particular zumbido
anunciando su llegada. Effie nos despide desde el porche de la casa
de Haymitch mientras Sarah y Jaden suben a la nave. Después suben
Peeta y el mentor, sin dejar de apartar la vista del suelo y de mí.
Cuando subo yo, pegada a la escalera, me encuentro con una cara muy,
muy familiar, y con esa sonrisa inconfundible en dicha cara.
-¿Pero
qué tenemos aquí?-pregunta Plutarch desde su asiento sin dejar de
agarrar con fuerza los pilotos.
-¡Hola!-exclamo
con algo de entusiasmo porque pensaba no encontrármelo hasta llegar
al mismo distrito.
-Estás
estupenda-suelta los mandos y se dirige a darme un abrazo.
Nos
abrazamos con fuerza y sigue diciéndome lo genial que me veo aún
después de haber tenido a las preciosidades de mis hijos. Luego se
dirige a Peeta, se estrechan la mano para dar paso a otro fuerte
abrazo, saluda a Haymitch y por último, Plutarch se presenta a mis
hijos. Éstos enseguida parecen reconocerlo rescatando fragmentos de
la historia que les contamos.
-Bueno,
¿preparados para volver al 13?-pregunta volviendo a sentarse en su
asiento y diciéndole a otro piloto algo.
-¿Ha
cambiado aquello?-pregunta Haymitch.
-Hay
casas en el exterior, pero principalmente la vida se está llevando
acabo bajo tierra, como siempre. Por cierto, van a trasladar a Paylor
al hospital del 13. Tenemos mejores medios y...-mira en todas las
direcciones-creemos que es más seguro para ella-susurra.
Como
pensaba, y como piensa casi todo el mundo, al menos aquellos que me
rodean, Paylor no ha sufrido un accidente, sino que todo estaba
planeado. Alguien debe tener un plan perfecto para hacerse con el
poder mediante asesinatos y accidentes premeditados, por lo tanto,
ahora he de andarme con más cuidado allá donde vaya. Hay algo que
me llama la atención y es cómo salimos el otro día casi corriendo
del Distrito 1 Cinna, Effie y yo. El estilista se dio mucha prisa por
llegar a la estación de tren, evitó los atascos y los lugares donde
había mucha gente. En todo momento me protegió con su cuerpo
mientras miraba a Effie de un modo muy particular. Effie, por su
parte, intentaba que pasáramos desapercibidos y no paraba de mirar
hacia atrás. Puede que ambos, incluso Haymitch, sepan algo más de
lo que sé sobre la muerte de Simon y el accidente de Paylor. Creo
que todos saben que alguien está intentado acabar con todos aquellos
que puedan suponer un problema para su propósito. Y yo estoy en el
ojo de mira.
-¿Cuando
llegará?
-Hoy,
no sé si por la tarde o ya entrada la noche.
-¿Cómo
está?-pregunto deseando que diga que mejor para poder hablar con
ella.
-Estable-contesta-.
No recuerda nada, pero al menos ya está consciente.
-¿En
cuánto a las elecciones?-interroga Peeta.
Plutarch
niega con la cabeza y mira al horizonte intentando concentrase en
llevar por buen camino la nave. Paylor no estará, ya está
confirmado. Noto que las lágrimas se me agolpan en los ojos por pura
rabia e impotencia. Ahora la única oportunidad de calmar los ánimos
soy yo, pero en cuanto a quién saldrá en las elecciones no tengo
ningún poder. A no ser que...me presente a la presidencia. La gente
quiere al Sinsajo, por lo tanto, si quiero que nada le pase a nadie
solo tengo que presentarme, ¿no? Es una idea estúpida, así la
calificaría Haymitch, pero qué puedo hacer sino. Sé que
prácticamente sería un suicidio ya que si han atacado tanto a Simon
como a Paylor, dejarme a mí fuera de combate sería lo siguiente y
muy poco complicado. Pero necesito de alguna forma poder proteger a
mi familia. Propondré mi idea cuando estemos en el 13, primero se lo
diré a Beetee, y si Paylor llega a tiempo y puedo hablar con ella,
será la siguiente.
-No
tardaremos mucho en llegar, la tecnología ha avanzado en estos
últimos años y si antes tardábamos poco, ahora ya casi no te
enteras de que estás viajando- anuncia Plutarch con el rostro
brillante al poder manejar una máquina como esta.
Me
siento algo más aliviada de que sea así porque significa que pronto
podré ver a Beetee y decirle mi idea, así como que Paylor llegue a
tiempo antes de que vuelva a casa. Necesito hablar con todos y tener
la aprobación de la mayoría. Sé que Peeta se negará rotundamente,
que Haymitch me tomará por loca y que tanto Plutarch como Beetee, e
incluso Paylor, estarán de acuerdo. Pero algo me dice que es una
decisión poco acertada, puedo morir antes de las elecciones, antes
de mi boda. Además compaginar tanto la boda como la campaña será
una tarea muy ardua, y si muero, ¿quién protegerá a mi familia?
¿Quién le enseñará a Jaden cómo cazar y quién hará que Sarah
sepa nadar? Si muero, además, seguro que el nuevo gobierno sería
parecido al anterior, casi lo tengo asumido, por lo tanto, si
volvieran los Juegos, si el nuevo presidente quisiera retorcer de
dolor a mi familia, ¿quién se encargaría de llevar a mis hijos por
el bosque para que jamás, jamás pudieran salir en la Cosecha? Hay
muchos aspectos que dejo aparte, hay muchas situaciones que podrían
hacer que mi familia lo pasara muy mal, ya no sólo por mi muerte.
Mientas
pienso en lo que sería mejor para cada uno de nosotros, el
aerodeslizador aterriza en las pistas del 13, donde me entrené antes
de ir al Capitolio para luchar. Bajamos de la nave y yo ando algo
confusa, aún perdida en mis pensamientos más profundos y sin la
intención de volver aún. Peeta me coge la mano y me susurra que en
cualquier momento, cuando me sienta mal, volveremos por donde hemos
venido y nos olvidaremos de todo. Sin embargo, ahora no me preocupa
hacer pública mi boda o pasearme por el 13 como si nada. Mi
preocupación ahora es qué hacer para que todo siga tal y como está.
Quiero controlar la situación.
Unas
escaleras -que no recuerdo haber pisado antes- nos llevan bajo tierra
donde nos encontramos con un ascensor. Plutarch pulsa el botón que
indica -7, y enseguida nos ponemos a bajar lo que considero una
distancia enorme. El ascensor hace ruidos extraños y oxidados. Jaden
me coge con fuerza la mano que tengo libre y se protege con mi
cuerpo. Nunca antes ha montado en algo así y ahora siente cierto
temor. Cuando la puerta se abre veo un pasillo largo, estrecho y
claustrofóbico. Ya lo odiaba en su tiempo pero ahora lo hago mucho
más.
-Bienvenidos
al Distrito 13. Está prohibido salir al exterior sin autorización
previa, así como ir de un lado a otro correteando-informa Plutarch
mientras andamos por el pasillo en fila india-. No están permitidos
los juegos-mira a mis hijos con una sonrisa y sigue andando más
rápido-. Tampoco está permitido entrar en las habitaciones que
tengan un piloto rojo en la puerta, además tampoco podréis sin
esto-alza una tarjeta-. Unos agentes de la paz, no como los de antes,
Katniss -me mira y alza las cejas-, custodiarán a Sarah y Jaden en
su estancia por el edificio. Si quieren ir al exterior lo podrán
hacer, pero necesitarán tu permiso por escrito- me rio por esa norma
tan ridícula. ¿Por qué he de poner que mis hijos pueden ir fuera
por escrito? ¿No vasta con decirlo?-. Vosotros-señala a los
mayores-, creo que ya conocéis algunas de las normas, así que, por
favor, no me hagáis recordarlas. Más o menos todo sigue siendo
igual.
-Plutarch,
¿por qué todo sigue siendo tan estricto?-pregunta Haymitch.
-Estamos
en el 13, ¿no?
Andamos
hasta dejar a Jaden y Sarah en una sala donde hay más niños. Creo
que están teniendo algún tipo de clase, como si fuera el colegio.
Plutarch nos explica que sólo estarán ahí por unos minutos, que
enseguida los agentes se los llevarán a dar una vuelta por alguna
que otra planta, básicamente por donde mi vida se desarrolló aquí
dentro. Luego nos hace pasar a una sala enorme y veo a Beetee al
fondo.
-¡Miradlos!
Parece que los años no pasan para vosotros.
-Encantada
de verte de nuevo-le digo acercándome.
-El
placer es mío- Beetee me abraza-. Tengo que hablar contigo a solas.
-Yo
también-le digo-, tengo una idea.
-Me
voy a empezar a poner celoso si no sueltas a mi futura mujer-bromea
Peeta.
-No
creo que eso sea necesario-dice Beetee soltándome y dirigiéndose a
él.
Se
saludan entre ellos, comparten alguna que otra anécdota y recuerdo.
Yo hace segundos que he dejado de oírles para ver mi traje de
Sinsajo colgado al final de la sala. Me acerco a él y paso la mano
por la tela. Cojo el arco que una vez me perteneció y apagué justo
después de asesinar a Coin. En cuanto pongo los dedos sobre él, se
enciende. Supongo que no tendré que volver a utilizarlo, no para
otro fin que no sea volver a ser el Sinsajo sólo para hacer el
comunicado, nada más. No pienso volver a tensar su cuerda y disparar
hacia ningún objetivo.
-¿Cuándo
comenzamos?-pregunto intentando captar la atención de los cuatro
hombres.
-Ven-me
dice Beetee-, tengo que contarte un par de cosas antes de grabar
nada.
Salimos
fuera de la sala y me lleva lejos de la misma, antes de comenzar a
hablar, manda a dos agentes de la paz que custodian una puerta que se
marchen, y luego entramos allí. Me da un papel donde veo con letra
negra las frases que debo decir en cuanto la cámara se encienda y
comience a grabar.
-¿De
memoria?
-Inténtalo-me
guiña un ojo-. ¿Cuál es esa idea tuya?
No hay comentarios:
Publicar un comentario