miércoles, 18 de julio de 2012

Capítulo 3 (Parte I)


Decir que casi no me desmayo sería mentir. Pero la emoción es tan fuerte que no lo hago. Salgo despedida hacia Cinna y lo abrazo con todas mis fuerzas. Lloro de alegría y no me importa hacer sonidos raros mientras noto sus brazos sobre mi cuerpo. Está vivo. Es imposible. No, no lo es. Lo tengo entre mis brazos y está diciéndome que estoy estupenda. Él también lo está. No ha cambiado nada. Seguro que se ha hecho alguna cirugía en el Capitolio para conservarse así todos estos años. Cuando me aparto de él siento la necesidad de volver a abrazarlo. Pero reprimo mis ganas. Lo miro de arriba abajo y descubro que sí que algo ha cambiado. Tiene una enorme cicatriz en la mejilla derecha y supongo que tiene que ser fruto de las torturas recibidas años atrás.
-¿Cómo...? Me dijeron que habías muerto.
-En cierto modo era verdad- frunzo el entrecejo-verás-, me torturaron, me hicieron mil cosas. Me dieron por muerto después de una paliza. Pero cuando aparecieron los hombres de Coin para rescatar a Peeta y los demás, también me encontraron a mí. Me llevaron al Distrito 13 y consiguieron salvarme la vida.
-¿Por qué nadie me dijo nada?
-Consideraban que después de cómo te trató Peeta, yo podría hacerte lo mismo. Pensaban que estaba envenenado por las rastrevíspulas. No podían fiarse aunque yo les dije que no era cierto. Además, estabas apunto de entrar en una guerra y no lo vieron adecuado.
-¿Y por qué después nadie me avisó? Quiero decir, la guerra había acabado, tú no estabas envenenado.
-Fue decisión mía. Al enterarme de lo de tu hermana y de tu estado emocional, no quise que me vieses. No sabía cómo te iba a sentar. Volví al Capitolio y rehíce mi vida.
Me vuelvo hacia Effie y la miro con algo de odio. Ella lo ha sabido todo este tiempo y nunca me lo dijo. Tendría que haberlo hecho. Es Cinna. Está vivo. Han pasado años, años en los que pensaba que estaba muerto por mi culpa y nadie me quitó ese peso de encima. Pero me alegro de que sea así porque es el mejor regalo que me podían haber hecho. Cinna está aquí, puede ver mi boda, y encima llevaré un vestido suyo. Sonrío a Effie y le doy las gracias, luego miro a Cinna y sonrío también. Me alegro tanto.
-Bueno, creo que es hora de que veas ese vestido tuyo, ¿no?
-De eso ni hablar.- Effie se planta entre los dos y mira a Cinna profundamente-. El vestido es alto secreto, no lo puede ver ahora.
-¿Cuándo si no? Imagínate que tengo que hacerle algún ajuste, eso conlleva tiempo.
Effie se cruza de brazos y mira al suelo. Enarca una ceja y me mira un segundo. Frunce los labios y se rinde.
-Vale, que se lo pruebe. Pero tiene que ser deprisa. Peeta y los niños están apunto de llegar.
Cinna se dirige a el baño y trae lo que debe ser mi vestido envuelto en una tela oscura. Me pide que cierre los ojos y que me de la vuelta hasta que él diga. Hago lo que dice y espero. Escucho como Effie y él susurran algo. Luego Cinna me dice que me quite la ropa. Cuando lo hago levanto los brazos intuyendo que este es el paso a seguir, como en los viejos tiempos. Noto como el vestido cae por todo mi cuerpo, como se amolda a mis curvas. Cinna me gira y ajusta algunas partes mientras Effie declara que es excelente.
-Abre los ojos.
Miro hacia abajo y lo veo. Es blanco con rayas negras diagonales en toda la falda. Toco la tela y descubro que las franjas negras son plumas. Me miro al espejo que han colocado enfrente de mí y puedo verme. De nuevo lo ha hecho. Me ha convertido en el Sinsajo. Me recuerda al vestido que llevé en la entrevista del Vasallaje. Pero este es mucho más bonito. El escote cae en picado y veo como lo bordes están repletos de diminutos diamantes transparentes. La cola es larga ,y también está hecha de plumas blancas. La espalda está medio descubierta y de nuevo, por los bordes hay una infinidad de diamantes, aunque esta vez son negros. Cinna me coloca el velo. Es de seda blanca con pequeñas piedras preciosas recorriéndolo.
-Gracias- es lo único que puedo decir.
-Hay algo más-dice- ¿qué le falta a la chica en llamas?
-Fuego-admite Effie, impresionada con la belleza del vestido.
Giro sobre mi misma, porque sé que es lo que Cinna quiere, y las llamas se prolongan por todo le vestido. Cuando paro, la llamas desaparecen, sin embargo el velo comienza a arder y la luz que emite hace que mis ojos se realcen y mi cara quede empapada por el esplendor. No hay adjetivos suficientes que describan su trabajo. Sin duda este es el mejor traje que Cinna a podido hacer. Ni en un millón de años podré agradecérselo.
-¿Te gusta?- me pregunta.
-Es el mejor de todos, Cinna.
-Gracias- sonríe.
Effie sale despedida de la habitación cuando el timbre abajo suena y por la escaleras oigo sus tacones bajando todo lo que deprisa que pueden, también se oye algo así como “quitate el vestido”. Le hago caso y con ayuda de Cinna consigo salir de él. Vuelvo a ponerme mi ropa y cojo al estilista de la mano. Él no conoce a los niños, y éstos hasta hace poco no sabían nada de él. Peeta se llevará una gran sorpresa cuando lo vea. Estamos entrando en la cocina cuando oigo:
-¿Y cómo ha pasado? Eso tiene mala pinta...
-¿Qué pasa?-pregunto entrando y veo la escena.
Peeta tiene una quemadura que le recorre todo el brazo izquierdo. Es horrible sólo con verlo desde aquí. La carne ensangrentada y llena de ampollas por todas partes. Los niños están uno al lado del otro poniendo muecas de dolor cuando Effie trata de tocar la herida de mi novio. Es cuestión de segundos transportarme a la Arena y ver la quemadura que me hice en la pantorrilla. Me producía un dolor intenso y, de no ser por la crema que los patrocinadores me enviaron, no sé que hubiese pasado con la pierna. Me acerco a Peeta y aparto a Effie a un lado. Examino la quemadura y me muerdo el labio inferior. Si mi madre o mi hermana estuvieran aquí les dejaría el trabajo a ellas, pero desgraciadamente ninguna de las dos puede ayudarme y me toca a mí, con lo que odio esto.
-El horno, un panecillo se cayó e intenté rescatarlo-me explica.
-Creo que no lo conseguiste- niega con la cabeza-. Traedme agua fría y un paño. No recuerdo cuál era el remedio de mi madre para las quemaduras.
-Tengo algo del Capitolio que lo arreglará en horas-anuncia Cinna entrando por la puerta, dejándose ver al mundo.
Peeta tiene la misma reacción que yo. Se levanta de la silla y sus labios forman una “o”. Haymitch, que hasta ahora no lo había visto, deja escapar de sus manos una botella que cae al suelo y se rompe. Effie mira el suelo con asombro y luego entrecierra los ojos. Los niños, al no entender nada, no reaccionan de ningún modo.
-¿Cómo es posible? ¿Cinna tiene un hermano gemelo y nunca nos lo contó?- pregunta Peeta.
-No. Soy yo.
-Había oído que te rescataron cuando a Peeta y los demás, pero nunca lo creí- dice Haymitch-. Pensaba que era mentira, no te vi por el 13.
-No me dejaron salir, pero todo lo que te dijeron es verdad.
-¿Te envenenaron con rastrevíspula?
Ahora Peeta tiene otra reacción completamente distinta. Mira a Cinna y sin pensarlo dos veces se coloca delante de mi, como para protegerme. Pensará que si Cinna fue tratado igual que él, me odiará y querrá matarme. Cinna no tiene por qué haber luchado contra él mismo para librarse del veneno si nada, o casi nada, me ata a él.
-No-digo yo y me pongo al lado de Peeta-, pero lo pensaban, por eso no dejaron que se me acercara- miro a Peeta y lo tranquilizo poniéndole las manos en la cara.
-Pero, ¿por qué no has venido en todos estos años? ¿Por qué no llamaste?-ahora Peeta mira a Cinna.
-Las últimas noticias que me llegaron de Katniss eran la muerte de su hermana, y el asesinato de Coin. Sólo me dijeron que emocionalmente estaba devastada, y de ti, Peeta, que tenías muchos demonios internos contra los que luchar. No quise entorpeceros más vuestro camino. Cuando volvisteis al 12, ya nadie me dio más explicaciones. No sabía que estabais juntos, ni que habíais tenido estos dos niños tan preciosos- Cinna mira a Sarah y luego a Jaden y sonríe-. Hasta que hace unos días Effie me llamó diciéndome que os casáis y que me necesitaba, bueno, a mí y al vestido.
-Y aquí estás- Haymitch se acerca al estilista y se dan un abrazo amistoso-. Sin duda va a ser la boda perfecta- se vuelve a Effie y le guiña un ojo.
-Oh, chicos, este es Cinna, mi estilista.
Jaden y Sarah se miran, enarcan una ceja y, los dos a la vez, recuerdan todo lo que les dijimos de él. Sonríen y asienten a la vez. Entonces se apresuran a abrazarlo y a presentarse. Cinna intercambia algunas palabras con los dos y en pocos minutos se convierte en una conversación sobre sus padres y sobre ropa. Ya se han hecho amigos. Mientras sucede todo esto, yo vuelvo a sentar a Peeta en la silla, que aún no puede creerse que esto esté sucediendo. Haymitch me pasa una palangana con agua fría, y Effie me da un paño. Le limpio la herida a Peeta y agradezco que Cinna tenga un producto capitoliano con el que tratar la quemadura. Me traen el ungüento y termino de curar la herida.
Peeta se ofrece voluntario para organizar la cena, pero sólo le dejo hacer eso. De preparar el menú que él elija ya me encargo yo. Sarah se ofrece a ayudarme pero Effie la echa porque tiene que contarnos algunas cosas a los mayores. Así que mis hijos se van con Cinna y con Haymitch al salón a compartir historias. Supongo que a conocer la visión del estilista de los Juegos.
-Veamos- comienza Effie mientras yo preparo pasta-, las invitaciones están enviadas. Me tomé la molestia de hacer una para Cinna, aunque visto lo visto, no la necesita. Todos los vestidos y trajes, incluido el mio y el de Haymitch ya están listos- hace una pausa para mirar su libreta y sigue-. Nos falta el lugar dónde se celebrará y toda la decoración. Oh, ¿tus votos, Peeta?
-Hechos- dice él-. Los tenía desde hace mucho tiempo.
Sí. Ha debido pasar tanto tiempo soñando con nuestra boda que los votos eran lo de menos. Además, estoy segura de que aunque no los tuviera, sería capaz de decir lo más bonito del mundo en el momento, sin necesidad de ensayar antes.
-¿Alguna idea del menú?
Peeta y yo nos miramos y dejo que sea él el que hable:
-Hemos pensado que el menú sea algo traído del Capitolio, cualquier cosa que nos pusieran cuando estuvimos allí. Ya sabes, no todos los invitados han tenido la oportunidad de comer algún manjar de ese tipo.
-Vale, sin problemas. Contrataré a los mejores cocineros y tendréis el mejor menú, ya lo veréis.
-Yo he pensado que lo ideal sería celebrarlo en la Pradera. Es grande, la hierba hace el lugar agradable y se puede ver el bosque desde allí.
-Sí, me parece bien. Ahora solo queda la decoración- se relame los labios y comienza a escribir con letra rápida todo lo que se le viene a la cabeza.
Cenar con Haymitch, Effie, Cinna, Peeta y los niños es lo mejor que puedo pedir en estos momentos. Somos como una gran familia, compartiendo momentos, contando anécdotas y dedicándonos cariño. Me alegro de que todos estemos a salvo, de que los Juegos hayan acabado, de que no haya peligro y podamos tener días así para siempre. Somos una familia que ha visto cosas horribles y sufrido pero que sabe mantenerse en pie a cada momento, todos unidos y cogidos de la mano para que ningún cimiento se caiga. Echo de menos a otras personas, algunas que no podrán volver y otras que quizá vea dentro de poco. Como los demás estilistas. Tengo unas enormes ganas de ver a Octavia. Flavius y Portia. Los tres sentados a la mesa también. Y a mi madre, que ya es abuela por doble partida y no lo sabe. Adorará a sus nietos, estoy segura. Y, aunque resulte raro, también echo de menos a Gale. Muchas veces me pregunto qué habrá sido de su vida, si habrá encontrado el amor y qué estará haciendo. Pero, si la suerte está de mi parte, puede que lo descubra en poco tiempo.

Lo que pensaba, Effie me tiene loca de un lado a otro buscando toda la decoración. Aún quedan dos semanas, bueno, algo menos, pero ella insiste en que si no seguimos la programación, no lo haremos todo a tiempo. Así que, nos encontramos caminando por el Distrito 1, después de hacer un viaje algo más largo que el que nos dejó en el 8. Esta vez Haymitch se ha quedado en casa y en su lugar ha venido Cinna. Él sabe mucho más que el mentor sobre decoración y por esa parte estoy contenta. Puedo pasar tres días agradables con mi estilista, y conociendo su historial sumado al de Effie, todo será perfecto.
-Rosas blancas, irán acorde con el vestido-replica Cinna a algo que previamente a dicho Effie.
-Pero si solo son blancas quedará muy soso. Apuesto por las rojas.
-Entonces las llamas no destacarán-afirma Cinna-, blancas y negras.
-¿Negras?-intervengo yo de repente por qué no sabía que existían de ese color.
-Las modifican genéticamente- aclara Effie-. Rojas, rosas, o de otro color pero no esos.
-Está bien, haz lo que quieras, pero insisto en que sean del mismo color que el vestido de Katniss.

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