Decir
que casi no me desmayo sería mentir. Pero la emoción es tan fuerte
que no lo hago. Salgo despedida hacia Cinna y lo abrazo con todas mis
fuerzas. Lloro de alegría y no me importa hacer sonidos raros
mientras noto sus brazos sobre mi cuerpo. Está vivo. Es imposible.
No, no lo es. Lo tengo entre mis brazos y está diciéndome que estoy
estupenda. Él también lo está. No ha cambiado nada. Seguro que se
ha hecho alguna cirugía en el Capitolio para conservarse así todos
estos años. Cuando me aparto de él siento la necesidad de volver a
abrazarlo. Pero reprimo mis ganas. Lo miro de arriba abajo y descubro
que sí que algo ha cambiado. Tiene una enorme cicatriz en la mejilla
derecha y supongo que tiene que ser fruto de las torturas recibidas
años atrás.
-¿Cómo...?
Me dijeron que habías muerto.
-En
cierto modo era verdad- frunzo el entrecejo-verás-, me torturaron,
me hicieron mil cosas. Me dieron por muerto después de una paliza.
Pero cuando aparecieron los hombres de Coin para rescatar a Peeta y
los demás, también me encontraron a mí. Me llevaron al Distrito 13
y consiguieron salvarme la vida.
-¿Por
qué nadie me dijo nada?
-Consideraban
que después de cómo te trató Peeta, yo podría hacerte lo mismo.
Pensaban que estaba envenenado por las rastrevíspulas. No podían
fiarse aunque yo les dije que no era cierto. Además, estabas apunto
de entrar en una guerra y no lo vieron adecuado.
-¿Y
por qué después nadie me avisó? Quiero decir, la guerra había
acabado, tú no estabas envenenado.
-Fue
decisión mía. Al enterarme de lo de tu hermana y de tu estado
emocional, no quise que me vieses. No sabía cómo te iba a sentar.
Volví al Capitolio y rehíce mi vida.
Me
vuelvo hacia Effie y la miro con algo de odio. Ella lo ha sabido todo
este tiempo y nunca me lo dijo. Tendría que haberlo hecho. Es Cinna.
Está vivo. Han pasado años, años en los que pensaba que estaba
muerto por mi culpa y nadie me quitó ese peso de encima. Pero me
alegro de que sea así porque es el mejor regalo que me podían haber
hecho. Cinna está aquí, puede ver mi boda, y encima llevaré un
vestido suyo. Sonrío a Effie y le doy las gracias, luego miro a
Cinna y sonrío también. Me alegro tanto.
-Bueno,
creo que es hora de que veas ese vestido tuyo, ¿no?
-De
eso ni hablar.- Effie se planta entre los dos y mira a Cinna
profundamente-. El vestido es alto secreto, no lo puede ver ahora.
-¿Cuándo
si no? Imagínate que tengo que hacerle algún ajuste, eso conlleva
tiempo.
Effie
se cruza de brazos y mira al suelo. Enarca una ceja y me mira un
segundo. Frunce los labios y se rinde.
-Vale,
que se lo pruebe. Pero tiene que ser deprisa. Peeta y los niños
están apunto de llegar.
Cinna
se dirige a el baño y trae lo que debe ser mi vestido envuelto en
una tela oscura. Me pide que cierre los ojos y que me de la vuelta
hasta que él diga. Hago lo que dice y espero. Escucho como Effie y
él susurran algo. Luego Cinna me dice que me quite la ropa. Cuando
lo hago levanto los brazos intuyendo que este es el paso a seguir,
como en los viejos tiempos. Noto como el vestido cae por todo mi
cuerpo, como se amolda a mis curvas. Cinna me gira y ajusta algunas
partes mientras Effie declara que es excelente.
-Abre
los ojos.
Miro
hacia abajo y lo veo. Es blanco con rayas negras diagonales en toda
la falda. Toco la tela y descubro que las franjas negras son plumas.
Me miro al espejo que han colocado enfrente de mí y puedo verme. De
nuevo lo ha hecho. Me ha convertido en el Sinsajo. Me recuerda al
vestido que llevé en la entrevista del Vasallaje. Pero este es mucho
más bonito. El escote cae en picado y veo como lo bordes están
repletos de diminutos diamantes transparentes. La cola es larga ,y
también está hecha de plumas blancas. La espalda está medio
descubierta y de nuevo, por los bordes hay una infinidad de
diamantes, aunque esta vez son negros. Cinna me coloca el velo. Es de
seda blanca con pequeñas piedras preciosas recorriéndolo.
-Gracias-
es lo único que puedo decir.
-Hay
algo más-dice- ¿qué le falta a la chica en llamas?
-Fuego-admite
Effie, impresionada con la belleza del vestido.
Giro
sobre mi misma, porque sé que es lo que Cinna quiere, y las llamas
se prolongan por todo le vestido. Cuando paro, la llamas desaparecen,
sin embargo el velo comienza a arder y la luz que emite hace que mis
ojos se realcen y mi cara quede empapada por el esplendor. No hay
adjetivos suficientes que describan su trabajo. Sin duda este es el
mejor traje que Cinna a podido hacer. Ni en un millón de años podré
agradecérselo.
-¿Te
gusta?- me pregunta.
-Es
el mejor de todos, Cinna.
-Gracias-
sonríe.
Effie
sale despedida de la habitación cuando el timbre abajo suena y por
la escaleras oigo sus tacones bajando todo lo que deprisa que pueden,
también se oye algo así como “quitate el vestido”. Le hago caso
y con ayuda de Cinna consigo salir de él. Vuelvo a ponerme mi ropa y
cojo al estilista de la mano. Él no conoce a los niños, y éstos
hasta hace poco no sabían nada de él. Peeta se llevará una gran
sorpresa cuando lo vea. Estamos entrando en la cocina cuando oigo:
-¿Y
cómo ha pasado? Eso tiene mala pinta...
-¿Qué
pasa?-pregunto entrando y veo la escena.
Peeta
tiene una quemadura que le recorre todo el brazo izquierdo. Es
horrible sólo con verlo desde aquí. La carne ensangrentada y llena
de ampollas por todas partes. Los niños están uno al lado del otro
poniendo muecas de dolor cuando Effie trata de tocar la herida de mi
novio. Es cuestión de segundos transportarme a la Arena y ver la
quemadura que me hice en la pantorrilla. Me producía un dolor
intenso y, de no ser por la crema que los patrocinadores me enviaron,
no sé que hubiese pasado con la pierna. Me acerco a Peeta y aparto a
Effie a un lado. Examino la quemadura y me muerdo el labio inferior.
Si mi madre o mi hermana estuvieran aquí les dejaría el trabajo a
ellas, pero desgraciadamente ninguna de las dos puede ayudarme y me
toca a mí, con lo que odio esto.
-El
horno, un panecillo se cayó e intenté rescatarlo-me explica.
-Creo
que no lo conseguiste- niega con la cabeza-. Traedme agua fría y un
paño. No recuerdo cuál era el remedio de mi madre para las
quemaduras.
-Tengo
algo del Capitolio que lo arreglará en horas-anuncia Cinna entrando
por la puerta, dejándose ver al mundo.
Peeta
tiene la misma reacción que yo. Se levanta de la silla y sus labios
forman una “o”. Haymitch, que hasta ahora no lo había visto,
deja escapar de sus manos una botella que cae al suelo y se rompe.
Effie mira el suelo con asombro y luego entrecierra los ojos. Los
niños, al no entender nada, no reaccionan de ningún modo.
-¿Cómo
es posible? ¿Cinna tiene un hermano gemelo y nunca nos lo contó?-
pregunta Peeta.
-No.
Soy yo.
-Había
oído que te rescataron cuando a Peeta y los demás, pero nunca lo
creí- dice Haymitch-. Pensaba que era mentira, no te vi por el 13.
-No
me dejaron salir, pero todo lo que te dijeron es verdad.
-¿Te
envenenaron con rastrevíspula?
Ahora
Peeta tiene otra reacción completamente distinta. Mira a Cinna y sin
pensarlo dos veces se coloca delante de mi, como para protegerme.
Pensará que si Cinna fue tratado igual que él, me odiará y querrá
matarme. Cinna no tiene por qué haber luchado contra él mismo para
librarse del veneno si nada, o casi nada, me ata a él.
-No-digo
yo y me pongo al lado de Peeta-, pero lo pensaban, por eso no dejaron
que se me acercara- miro a Peeta y lo tranquilizo poniéndole las
manos en la cara.
-Pero,
¿por qué no has venido en todos estos años? ¿Por qué no
llamaste?-ahora Peeta mira a Cinna.
-Las
últimas noticias que me llegaron de Katniss eran la muerte de su
hermana, y el asesinato de Coin. Sólo me dijeron que emocionalmente
estaba devastada, y de ti, Peeta, que tenías muchos demonios
internos contra los que luchar. No quise entorpeceros más vuestro
camino. Cuando volvisteis al 12, ya nadie me dio más explicaciones.
No sabía que estabais juntos, ni que habíais tenido estos dos niños
tan preciosos- Cinna mira a Sarah y luego a Jaden y sonríe-. Hasta
que hace unos días Effie me llamó diciéndome que os casáis y que
me necesitaba, bueno, a mí y al vestido.
-Y
aquí estás- Haymitch se acerca al estilista y se dan un abrazo
amistoso-. Sin duda va a ser la boda perfecta- se vuelve a Effie y le
guiña un ojo.
-Oh,
chicos, este es Cinna, mi estilista.
Jaden
y Sarah se miran, enarcan una ceja y, los dos a la vez, recuerdan
todo lo que les dijimos de él. Sonríen y asienten a la vez.
Entonces se apresuran a abrazarlo y a presentarse. Cinna intercambia
algunas palabras con los dos y en pocos minutos se convierte en una
conversación sobre sus padres y sobre ropa. Ya se han hecho amigos.
Mientras sucede todo esto, yo vuelvo a sentar a Peeta en la silla,
que aún no puede creerse que esto esté sucediendo. Haymitch me pasa
una palangana con agua fría, y Effie me da un paño. Le limpio la
herida a Peeta y agradezco que Cinna tenga un producto capitoliano
con el que tratar la quemadura. Me traen el ungüento y termino de
curar la herida.
Peeta
se ofrece voluntario para organizar la cena, pero sólo le dejo hacer
eso. De preparar el menú que él elija ya me encargo yo. Sarah se
ofrece a ayudarme pero Effie la echa porque tiene que contarnos
algunas cosas a los mayores. Así que mis hijos se van con Cinna y
con Haymitch al salón a compartir historias. Supongo que a conocer
la visión del estilista de los Juegos.
-Veamos-
comienza Effie mientras yo preparo pasta-, las invitaciones están
enviadas. Me tomé la molestia de hacer una para Cinna, aunque visto
lo visto, no la necesita. Todos los vestidos y trajes, incluido el
mio y el de Haymitch ya están listos- hace una pausa para mirar su
libreta y sigue-. Nos falta el lugar dónde se celebrará y toda la
decoración. Oh, ¿tus votos, Peeta?
-Hechos-
dice él-. Los tenía desde hace mucho tiempo.
Sí.
Ha debido pasar tanto tiempo soñando con nuestra boda que los votos
eran lo de menos. Además, estoy segura de que aunque no los tuviera,
sería capaz de decir lo más bonito del mundo en el momento, sin
necesidad de ensayar antes.
-¿Alguna
idea del menú?
Peeta
y yo nos miramos y dejo que sea él el que hable:
-Hemos
pensado que el menú sea algo traído del Capitolio, cualquier cosa
que nos pusieran cuando estuvimos allí. Ya sabes, no todos los
invitados han tenido la oportunidad de comer algún manjar de ese
tipo.
-Vale,
sin problemas. Contrataré a los mejores cocineros y tendréis el
mejor menú, ya lo veréis.
-Yo
he pensado que lo ideal sería celebrarlo en la Pradera. Es grande,
la hierba hace el lugar agradable y se puede ver el bosque desde
allí.
-Sí,
me parece bien. Ahora solo queda la decoración- se relame los labios
y comienza a escribir con letra rápida todo lo que se le viene a la
cabeza.
Cenar
con Haymitch, Effie, Cinna, Peeta y los niños es lo mejor que puedo
pedir en estos momentos. Somos como una gran familia, compartiendo
momentos, contando anécdotas y dedicándonos cariño. Me alegro de
que todos estemos a salvo, de que los Juegos hayan acabado, de que no
haya peligro y podamos tener días así para siempre. Somos una
familia que ha visto cosas horribles y sufrido pero que sabe
mantenerse en pie a cada momento, todos unidos y cogidos de la mano
para que ningún cimiento se caiga. Echo de menos a otras personas,
algunas que no podrán volver y otras que quizá vea dentro de poco.
Como los demás estilistas. Tengo unas enormes ganas de ver a
Octavia. Flavius y Portia. Los tres sentados a la mesa también. Y a
mi madre, que ya es abuela por doble partida y no lo sabe. Adorará a
sus nietos, estoy segura. Y, aunque resulte raro, también echo de
menos a Gale. Muchas veces me pregunto qué habrá sido de su vida,
si habrá encontrado el amor y qué estará haciendo. Pero, si la
suerte está de mi parte, puede que lo descubra en poco tiempo.
Lo
que pensaba, Effie me tiene loca de un lado a otro buscando toda la
decoración. Aún quedan dos semanas, bueno, algo menos, pero ella
insiste en que si no seguimos la programación, no lo haremos todo a
tiempo. Así que, nos encontramos caminando por el Distrito 1,
después de hacer un viaje algo más largo que el que nos dejó en el
8. Esta vez Haymitch se ha quedado en casa y en su lugar ha venido
Cinna. Él sabe mucho más que el mentor sobre decoración y por esa
parte estoy contenta. Puedo pasar tres días agradables con mi
estilista, y conociendo su historial sumado al de Effie, todo será
perfecto.
-Rosas
blancas, irán acorde con el vestido-replica Cinna a algo que
previamente a dicho Effie.
-Pero
si solo son blancas quedará muy soso. Apuesto por las rojas.
-Entonces
las llamas no destacarán-afirma Cinna-, blancas y negras.
-¿Negras?-intervengo
yo de repente por qué no sabía que existían de ese color.
-Las
modifican genéticamente- aclara Effie-. Rojas, rosas, o de otro
color pero no esos.
-Está
bien, haz lo que quieras, pero insisto en que sean del mismo color
que el vestido de Katniss.
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