martes, 18 de septiembre de 2012

Capítulo 7 (parte II)


-El mejor día de tu vida-asiento-. Tengo unos nietos preciosos. Perdona por no haber estado aquí, ni haberte llamado.
-No importa, mamá. Lo que me hace feliz es verte aquí-miro hacia mi alrededor; Johanna, Beetee, Plutarch, Annie, Cinna, Haymitch y Peeta-, veros aquí a todos.
Vamos a sentarnos. Peeta me sujeta por el brazo ya que los tacones por el prado no son muy compatibles. Nos sentamos en nuestra mesa. Blanca con adornos dorados. Mi madre a mi izquierda, Peeta a mi derecha. Mis hijos en los extremos. Una mesa a pocos metros retiene a todos mis estilistas, Effie y Haymitch. Llegan más invitados, gente del 12. Nos saludan a Peeta y a mí y siguen las indicaciones de Effie hasta encontrar a sus asientos.
La comida no tarda en llegar. No sé de donde salen tantos camareros y mucho menos de donde provienen los platos, pero en pocos minutos todos tenemos delante de nuestros ojos la primera fuente de tres. Es un plato que comí en el Capitolio. Pavo con salsa de nata y caramelo, cubierta con trozos de nuez frita en pulpa de manzana que cruje en cuanto la metes en la boca, con guisantes y cubos de patata. Un plato suculento, sin duda. Lo saboreamos, masticando lo más lento posible y mojando la salsa en pan. Un pan también traído desde fuera, aunque no desde el Capitolio. Es del 4, si no me equivoco.
El segundo plato esta basado en mariscos y más mariscos. Ostras, almejas en una salsa que no paro de tomar, cangrejos, gambas, mejillones, navajas...Hay cosas que nunca había visto antes pero que están deliciosas. Aparte, ponen unas ocho salsas distintas para mojar allí todo lo que queramos y Peeta y yo jugamos a cerrar los ojos e intentar adivinar en que salsa ha mojado el otro lo que estamos comiendo. Simplemente no podía ser mejor. Aunque los platos están muy bien preparados y pensados, lo que de verdad me importa no es la comida en sí, sino que toda esta gente, todos estos invitados puedan disfrutarla sin temor. Puedan comer cosas que nunca antes habían comido y disfrutar de un día tan agradable como hoy. Olvidar los problemas del pasado y del presente y centrarse únicamente en lo que tenemos hoy por delante.
El tercer plato me desconcierta un poco. Es una crema que comí en los primeros Juegos, que sí, me encanta, pero me pregunto por qué no la habrán puesto de primer plato. Aún así, todos la comen con ganas hasta no quedar nada en sus platos. Yo solo he probado un poco de ella porque literalmente, si como más reviento, así que el resto se lo he dejado a Peeta que parece tener más hambre que nunca.
Dejan unos minutos para reposar antes de traer la tarta y en segundos la gente arma un campo de batalla en conversaciones. No atiendo a ninguna en particular más que nada porque entre tanto barullo no comprendo ni una palabra. Tan solo puedo escuchar con claridad a los que tengo a mi alrededor.
-Tenemos que repetir lo de las salsas-ríe Peeta-. A lo mejor la próxima vez puedes ganarme.
-¿Cómo? Yo he acertado más que tú-le doy un suave puñetazo en el hombro y dejo escapar una risita.
-No sabes perder-me saca la lengua.
-Ni tu ganar-me acerco y le doy un beso en la mejilla-. ¿Qué te parece todo?
-La mejor boda que Panem pueda recordar-susurra-. No podía ser de otra forma siendo la tuya.
Le doy un beso rápido en los labios porque en un abrir y cerrar de ojos traen la tarta-bueno, las tartas. Porque hay al menos, iguales, cuatro pisos de 6 tartas en cada uno-, a nosotros dos nos ponen una especial. Es de nata con virutas de chocolate blanco, negro, con leche, cremado y otros de colores rojos, naranjas y amarillos. Redonda y pequeña, exclusivamente para los dos. Nunca he llegado a esta parte en las bodas así que no sé lo qué hacer. Sé que antiguamente, antes de Panem, otra civilizaciones tenían muchas maneras de celebrar sus bodas. La más reciente, respecto a la tarta, era que el novio con una espada cortara un trozo y uno le diera al otro y viceversa. Aquí no hay espadas, y la verdad, si sacan una sería imposible no creer que estoy en unos juegos, así que lo prefiero asi. Cojo una cucharilla y corto un pequeño trozo que llevo a los labios de Peeta, él abre la boca y la degusta asintiendo con la cabeza dando su aprobación. Entonces me percato de que todas esas tartas han salido de su panadería y que él mismo ha ayudado a hacerlas. Me fijo en la tarta, y entonces lo veo todo. Yo estoy en ella formada por virutas de chocolate negro y todo lo que tengo a mi alrededor son llamas.
-Katniss, la chica en llamas-dice mi madre robándome un trozo de ella.
-Es maravillosa-le digo a Peeta mientras él lleva un trozo a mi boca. Me lo como y he de decir que está mejor que todos los platos del Capitolio que haya podido probar.

Me encuentro sola, sentada en una silla cerca de la pista de baile, viendo como Peeta y Sarah bailan en el centro. Yo ya he estado bailando un buen rato, pero mis pies reclamaban un descanso, así que me lo estoy tomando. De repente, Jaden, se acerca a mí con una sonrisa en la cara.
-Hola-digo.
-Hola-responde-. Tengo que darte algo. Es un regalo de papá.
Frunzo el ceño y veo que tiene una cajita de color negro en las manos, me la tiende y la cojo. Miro a Peeta, aunque ha desaparecido entre tanta gente. La abro y descubro algo que me deja sin aliento. Es mi medallón, él que dio en el vasallaje en la playa. Pero hay algo más. La perla, esa que también me dio allí y que tanto he conservado durante años esta incrustada en él. Lo abro y veo la misma foto de Prim y mi madre, y donde debería estar Gale están mis hijos.
-Tu amigo está detrás de nosotros-aclara Jaden-. Espero que te haya gustado.
-Mucho-le digo enterrando mis dedos en su cabello-. Significa mucho más de lo que os podáis creer. Voy a hablar con tu padre.
Dejo a Jaden sentado en mi silla y busco a Peeta entre las parejas de baile hasta dar con él. Sarah me cede su puesto y abrazo a Peeta intentado encontrar la postura adecuada para poder bailar. Él me agarra por la cintura y yo entrelazo los dedos detrás de su nuca.
-¿Te ha gustado?-pregunta indeciso, mirándome a los ojos.
No tengo otra cosa que regalarme más que mi voz, así que acerco a su oído y canto solo y exclusivamente para él. Nadie más me oye, solo mi Peeta. Mi vida. Es una canción antigua que me cantaba mi padre. Una canción de amor y de libertad. No sé ni como aún la recordaba pero así es. Cuando acabo él me besa con fuerza y ternura.
-Gracias-le digo.
Mira hacia otra parte y esboza una sonrisa.
-Me parece que llega la hora de dar los regalos a tu mentor y a Effie.
Asiento y nos intentamos alejar de la pista de baile lo antes posible. Pero durante el camino, poco después de dejar a toda la multitud atrás, un dolor agudo de apodera de mi cabeza y me apoyo en Peeta para no caerme. Siento cómo me mareo, como en vez de tener dos pies tengo cuatro y sé que no está pasando nada bueno. Quizá sea por el champán.
-Estoy bien-musito. No quiero que se preocupe por mí-. Solo algo cansada, así que espero que no te importe que vayas un poco más adelantado que yo. Enseguida voy.
-¿Estás segura?-me pregunta dejándome en una silla.
-Segurísima- pero lo cierto es que el mareo se incrementa tanto que tengo que cerrar los ojos y apoyarme en la mesa de al lado. Vale, quizá no esté tan bien.
-Katniss...
-Escucha-lo corto-. Entrégale los regalos a Haymitch y Effie y luego vienes a por mí, ¿vale? No quiero estropearlo, además seguro que se me pasa en poco tiempo.
-Está bien-acepta a regañadientes-. Intentaré no tardar mucho, aunque se lo diré a Effie.
Escucho que se aleja tras acariciarme un mechón de pelo y siento unas nauseas terribles. El calor me invade el cuerpo y siento la necesidad de quitarme el vestido. Pero no me atrevo a levantar la cabeza porque sé que si lo hago voy a ver doble, me voy a marear más y voy a echar toda la comida. ¿Qué me sucede?
-¿Estás bien?-pregunta quien creo que debe de ser Beetee.
-No mucho-contesto.
-¿Quieres que traiga agua?
-Sí, y algo con lo que abanicarme, por favor.
Al cabo de unos pocos minutos vuelve con un vaso hasta arriba de agua y uno de los menús. Me abanica poco a poco y bebo sorbito a sorbito hasta que me lo bebo todo. Pero el dolor de cabeza sé que no va a remitir y el mareo sigue en su curso. Entonces me viene a la mente que en estos precisos momentos, en el Capitolio se están llevando a cabo unas elecciones.
-¿Sabes algo de eso?-le pregunto a Beetee y sé que sabrá a lo que me refiero.
-No mucho. Solo que está habiendo mucho revuelo y las cosas están bastante empatadas.
-¿Crees que nos afectará?
Se queda pensativo y coge otra silla para sentarse a mi lado. Me mira a los ojos, aunque yo no soy capaz de mantener mi vista fija en un punto en concreto.
-De alguna manera u otra. Habrá cosas buenas...-hace una pausa algo larga para mi gusto-, y cosas malas. Aunque nunca podremos saber qué nos deparará el futuro.
-Sea como sea, solo deseo lo mejor para mis hijos.
Traga saliva y asiente. Luego se coloca las gafas en su sitio y sigue abanicándome. No dice nada más. Solo me sonríe y mira hacia los lados, como si esperase a que apareciese alguien. Mira su reloj un par de veces y se frota la sien.
-Katniss, si de alguna manera, fuera quien fuese el próximo presidente de Panem, volviesen...ya sabes, lo de antes, la situación de antes, ¿qué harías?
La pregunta me deja algo asombrada. Ya es difícil mantener la mente puesta en algún pensamiento con este mareo, y lo que dice solo lo agrava más. Pero, ¿a qué se refiere con la situación de antes? ¿A la pobreza? ¿A la opresión? ¿A la injusticia? ¿A los juegos?
-Eso no pasará-me digo a mi misma cuando se me cruza por la mente la idea de volver a ser mentora y la posibilidad de que mis hijos vayan y yo no pueda presentarme voluntaria por ellos.
-Eso esperamos todos-dice Beetee, con voz queda, pensativo, con la mente en otra parte, como si supiera de antemano algo que yo no puedo prever-. Sea como sea, recuerda quién eres, Katniss.
Alzo una ceja. Esta conversación, ¿hay algo que Beetee intenta decirme y yo no soy capaz de ver? Supongo que ahora con el mareo no veo las cosas claras, pero la intuición me dice que debo meditar en sus palabras, indagar más en el tema y averiguar por qué, primero Paylor, y ahora él intentan decirme que no olvide que soy el Sinsajo. Pero justo cuando voy a formular la siguiente pregunta, Effie aparace acompañada de Peeta. Antes de preguntarme si me pasa algo o no, me abraza.
-Gracias, gracias mil veces. ¡Una casa! No sé cómo os lo voy a poder pagar-entonces me acuerdo de su regalo y esbozo una sonrisa.
-Creo que todos estos años son más que suficientes-contesto.
-¿Estás mejor?-me pregunta Peeta acercándose.
La verdad es que algo mejor sí que estoy, aunque no se me pase del todo. Me traen otro vaso de agua que no tardo en beber de nuevo y me siguen abanicando, así un rato, mientras conversan e intentan hacer la esperar de que me recomponga menos pesada. Hasta que, por fin, el mareo desaparece, puedo ver bien, y las nauseas casi se van por completo.
Peeta acompaña a Beetee para hablar con Enobaria, Annie y Johanna de algo importante pero de lo que aún no me puedo esperar. Otra sorpresa más. Me siento mal por no haberle preparado nada a él. Effie sigue acompañándome, contándome la reacción de Haymitch y los problemas que han tenido con el cuadro. Entonces, mientras bebo otro sorbo de agua, veo en una mesa sentado a Gale y sé que debería hablar con él.
-Effie, ¿te importa si voy un segundo con Gale?
-En absoluto, así sé que estarás bien.
Camino hacia él lentamente, no quiero que por ir más deprisa me de otro ataque y entonces estropee el reencuentro. La verdad es que en el fondo no espera que viniese, al fin y al cabo es mi boda. Con Peeta. Y eso que le dije que ni me casaría ni tendría hijos. Bueno, puede que en ese momento nunca hubiese imaginado el giro de los acontecimientos.
-¿Te apetece un baile?-le pregunto sobresaltándolo.
-Hola, Catnip- saluda al darse la vuelta.
Me río. Hacía tanto tiempo que no escuchaba “Catnip” que hasta casi se me había olvidado su significado. Lo miro a los ojos y sonrío. No ha contestado a mi pregunta. Aunque sé por las ojeras, los ojos hinchados y esa mirada que está roto por dentro y me siento mal.
-Así que no quieres que bailemos-me cruzo de brazos-. Ten en cuenta que odio bailar y no haré dos veces la misma propuesta.
-Cla...claro que quiero un baile-se levanta de la silla y me tiende la mano.
-¿Cómo estás?-pregunto mientras me agarro de su brazo y caminamos hacia la pista de baile.
Sé que mal. No hace falta que diga nada porque en sus ojos veo el reflejo de sus sentimientos y sé todo lo que siente, todo lo que piensa. Demasiados años a su lado, demasiados recuerdos y tormentos hemos pasado juntos como para no saberlo. Me he casado con un hombre que no es él. Que en el fondo sé que odia y además fue a él mismo al que le negué casarme algún día y tener hijos. Y por extraño que resulte, siempre que se me cruzó por la mente estar con alguien fue, de alguna manera, Gale.
-Bien-dice-. Echaba de menos todo esto.
Y no sé por qué pero ahora me siento la persona más vulnerable del mundo mundial. Le abrazo, enroscando mis brazos en su cuerpo y apoyando mi cabeza en su hombro. Sé que le he hecho daño y me odio por ello, pero no puedo quedarme con los dos.
-Perdóname. Siento mucho que no fueras tú- musito y sé que esto le hace más daño todavía así que sollozo levemente, sin venir a cuento. Él me rodea con sus brazos y lo hace más difícil todavía. Pero hay algo que nunca podré olvidar, algo que cuando mire a Gale a los ojos se vendrá a mi mente de forma inmediata. Me separo de él y susurro-: Prim.
-Lo siento-admite-, siento mucho lo de Prim. Fue mi culpa. Katniss, no me odies por eso.
-No te odio, Gale, pero...-aparto mi mirada de la suya y vuelvo a abrazarle.
-Sé que nunca podrás volver a mirarme a los ojos sin que Prim acuda a tu mente, Katniss. Y de verdad que lo siento, pero no puedo hacer nada.
-Lo sé-afirmo-, quiero volver a atrás pero es imposible- y es totalmente cierto porque no hay manera posible de volver al pasado, y si hubiera forma...
No decimos nada más. Nos integramos en el baile, aunque ahora voy mucho peor de lo que lo hacía con Peeta. Con mi marido he bailado ya muchas veces pero no es así con Gale, Y, aunque antes su cuerpo, sus manos y todo lo que es él, me parecía conocerlo a la perfección, ahora no puedo decir lo mismo.
-Nuestros hijos han ido a explorar-dice.
-¿Qué?-me separo un poco de él porque no entiendo lo que dice.
-Acabo de verlos irse por allí-señala el bosque y miro hacia allí-. Tienes unos hijos preciosos, Catnip.
-Oliver también lo es-sonrío sé que me lo va a reprochar.
-Dijiste que no ibas a tener hijos-me recuerda.
Hago una pausa y me remonto a aquella conversación, justo la mañana antes de que el nombre de mi hermana saliera en la cosecha y yo ocupara su puesto. Me pierdo en los recuerdos, cierro los ojos y sacudo la cabeza. Gale asiente como si me diera su aprobación.
-Las cosas son distintas-digo-. Nada es como lo imaginé hace años.
-¿Peeta?-pregunta al instante.
-Todo-afirmo y quiero darle a entender que no es sólo por Peeta. Es que ha acabado la opresión, es todo lo que hemos vivido, la muerte de Prim, y sí, él.
Nos movemos al ritmo de la música. No comprendo nada. No debería sentirme culpable por haber roto lo que un día le dije a él, al igual que no me debería sentir mal por haberme casado con Peeta sabiendo sus sentimientos. Yo no amo a Gale. Puede que un día mi corazón pudiese andar algo confundido, pero ya no es el caso. Por mucho que Gale quiera volver al pasado ya es imposible. Yo no soy Katniss Everdeen, aquella chica que solo quería hacer sobrevivir a su familia. Y él no es más mi mejor amigo, mi compañero de caza, el chico con el que me desahogaba. Y no vivimos en los mismo días, ni en las misma condiciones. Y, por supuesto, él no ha sobrevivido a dos Juegos intentando salvar la vida de otro. Nunca ha podido ver desde el punto de vista de un vencedor, así que es imposible que sepa lo que siento y pienso. Es imposible que comprenda cuánto he cambiado.
Los recuerdos de ambos Juegos, la rebelión, mi transformación en el Sinsajo, la muerte de mi padre, los tiempos en que éramos amigos y tantas vidas que arrebaté, me transportan a un estado mental temporal en el que solo quiero llorar y llorar, así que lo abrazo antes de que sea demasiado tarde. Coloco mis manos alrededor de su cuello y lo siento demasiado cerca. Él me coge por la cintura con fuerza, atrayéndome hacia él.
-Hay algo que quiero decirte, Catnip- me pilla de improvisto y no soy capaz de contestar-. Es sobre nuestro pasado. Sobre nosotros- intento zafarme de sus brazos por no quiero que me confunda, que me líe ni que me diga nada más acerca del pasado, pero me agarra con fuerza y termina por pegar nuestros cuerpos-. Tengo que despedirme, déjame hacer eso. Después te prometo no volver a hablarte jamás de esto- asiento con la cabeza y acerca sus labios a mi oído lo que hace que me extremezca-. Si te digo que no has sido la única en ocupar mi corazón en toda mi vida, mentiría. Quizá nunca lo dije de esta forma, quizá no luché demasiado por ti, pero...te amo, y eso no se puede cambiar. Sé que ya no tengo posibilidad, pero quiero que lo sepas. Puede que hayamos cambiado, pero no tiene por qué acabar así. Siempre me tendrás aquí-pone su mano sobre mi pecho justo donde está el corazón y pronto comienza a palpitar con más fuerza-. Siempre me has tenido, siempre. Desde el momento en que llegaste a mi alma- hace una pausa-. Te conozco como a nadie y no quiero reconocerlo, pero temo haberte perdido. Nunca olvidaré cada momento a tu lado, cada sonrisa que me has dedicado o cada vez que nuestras manos se rozaron involuntariamente. Te he visto llorar, reír, luchar y amar. Tu fuerza es lo que me hacía fijarme en ti. Tus ojos y tu forma de ser-le abrazo con más fuerza para que pare porque las hormonas se me disparan y comienzo a sollozar-. Quería ser el padre de tus hijos-confiesa y cierro los ojos con fuera. Peeta es su padre, siempre lo he querido, ya incluso en la segunda arena fantaseé sobre ello porque se lo merecía más que Gale-, quería casarme contigo. Y sigo queriendo serlo. Serlo todo para ti-deja de hacer presión sobre mi pecho y baja su mano hasta encontrar la mía. Entrelaza nuestros dedos y se aparta para mirarme a los ojos-. Te quiero, Katniss. Te echaré de menos. Perdóname por no haber luchado lo suficiente.
Sé que se está despidiendo pero no sé que decirle. No quiero herirle más. No quiero decirle que lo siento mucho pero no puedo aceptar su disculpa por el simple hecho de que nunca se lo exigí, ni lo quise. No hay nada que pueda decirle que soliviante su pesar. Nada. Me mira a los ojos buscando una respuesta, seguramente en ellos, pero lo único que va a encontrar son unas ganas inmensas de llorar y el no saber qué contestar.
-Lo siento-dice de nuevo.
Sacudo la cabeza y cierro los ojos. Luego intento formar un sonrisa, pero me tiemblan los labios y cuando abro los ojos de nuevo, no puedo evitar derramar más lágrimas. ¿Qué me pasa? No puedo controlar mis sentimientos, me mareo cada dos por tres y estoy más que cansada. Y supongo que todo ese cúmulo de cosas y tantos recuerdos juntos hacen que durante un momento quiera besarle. Un último beso, como despedida para siempre. Pero no puede ser. Solo estoy confundida y aturdida por todo un poco. Abro la boca para decirle un montón de cosas sin sentido cuando una voz me detiene.
Una voz que por su tono sé que trae malas noticia, una voz que conozco bien.
-Estamos en peligro-es la frase de Paylor. No necesito nada más.
Miro a Gale y nuestros ojos se encuentran. Mis hijos, Finn y el suyo están en el bosque. Peeta con los invitados. Todos los invitados. Todo. Como si nos leyéramos la mente, él corre a por los chicos y yo corro como puedo para encontrar a Peeta. Cuanto antes. Paylor va en silla de ruedas aunque está mucho mejor de cuando la vi. Me dice algo mientras lucho por encontrar a mis conocidos, pero cuando veo sus expresiones sé que ya lo saben.
Effie desaloja la Pradera. La fiesta iba a durar más, hasta que fuera de noche y se encendieran los farollilos. Hay invitados que deciden quedarse un poco más. Pero nosotros no podemos perder el tiempo. Peeta me abraza con fuerza mientras intento asimilar la información. Aunque llega de tantas partes, de tantas bocas que apenas si consigo entender lo siguiente:
las elecciones no han traído nada nuevo. Todos políticos corruptos y tiranos presentándose, la gente sin saber a quién votar. Miedo en el Capitolio. Escenas cortadas. Revueltas en distritos, en las calles del Capitolio. Informaciones que llegan al 13 no muy buenas. Cosas que no puedo comprender. Algo que en mi mente no existe. Algo que me he obligado a olvidar, a desechar, a rechazar, a olvidar y a no entender jamás.
Pero Haymitch, que me lee el pensamiento y los sentimientos, se adelanta a todo el mundo y los hace callar. Sabe que solo necesito una frase para comprenderlo todo. Y esa frase llega acompañada de un frío silencio.
-Venganza, Katniss, venganza.

1 comentario:

  1. me encanta de verdad!! pobre katniss pobre gale!!! que pasara?? volvera haber juegos?
    bufff... para cuando el siguiente??? es que me encantaaaa

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