-El
mejor día de tu vida-asiento-. Tengo unos nietos preciosos. Perdona
por no haber estado aquí, ni haberte llamado.
-No
importa, mamá. Lo que me hace feliz es verte aquí-miro hacia mi
alrededor; Johanna, Beetee, Plutarch, Annie, Cinna, Haymitch y
Peeta-, veros aquí a todos.
Vamos
a sentarnos. Peeta me sujeta por el brazo ya que los tacones por el
prado no son muy compatibles. Nos sentamos en nuestra mesa. Blanca
con adornos dorados. Mi madre a mi izquierda, Peeta a mi derecha. Mis
hijos en los extremos. Una mesa a pocos metros retiene a todos mis
estilistas, Effie y Haymitch. Llegan más invitados, gente del 12.
Nos saludan a Peeta y a mí y siguen las indicaciones de Effie hasta encontrar a sus asientos.
La
comida no tarda en llegar. No sé de donde salen tantos camareros y
mucho menos de donde provienen los platos, pero en pocos minutos
todos tenemos delante de nuestros ojos la primera fuente de tres. Es
un plato que comí en el Capitolio. Pavo con salsa de nata y
caramelo, cubierta con trozos de nuez frita en pulpa de manzana que
cruje en cuanto la metes en la boca, con guisantes y cubos de patata.
Un plato suculento, sin duda. Lo saboreamos, masticando lo más lento
posible y mojando la salsa en pan. Un pan también traído desde
fuera, aunque no desde el Capitolio. Es del 4, si no me equivoco.
El
segundo plato esta basado en mariscos y más mariscos. Ostras,
almejas en una salsa que no paro de tomar, cangrejos, gambas,
mejillones, navajas...Hay cosas que nunca había visto antes pero que
están deliciosas. Aparte, ponen unas ocho salsas distintas para
mojar allí todo lo que queramos y Peeta y yo jugamos a cerrar los
ojos e intentar adivinar en que salsa ha mojado el otro lo que estamos
comiendo. Simplemente no podía ser mejor. Aunque los platos están
muy bien preparados y pensados, lo que de verdad me importa no es la
comida en sí, sino que toda esta gente, todos estos invitados puedan
disfrutarla sin temor. Puedan comer cosas que nunca antes habían
comido y disfrutar de un día tan agradable como hoy. Olvidar los
problemas del pasado y del presente y centrarse únicamente en lo que
tenemos hoy por delante.
El
tercer plato me desconcierta un poco. Es una crema que comí en los
primeros Juegos, que sí, me encanta, pero me pregunto por qué no la
habrán puesto de primer plato. Aún así, todos la comen con ganas
hasta no quedar nada en sus platos. Yo solo he probado un poco de
ella porque literalmente, si como más reviento, así que el resto se
lo he dejado a Peeta que parece tener más hambre que nunca.
Dejan
unos minutos para reposar antes de traer la tarta y en segundos la
gente arma un campo de batalla en conversaciones. No atiendo a
ninguna en particular más que nada porque entre tanto barullo no
comprendo ni una palabra. Tan solo puedo escuchar con claridad a los
que tengo a mi alrededor.
-Tenemos
que repetir lo de las salsas-ríe Peeta-. A lo mejor la próxima vez
puedes ganarme.
-¿Cómo?
Yo he acertado más que tú-le doy un suave puñetazo en el hombro y
dejo escapar una risita.
-No
sabes perder-me saca la lengua.
-Ni
tu ganar-me acerco y le doy un beso en la mejilla-. ¿Qué te parece
todo?
-La
mejor boda que Panem pueda recordar-susurra-. No podía ser de otra
forma siendo la tuya.
Le
doy un beso rápido en los labios porque en un abrir y cerrar de ojos
traen la tarta-bueno, las tartas. Porque hay al menos, iguales,
cuatro pisos de 6 tartas en cada uno-, a nosotros dos nos ponen una
especial. Es de nata con virutas de chocolate blanco, negro, con
leche, cremado y otros de colores rojos, naranjas y amarillos.
Redonda y pequeña, exclusivamente para los dos. Nunca he llegado a
esta parte en las bodas así que no sé lo qué hacer. Sé que
antiguamente, antes de Panem, otra civilizaciones tenían muchas
maneras de celebrar sus bodas. La más reciente, respecto a la tarta,
era que el novio con una espada cortara un trozo y uno le diera al
otro y viceversa. Aquí no hay espadas, y la verdad, si sacan una
sería imposible no creer que estoy en unos juegos, así que lo
prefiero asi. Cojo una cucharilla y corto un pequeño trozo que
llevo a los labios de Peeta, él abre la boca y la degusta asintiendo
con la cabeza dando su aprobación. Entonces me percato de que todas
esas tartas han salido de su panadería y que él mismo ha ayudado a
hacerlas. Me fijo en la tarta, y entonces lo veo todo. Yo estoy en
ella formada por virutas de chocolate negro y todo lo que tengo a mi
alrededor son llamas.
-Katniss,
la chica en llamas-dice mi madre robándome un trozo de ella.
-Es
maravillosa-le digo a Peeta mientras él lleva un trozo a mi boca. Me
lo como y he de decir que está mejor que todos los platos del
Capitolio que haya podido probar.
Me
encuentro sola, sentada en una silla cerca de la pista de baile,
viendo como Peeta y Sarah bailan en el centro. Yo ya he estado
bailando un buen rato, pero mis pies reclamaban un descanso, así que
me lo estoy tomando. De repente, Jaden, se acerca a mí con una
sonrisa en la cara.
-Hola-digo.
-Hola-responde-.
Tengo que darte algo. Es un regalo de papá.
Frunzo
el ceño y veo que tiene una cajita de color negro en las manos, me
la tiende y la cojo. Miro a Peeta, aunque ha desaparecido entre tanta
gente. La abro y descubro algo que me deja sin aliento. Es mi
medallón, él que dio en el vasallaje en la playa. Pero hay algo
más. La perla, esa que también me dio allí y que tanto he
conservado durante años esta incrustada en él. Lo abro y veo la
misma foto de Prim y mi madre, y donde debería estar Gale están mis
hijos.
-Tu
amigo está detrás de nosotros-aclara Jaden-. Espero que te haya
gustado.
-Mucho-le
digo enterrando mis dedos en su cabello-. Significa mucho más de lo
que os podáis creer. Voy a hablar con tu padre.
Dejo
a Jaden sentado en mi silla y busco a Peeta entre las parejas de
baile hasta dar con él. Sarah me cede su puesto y abrazo a Peeta
intentado encontrar la postura adecuada para poder bailar. Él me
agarra por la cintura y yo entrelazo los dedos detrás de su nuca.
-¿Te
ha gustado?-pregunta indeciso, mirándome a los ojos.
No
tengo otra cosa que regalarme más que mi voz, así que acerco a su
oído y canto solo y exclusivamente para él. Nadie más me oye, solo
mi Peeta. Mi vida. Es una canción antigua que me cantaba mi padre.
Una canción de amor y de libertad. No sé ni como aún la recordaba
pero así es. Cuando acabo él me besa con fuerza y ternura.
-Gracias-le
digo.
Mira
hacia otra parte y esboza una sonrisa.
-Me
parece que llega la hora de dar los regalos a tu mentor y a Effie.
Asiento
y nos intentamos alejar de la pista de baile lo antes posible. Pero
durante el camino, poco después de dejar a toda la multitud atrás,
un dolor agudo de apodera de mi cabeza y me apoyo en Peeta para no
caerme. Siento cómo me mareo, como en vez de tener dos pies tengo
cuatro y sé que no está pasando nada bueno. Quizá sea por el
champán.
-Estoy
bien-musito. No quiero que se preocupe por mí-. Solo algo cansada,
así que espero que no te importe que vayas un poco más adelantado
que yo. Enseguida voy.
-¿Estás
segura?-me pregunta dejándome en una silla.
-Segurísima-
pero lo cierto es que el mareo se incrementa tanto que tengo que
cerrar los ojos y apoyarme en la mesa de al lado. Vale, quizá no
esté tan bien.
-Katniss...
-Escucha-lo
corto-. Entrégale los regalos a Haymitch y Effie y luego vienes a
por mí, ¿vale? No quiero estropearlo, además seguro que se me pasa
en poco tiempo.
-Está
bien-acepta a regañadientes-. Intentaré no tardar mucho, aunque se
lo diré a Effie.
Escucho
que se aleja tras acariciarme un mechón de pelo y siento unas
nauseas terribles. El calor me invade el cuerpo y siento la necesidad
de quitarme el vestido. Pero no me atrevo a levantar la cabeza porque
sé que si lo hago voy a ver doble, me voy a marear más y voy a
echar toda la comida. ¿Qué me sucede?
-¿Estás
bien?-pregunta quien creo que debe de ser Beetee.
-No
mucho-contesto.
-¿Quieres
que traiga agua?
-Sí,
y algo con lo que abanicarme, por favor.
Al
cabo de unos pocos minutos vuelve con un vaso hasta arriba de agua y
uno de los menús. Me abanica poco a poco y bebo sorbito a sorbito
hasta que me lo bebo todo. Pero el dolor de cabeza sé que no va a
remitir y el mareo sigue en su curso. Entonces me viene a la mente
que en estos precisos momentos, en el Capitolio se están llevando a
cabo unas elecciones.
-¿Sabes
algo de eso?-le pregunto a Beetee y sé que sabrá a lo que me
refiero.
-No
mucho. Solo que está habiendo mucho revuelo y las cosas están
bastante empatadas.
-¿Crees
que nos afectará?
Se
queda pensativo y coge otra silla para sentarse a mi lado. Me mira a
los ojos, aunque yo no soy capaz de mantener mi vista fija en un
punto en concreto.
-De
alguna manera u otra. Habrá cosas buenas...-hace una pausa algo
larga para mi gusto-, y cosas malas. Aunque nunca podremos saber qué
nos deparará el futuro.
-Sea
como sea, solo deseo lo mejor para mis hijos.
Traga
saliva y asiente. Luego se coloca las gafas en su sitio y sigue
abanicándome. No dice nada más. Solo me sonríe y mira hacia los
lados, como si esperase a que apareciese alguien. Mira su reloj un
par de veces y se frota la sien.
-Katniss,
si de alguna manera, fuera quien fuese el próximo presidente de
Panem, volviesen...ya sabes, lo de antes, la situación de antes,
¿qué harías?
La
pregunta me deja algo asombrada. Ya es difícil mantener la mente
puesta en algún pensamiento con este mareo, y lo que dice solo lo
agrava más. Pero, ¿a qué se refiere con la situación de antes? ¿A
la pobreza? ¿A la opresión? ¿A la injusticia? ¿A los juegos?
-Eso
no pasará-me digo a mi misma cuando se me cruza por la mente la idea
de volver a ser mentora y la posibilidad de que mis hijos vayan y yo
no pueda presentarme voluntaria por ellos.
-Eso
esperamos todos-dice Beetee, con voz queda, pensativo, con la mente
en otra parte, como si supiera de antemano algo que yo no puedo
prever-. Sea como sea, recuerda quién eres, Katniss.
Alzo
una ceja. Esta conversación, ¿hay algo que Beetee intenta decirme y
yo no soy capaz de ver? Supongo que ahora con el mareo no veo las
cosas claras, pero la intuición me dice que debo meditar en sus
palabras, indagar más en el tema y averiguar por qué, primero
Paylor, y ahora él intentan decirme que no olvide que soy el Sinsajo.
Pero justo cuando voy a formular la siguiente pregunta, Effie aparace
acompañada de Peeta. Antes de preguntarme si me pasa algo o no, me
abraza.
-Gracias,
gracias mil veces. ¡Una casa! No sé cómo os lo voy a poder
pagar-entonces me acuerdo de su regalo y esbozo una sonrisa.
-Creo
que todos estos años son más que suficientes-contesto.
-¿Estás
mejor?-me pregunta Peeta acercándose.
La
verdad es que algo mejor sí que estoy, aunque no se me pase del
todo. Me traen otro vaso de agua que no tardo en beber de nuevo y me
siguen abanicando, así un rato, mientras conversan e intentan hacer
la esperar de que me recomponga menos pesada. Hasta que, por fin, el
mareo desaparece, puedo ver bien, y las nauseas casi se van por
completo.
Peeta
acompaña a Beetee para hablar con Enobaria, Annie y Johanna de algo
importante pero de lo que aún no me puedo esperar. Otra sorpresa
más. Me siento mal por no haberle preparado nada a él. Effie sigue
acompañándome, contándome la reacción de Haymitch y los problemas
que han tenido con el cuadro. Entonces, mientras bebo otro sorbo de
agua, veo en una mesa sentado a Gale y sé que debería hablar con
él.
-Effie,
¿te importa si voy un segundo con Gale?
-En
absoluto, así sé que estarás bien.
Camino
hacia él lentamente, no quiero que por ir más deprisa me de otro
ataque y entonces estropee el reencuentro. La verdad es que en el
fondo no espera que viniese, al fin y al cabo es mi boda. Con Peeta.
Y eso que le dije que ni me casaría ni tendría hijos. Bueno, puede
que en ese momento nunca hubiese imaginado el giro de los
acontecimientos.
-¿Te
apetece un baile?-le pregunto sobresaltándolo.
-Hola,
Catnip- saluda al darse la vuelta.
Me
río. Hacía tanto tiempo que no escuchaba “Catnip” que hasta
casi se me había olvidado su significado. Lo miro a los ojos y
sonrío. No ha contestado a mi pregunta. Aunque sé por las ojeras,
los ojos hinchados y esa mirada que está roto por dentro y me siento
mal.
-Así
que no quieres que bailemos-me cruzo de brazos-. Ten en cuenta que
odio bailar y no haré dos veces la misma propuesta.
-Cla...claro
que quiero un baile-se levanta de la silla y me tiende la mano.
-¿Cómo
estás?-pregunto mientras me agarro de su brazo y caminamos hacia la
pista de baile.
Sé
que mal. No hace falta que diga nada porque en sus ojos veo el
reflejo de sus sentimientos y sé todo lo que siente, todo lo que
piensa. Demasiados años a su lado, demasiados recuerdos y tormentos
hemos pasado juntos como para no saberlo. Me he casado con un hombre
que no es él. Que en el fondo sé que odia y además fue a él mismo
al que le negué casarme algún día y tener hijos. Y por extraño
que resulte, siempre que se me cruzó por la mente estar con alguien
fue, de alguna manera, Gale.
-Bien-dice-.
Echaba de menos todo esto.
Y
no sé por qué pero ahora me siento la persona más vulnerable del
mundo mundial. Le abrazo, enroscando mis brazos en su cuerpo y
apoyando mi cabeza en su hombro. Sé que le he hecho daño y me odio
por ello, pero no puedo quedarme con los dos.
-Perdóname.
Siento mucho que no fueras tú- musito y sé que esto le hace más
daño todavía así que sollozo levemente, sin venir a cuento. Él me
rodea con sus brazos y lo hace más difícil todavía. Pero hay algo
que nunca podré olvidar, algo que cuando mire a Gale a los ojos se
vendrá a mi mente de forma inmediata. Me separo de él y susurro-:
Prim.
-Lo
siento-admite-, siento mucho lo de Prim. Fue mi culpa. Katniss, no me
odies por eso.
-No
te odio, Gale, pero...-aparto mi mirada de la suya y vuelvo a
abrazarle.
-Sé
que nunca podrás volver a mirarme a los ojos sin que Prim acuda a tu
mente, Katniss. Y de verdad que lo siento, pero no puedo hacer nada.
-Lo
sé-afirmo-, quiero volver a atrás pero es imposible- y es
totalmente cierto porque no hay manera posible de volver al pasado, y
si hubiera forma...
No
decimos nada más. Nos integramos en el baile, aunque ahora voy mucho
peor de lo que lo hacía con Peeta. Con mi marido he bailado ya
muchas veces pero no es así con Gale, Y, aunque antes su cuerpo, sus
manos y todo lo que es él, me parecía conocerlo a la perfección,
ahora no puedo decir lo mismo.
-Nuestros
hijos han ido a explorar-dice.
-¿Qué?-me
separo un poco de él porque no entiendo lo que dice.
-Acabo
de verlos irse por allí-señala el bosque y miro hacia allí-.
Tienes unos hijos preciosos, Catnip.
-Oliver
también lo es-sonrío sé que me lo va a reprochar.
-Dijiste
que no ibas a tener hijos-me recuerda.
Hago
una pausa y me remonto a aquella conversación, justo la mañana
antes de que el nombre de mi hermana saliera en la cosecha y yo
ocupara su puesto. Me pierdo en los recuerdos, cierro los ojos y
sacudo la cabeza. Gale asiente como si me diera su aprobación.
-Las
cosas son distintas-digo-. Nada es como lo imaginé hace años.
-¿Peeta?-pregunta
al instante.
-Todo-afirmo
y quiero darle a entender que no es sólo por Peeta. Es que ha
acabado la opresión, es todo lo que hemos vivido, la muerte de Prim,
y sí, él.
Nos
movemos al ritmo de la música. No comprendo nada. No debería
sentirme culpable por haber roto lo que un día le dije a él, al
igual que no me debería sentir mal por haberme casado con Peeta
sabiendo sus sentimientos. Yo no amo a Gale. Puede que un día mi
corazón pudiese andar algo confundido, pero ya no es el caso. Por
mucho que Gale quiera volver al pasado ya es imposible. Yo no soy
Katniss Everdeen, aquella chica que solo quería hacer sobrevivir a
su familia. Y él no es más mi mejor amigo, mi compañero de caza, el
chico con el que me desahogaba. Y no vivimos en los mismo días, ni
en las misma condiciones. Y, por supuesto, él no ha sobrevivido a
dos Juegos intentando salvar la vida de otro. Nunca ha podido ver
desde el punto de vista de un vencedor, así que es imposible que
sepa lo que siento y pienso. Es imposible que comprenda cuánto he
cambiado.
Los
recuerdos de ambos Juegos, la rebelión, mi transformación en el
Sinsajo, la muerte de mi padre, los tiempos en que éramos amigos y
tantas vidas que arrebaté, me transportan a un estado mental
temporal en el que solo quiero llorar y llorar, así que lo abrazo
antes de que sea demasiado tarde. Coloco mis manos alrededor de su
cuello y lo siento demasiado cerca. Él me coge por la cintura con
fuerza, atrayéndome hacia él.
-Hay
algo que quiero decirte, Catnip- me pilla de improvisto y no soy
capaz de contestar-. Es sobre nuestro pasado. Sobre nosotros- intento
zafarme de sus brazos por no quiero que me confunda, que me líe ni
que me diga nada más acerca del pasado, pero me agarra con fuerza y
termina por pegar nuestros cuerpos-. Tengo que despedirme, déjame
hacer eso. Después te prometo no volver a hablarte jamás de esto-
asiento con la cabeza y acerca sus labios a mi oído lo que hace que
me extremezca-. Si te digo que no has sido la única en ocupar mi
corazón en toda mi vida, mentiría. Quizá nunca lo dije de esta
forma, quizá no luché demasiado por ti, pero...te amo, y eso no se
puede cambiar. Sé que ya no tengo posibilidad, pero quiero que lo
sepas. Puede que hayamos cambiado, pero no tiene por qué acabar así.
Siempre me tendrás aquí-pone su mano sobre mi pecho justo donde
está el corazón y pronto comienza a palpitar con más fuerza-.
Siempre me has tenido, siempre. Desde el momento en que llegaste a mi
alma- hace una pausa-. Te conozco como a nadie y no quiero
reconocerlo, pero temo haberte perdido. Nunca olvidaré cada momento
a tu lado, cada sonrisa que me has dedicado o cada vez que nuestras
manos se rozaron involuntariamente. Te he visto llorar, reír,
luchar y amar. Tu fuerza es lo que me hacía fijarme en ti. Tus ojos
y tu forma de ser-le abrazo con más fuerza para que pare porque las
hormonas se me disparan y comienzo a sollozar-. Quería ser el padre
de tus hijos-confiesa y cierro los ojos con fuera. Peeta es su padre,
siempre lo he querido, ya incluso en la segunda arena fantaseé sobre
ello porque se lo merecía más que Gale-, quería casarme contigo. Y
sigo queriendo serlo. Serlo todo para ti-deja de hacer presión sobre
mi pecho y baja su mano hasta encontrar la mía. Entrelaza nuestros
dedos y se aparta para mirarme a los ojos-. Te quiero, Katniss. Te
echaré de menos. Perdóname por no haber luchado lo suficiente.
Sé
que se está despidiendo pero no sé que decirle. No quiero herirle
más. No quiero decirle que lo siento mucho pero no puedo aceptar su
disculpa por el simple hecho de que nunca se lo exigí, ni lo quise.
No hay nada que pueda decirle que soliviante su pesar. Nada. Me mira
a los ojos buscando una respuesta, seguramente en ellos, pero lo
único que va a encontrar son unas ganas inmensas de llorar y el no
saber qué contestar.
-Lo
siento-dice de nuevo.
Sacudo
la cabeza y cierro los ojos. Luego intento formar un sonrisa, pero me
tiemblan los labios y cuando abro los ojos de nuevo, no puedo evitar
derramar más lágrimas. ¿Qué me pasa? No puedo controlar mis
sentimientos, me mareo cada dos por tres y estoy más que cansada. Y
supongo que todo ese cúmulo de cosas y tantos recuerdos juntos hacen
que durante un momento quiera besarle. Un último beso, como
despedida para siempre. Pero no puede ser. Solo estoy confundida y
aturdida por todo un poco. Abro la boca para decirle un montón de
cosas sin sentido cuando una voz me detiene.
Una
voz que por su tono sé que trae malas noticia, una voz que conozco
bien.
-Estamos
en peligro-es la frase de Paylor. No necesito nada más.
Miro
a Gale y nuestros ojos se encuentran. Mis hijos, Finn y el suyo están
en el bosque. Peeta con los invitados. Todos los invitados. Todo.
Como si nos leyéramos la mente, él corre a por los chicos y yo
corro como puedo para encontrar a Peeta. Cuanto antes. Paylor va en
silla de ruedas aunque está mucho mejor de cuando la vi. Me dice
algo mientras lucho por encontrar a mis conocidos, pero cuando veo
sus expresiones sé que ya lo saben.
Effie
desaloja la Pradera. La fiesta iba a durar más, hasta que fuera de
noche y se encendieran los farollilos. Hay invitados que deciden
quedarse un poco más. Pero nosotros no podemos perder el tiempo.
Peeta me abraza con fuerza mientras intento asimilar la información.
Aunque llega de tantas partes, de tantas bocas que apenas si consigo
entender lo siguiente:
las
elecciones no han traído nada nuevo. Todos políticos corruptos y
tiranos presentándose, la gente sin saber a quién votar. Miedo en el
Capitolio. Escenas cortadas. Revueltas en distritos, en las calles
del Capitolio. Informaciones que llegan al 13 no muy buenas. Cosas
que no puedo comprender. Algo que en mi mente no existe. Algo que me
he obligado a olvidar, a desechar, a rechazar, a olvidar y a no
entender jamás.
Pero
Haymitch, que me lee el pensamiento y los sentimientos, se adelanta
a todo el mundo y los hace callar. Sabe que solo necesito una frase
para comprenderlo todo. Y esa frase llega acompañada de un frío
silencio.
-Venganza,
Katniss, venganza.
me encanta de verdad!! pobre katniss pobre gale!!! que pasara?? volvera haber juegos?
ResponderEliminarbufff... para cuando el siguiente??? es que me encantaaaa