sábado, 29 de junio de 2013

Capítulo 12

La ex presidenta se gira y me mira a los ojos directamente. Yo me cruzo de brazos y le devuelvo la mirada, esperando una explicación. Cada vez que doy un paso más y los segundos transcurren, más me doy cuenta del complot que ha habido en alguna parte. El Capitolio no ha cambiado, es cierto. Los edificios destruidos parcialmente durante la revolución fueron reconstruidos y de los que no quedaba ni un sólo ladrillo, fueron destinados a sedes, parques públicos y tiendas de lujo. Sin embargo esta parte apenas fue tocada, por lo que todo sigue igual. Pero algo me dice que Paylor no ha hecho ese comentario refiriéndose a la arquitectura. Creo que es algo más profundo, y, como no, estoy implicada.
-Katniss, será mejor que tus hijos vayan a descansar y si tienen hambre, que pidan lo que sea y se lo llevarán a sus dormitorios- me dice ella, sin dejar de apartar la vista de mí.
-Effie-, giro la cabeza lo suficiente para ver a nuestra acompañante por encima del hombro y mirar de reojo a Sarah- asegúrate de que comen y duermen. Los necesito fuertes.
Ninguno de los tres afectados en mi mandato protestan y Effie los dirige con delicadeza a sus habitaciones. La mía será ahora la de mi hija y la de Peeta pasará a ser la de Jaden. Nosotros fuimos los últimos en usarlas, y, si todo sale como espero, después de esto nadie jamás volverá a sentarse sobre su cama y llorar por lo que se le viene encima.
-¿Qué haces aquí, Paylor? - le pregunto tajantemente.
-Me alegro de verte con energías, Katniss, porque las vas a necesitar. Sentaos.
Haymitch es el primero en hacerle caso, seguido de Cinna, pero Peeta y yo permanecemos de pie e intercambiamos una mirada antes de sentarnos lentamente, midiendo cada movimiento.
-¿Por qué estás aquí?- ahora es mi marido quien habla, poniendo toda la concentración en Paylor.
-Para ayudaros en todo lo que me sea posible- contesta cruzando una pierna sobre la otra y juntado sus manos, justo como hace cuando va a soltar un discurso-. Katniss, Peeta, lo primero es pediros perdón. Perdón porque le he fallado a muchas personas y vosotros sois los primeros. Vuestra boda sirvió de distracción mientras, bueno, mientras el nuevo presidente accionaba el botón de la bomba- algo que en cierto modo ya sabía, pero procuro no enfadarme y Peeta me agarra la mano con fuerza-. Lo cierto es que nunca pudimos frenar las ansías de venganza.
>>Los primeros años el ambiente estaba muy caldeado. Casi que no podía confiar en nadie y tenía que tener mucho cuidado. Después de los Septuagésimo Sextos Juegos del Hambre, en los que metimos a esos veinticuatro chicos capitolinos, sus familias fundaron el Gremio. Usaron como tapadera una serie de cadenas de producción de joyas en el Distrito 1, con una pequeña sede aquí en el Capitolio, justo delante de mis narices. August era uno de los ministros de mi partido, y, creedme, nunca supuse que nos traicionaría. Él era una promesa para el Gremio, veían en la figura del nieto de Snow la esperanza para resurgir, de ser su propio Sinsajo.
>>Yo desconocía su parentesco con Snow. De hecho, el presidente tiene más hijos y nietos que ocultó, excepto a la que llevamos a los últimos Juegos. ¿Podéis imaginar cuanto odio contenido? Estamos ante un serio problema. Tengo gente de confianza a salvo en el 13 y los pocos que tenía aquí, están en prisión. August comenzó todo este proceso hace tres años, cuando comenzaron a construir el estadio de esta nueva primera Arena. Sabíamos que pasaba algo extraño, pero lo tenían tan bien organizado, planificado y escondido que nos ha sido imposible saberlo hasta que ya era demasiado tarde.
>>Tengo información sobre un complot de venganza desde hace unos meses. No obstante, no teníamos la menor idea de la Arena, ni de los Juegos, aunque lo sospechamos, sí. Seguimos investigando mientras August daba pasos agigantados. Mató a nuestro antiguo presidente, lo asesinó. Luego se encargó de mí. Quería matarme, pero soy un hueso duro de roer, aunque casi me hunde. Intentaba aniquilar a todos aquellos que somos una amenaza para él. Sin embargo, cuando yo no morí, se tuvo que frenar. ¿Por qué? No podía arriesgarse a volver a fallar y así abrir una investigación dura contra él. Teníamos demasiadas pruebas y conmigo aún viva todo se le hacia más complicado. Así que se conformó con lo que ya había hecho y se aseguró de que ganara las elecciones de la manera más limpia posible. Queda lejos de limpio todo su trabajo, pero ha tenido colaboradores importantes en cada momento y para lo que él requiriera.
>>Katniss, si a ti no te ha intentado matar es porque sabe que acabando con lo que más amas, te derrotará. August desea que sufras. Quiere verte tan acabada, tan tocada, tan hundida, que con esa imagen en la cabeza ya se siente vencedor. Cree que va a ganar, que lo va a conseguir, que lo logrará. Aunque, no cuenta con que yo jamás me rendiré en mi labor de llevar a Panem por el buen camino, y además, él no te conoce, pero yo sí. Hay que frenar esta locura, no podemos permitir que empiece de nuevo. Hay que detenerlo. Y sé cómo hacerlo, pero necesitaré la ayuda y la plena colaboración de todos vosotros.
>>Lo bueno de todo esto, es que encender los ánimos entre la población será fácil si llegamos a necesitarlo. August ha metido en el bote al Capitolio y al Distrito 13, los cuales jamás han participado, y, aunque quince años son muchos, la gente sabe lo que había. El nuevo presidente se las ha ingeniado muy bien. Los hijos de los Agentes de la Paz no entran en el sorteo nada más que una vez cada dos años, y los hijos de los ministros y gente que le ha estado apoyado en toda su campaña, así como los de los miembros del Gremio, tienen asegurado que sus nombres nunca serán impresos en una papelito y metidos en una urna. Cree que con esto es suficiente, pero se equivoca. Olvida que los gobiernos absolutistas jamás han funcionado y esta vez tampoco lo hará. Voy a acabar con él, pero necesito ayuda, y vosotros sois mi espada más poderosa y afiliada. La cuestión es si vais a luchar.
Me tomo un tiempo para reflexionar. Primero tomo aire, despacio, y aprieto la mano de Peeta. Hace unos minutos que me dedico a mirar un punto fijo en la alfombra, mientras todas la palabras de Paylor se me agolpaban en la cabeza de manera rápida. Lo único que se me viene a la mente es cómo no me lo ha dicho antes. Cómo nadie ha sido capaz de decirme que algo estaba pasando mientras yo nadaba en un océano profundo en el que me creía a salvo cuando en realidad el agua no hacía más que subir de nivel hasta el punto de estar ahogándome.
Miro a Paylor desafiante. Ella asiente con la cabeza desaprobándose así misma, pero con la esperanza de que me una a su batalla. Después dirijo mi mirada a Haymitch que sigue perdido en alguna parte de sus pensamientos, para seguir hacia Peeta que asiente en cuanto mis ojos se funden con los suyos.
-No te mentiré-comienzo a decirle a Paylor-, estoy descontenta contigo y con mucha gente, pero ya no se puede volver a atrás-. Trago saliva y me froto la manos con cuidado-. Paylor, si acepto retomar la figura del Sinsajo y volver a luchar, es por mis hijos, no es por nada más. Ya he perdido suficientes seres queridos por esta causa, y esta vez prometo no perder a nadie más.
-Lo entiendo- responde ella-, lo entiendo. Al igual que August tiene su propia venganza, para algunos es tiempo de la suya.
Se refiere a mí, obviamente. Sabe mejor que nadie, incluso que Peeta, el odio interno que tengo hacia el resto del mundo por la muerte de mi hermana. Sólo mi madre nos sobrepasa a las dos en eso. Paylor no sólo perdió a mi hermana, me perdió a mí por un tiempo y a muchos ciudadanos para siempre. Mi madre supo afrontar ese duro golpe de manera que se hizo más fuerte mientras yo me consumía en la habitación dónde Sarah debe estar ahora mismo y más tarde en mi casa en la Aldea de los Vencedores. Pero nadie tiene tantas ansias de venganza como yo. Me he ido alimentando de ese fuego abrasador por mucho tiempo. Creo que nada me ha mantenido tan viva como pelear por mi hermana y por mis hijos.
-Estoy con Katniss, pero pongo una objeción- miro a Peeta sorprendida, frunciendo el ceño-, al menor peligro que veamos, nos retiramos.
-Por supuesto- consiente Paylor.
-Supongo que a mi me toca la parte de proteger a los dos, ¿verdad?- pregunta Haymitch tras un largo suspiro-. De hecho, Katniss, no he dejado de hacerlo. Paylor se ha echado todas las culpas con respecto a todo esto, pero yo también tengo que ver.
Está claro; Haymitch ha sabido tanto como Paylor, y él seguro que ayudaría a no contarme nada. Es su manera de protegerme. Siempre lo ha hecho así y después de tantos años debería haberme acostumbrado. Ocultarme la realidad es la mejor manera de mantenerme a salvo.
-Beetee y yo hemos estado hablando hace un rato, aunque en verdad sólo hemos terminado de concretar un plan que, Katniss, tú has ideado.
-¿Yo?- pregunto mientras siento todas las miradas clavándose en mí.
-En efecto-. No había escuchado el ascensor bajar y volver a nuestra planta, así que no he podido deducir que Beetee vendría a vernos-. Katniss, el 13 planeaba sacar a los tributos de alguna manera de la nueva Arena, aunque no sabíamos cómo, hasta que tú nos lo pusiste en bandeja.
-El plan es sencillo- retoma la palabra Paylor mientras Beetee se sienta a su lado y Effie aparece caminando con cuidado, como si no quisiera despertar a alguien. Yo me quedo mirándola porque quizá no pueda escuchar lo que vayan a decir, pero la ex presidenta me saca de dudas-: no te preocupes, está con nosotros.
-Prestad atención- advierte Beetee posando las codos sobre sus rodillas y poniendo la cabeza entre sus manos-. Tenemos el apoyo absoluto del 13 y ya he hablado con ellos con respecto a esto. Un aerodeslizador pilotado por Plutarch se camuflará y os dejará a ti, Katniss, y a Peeta en la Arena cuando el baño de sangre haya finalizado. Esa es vuestra parte, entrar, correr, encontrar a vuestros hijos, convencer a todo aquel que podáis y volver al punto indicado, que en cuanto tengamos el mapa del estadio, diremos. Mientras tanto, Annie, Gale, Johanna y yo nos haremos con el control de la Sala de Vigilantes. No será tan complicado como parece. El Vigilante Jefe está de nuestra parte. Es un íntimo amigo de Paylor que conoce el plan y que sin duda nos ayudará. Mandará a cuatro vigilantes fuera, nosotros, con ayuda de Enobaria y otros rebeldes del 13, los dejaremos fuera de combate, y entonces entraremos. Se supone que esos cuatro vigilantes se parecerán a nosotros en cuanto al físico, y, he aquí nuestro amigo Cinna, va a prepararnos unas máscaras que se amoldarán a nuestras pieles como si fueran las de ellos, las de los vigilantes. Seremos prácticamente irreconocibles.
Así que, según ellos, es cuestión de un aerodeslizador, cuatro vigilantes y unas máscaras. Parece fácil, pero no tienen en cuenta los peligros diversos que pueda haber en la Arena y que todo el mundo nos estará viendo, así que será fácil mandar a un escuadrón de Agentes de la Paz y sacarnos de ahí en un abrir y cerrar de ojos.
-¿Cuál es el propósito de que entréis en la Sala de los Vigilantes?- pregunto.
-Necesitamos tener el control de la Arena, que nadie os haga daño, o si lo hacen, que sea el menor posible, que no os maten, ¿entendéis?
-Eso dará igual. En cuanto nos vean aterrizar, August...
-Katniss, no os van a ver llegar, vamos a intentar daros el mayor tiempo posible- me interrumpe Paylor-. Vais a grabar una propo, el 13 se encargará de que haya un fallo eléctrico general y en cuanto la luz vuelva, que será justo cuando vosotros esteis pisando la Arena, ese vídeo saldrá a la luz. No dudará mucho, pero lo suficiente para que corráis a refugiaros. Las cámaras no recogerán vuestra llegada, Panem os estará viendo, pero sólo lo que esté grabado. No podemos hacer nada en cuanto esteis allí, únicamente intentaremos presionar a August, hacerle daño de alguna manera. Puede que el 13 ayude con un grupo entrenado, pero no podremos frenarlos sin luchar.
-Y, por supuesto, entraréis con armas de sobra y un equipo que nos mantendrá en contacto todo el tiempo- añade Beetee.
Es bastante información para asimilar. Ellos parecen muy convencidos de poder conseguirlo, pero yo no puedo permitirme el lujo de no dudar y de confiarme del todo. August ha puesto seguridad por todas partes, así que sin una muy buena ayuda del 13 no podremos conseguirlo, puede que incluso ni por esas. Además, si llegamos a lograrlo, si salvo a mis hijos y a otros tributos y volvemos, ¿adónde exactamente volveríamos? Salir del Capitolio en ese mismo aerodeslizador sería un suicidio pues cuando August descubriese cómo entraríamos en la Arena, se encargaría de no dejarnos salir. ¿Cómo lo haríamos? ¿Huiríamos al 13? Si salvo a más tributos, su mentores correrían peligro. Son demasiadas cosas que tenemos que planear en pocos días.
Me levanto algo mareada, miro a todos los presentes, pero al final me concentro en Paylor. Creo que será mejor resolver las dudas mañana y meditar en todo este plan. Además, tengo que hablar con Peeta al respecto. Sé que no le hace gracia que yo esté involucrada, pero a mi tampoco me hace gracia que él exponga su vida como lo va a hacer.
-Creo que hay cosas que pulir, pero estoy cansada y debo dormir lo suficiente para enseñar a mis hijos cómo defenderse. Paylor, puedes contar conmigo por ahora, pero cuando Sarah y Jaden estén fuera de peligro, me retiraré.
La aludida asiente con la cabeza y Peeta me coge de la mano para llevarme a mi habitación. Como somos demasiados y hay un número limitado, compartiremos el dormitorio. Me tumbo en la cama, sin quitarme la ropa ni los zapatos y mi marido se sienta a mi lado. Por sus ojeras y su mirada cargada de dolor y angustia sé que está tan afectado como yo. El problema es que él no expresa sus sentimientos como yo lo hago. Me acerco a Peeta y me incorporo para frotarle la espalda.
-Todo saldrá bien, ¿verdad?
-Claro-respondo, aunque no muy convencida-. Todo saldrá bien, ya lo verás.
-Katniss, no puedo perderlos- se da la vuelta para mirarme a los ojos-. Y a ti menos.
Me echo en sus brazos y cierro los ojos rodeando su cuello con los míos.
-No vas a perderme. Paso de ese rollo típico de hasta que la muerte nos separe.
Se queda callado durante un rato, pensado en alguna contestación para lo que he dicho, y cuando creo que se ha rendido en su búsqueda, me aparta de él y me mira a los ojos. Los suyos están llenos de lágrimas.
-Algún día uno de los dos morirá y...
Freno sus palabras con un beso. No estoy dispuesta a oír que verdaderamente la muerte acabará separándonos. Queda mucho para eso, así que no es algo de lo que tenga que preocuparme. Además, no soportaría tener una discusión de ese tipo. Necesito al Peeta fuerte, a ese que vela por mi, que hace que las pesadillas desaparezcan. Aunque quizá el también necesite a esa Katniss que de vez en cuando se deja ver. La fuerte, la que es capaz de darle en el ojo a una ardilla con una flecha. Ambos nos necesitamos fuertes para cuidar el uno del otro y que todo salga bien.
-¿Sabes?- se despega de mis labios-. No hemos podido tener una noche de bodas en condiciones.
El comentario me hace bastante gracia, así que comienzo a reír, mirándolo a los ojos azules, hasta que él también ríe y entierro mi cara en su pecho. Nuestra noche de bodas, por así decirlo, pasó hace tiempo, pero en otras circunstancias, la hubiésemos repetido como si fuera la primera vez. A lo mejor podríamos hacer un esfuerzo y tenerla ahora, pero no me parece bien teniendo a nuestros hijos con la soga al cuello a unos metros de nuestra habitación, así que vuelvo a besar a Peeta de manera dulce y me acomodo entre sus brazos.
-Te prometo que cuando pase todo esto, te daré la mejor noche de bodas que puedas haber imaginado.
-Katniss, no hace falta que...
-Te lo prometo- repito-. Te la mereces.
Cierro los ojos cuando Peeta comienza a acariciarme el pelo y empiezo a susurrar una vieja canción hasta que noto que mi marido se queda profundamente relajado y dormido. Me levanto y me desvisto, me pongo la parte de arriba de un pijama y me dirijo al baño antes de acostarme. Al mirarme al espejo, veo el reflejo de la Katniss fuerte, aquella que le prometió a Prim regresar al 12 con vida. Me echo agua en la cara y vuelvo a mirarme.
-Vamos a hacerlo. Nada nos detendrá- le digo a mi reflejo y acudo de nuevo a los brazos de Peeta, donde me quedó dormida en cuestión de segundos.

Effie hace su ritual habitual como despertador bien temprano por la mañana. Cuando abro los ojos, juro que acababa de dormirme hace tan sólo unos minutos, pero por desgracia, han sido pocas las horas de sueño que he tenido y no me han permitido descansar lo suficiente.
-Bien, ahora que sois mentores, tenéis que ver los Juegos de manera distinta. No sólo tenéis que estar despiertos antes que vuestros tributos, debéis salir ahí fuera y hacer amigos.
Patrocinadores. ¿Seguirán siendo capitolinos, como antes? ¿La gente de los distritos se animará a dar grandes sumas de dinero con el propósito de que sus favoritos tengan lo mejor y ganen? ¿Cómo puede haber personas que después de todo vayan a apostar? Aunque, es cierto, necesito encontrar a alguien que quiera patrocinar a Sarah y a Jaden. Puede que después de todo no sea realmente difícil. Todo el mundo me conoce y puede que vean a mis hijos como promesas dentro de la Arena.
-Está bien- hago un terrible esfuerzo por levantarme mientras me quito legañas de los ojos con los dedos-. Ya vamos.
Effie descorre las cortinas de nuestra habitación y una claridad sorprendentemente artificial me termina por despertar y entrecierro los ojos intentando acostumbrarme a la luz. No tengo ni idea de qué hora es, y no sirve de nada que una pantalla te muestre un cielo que realmente no existe.
-Tu madre está en el salón, esperando a que vayas. Creo que tiene algo importante que decirte.
Mi madre. Pestañeo varias veces. Ni me acuerdo de la última vez que la vi. Puede que fuera en el vagón, pero de ser así, ¿dónde ha estado durante todo este tiempo? Sea como sea, sacudo a Peeta para despertarlo y luego me visto dentro del cuarto de baño. Al salir, contemplo la puerta cerrada del dormitorio de Jaden y mis manos comienzan a temblar. Está ahí, dormido. Quién sabe si ha tenido pesadillas esta noche, quien sabe si ha corrido a dormir junto a su hermana porque temía que el miedo lo arrastrara con él. Mi pobre hijo, tan inocente, tan pequeño.
Tomo aire con dolor en el pecho y lo expulso lentamente. He de ser fuerte, si cosas como ésta me derrumban, no podré luchar al cien por cien.
Hay dos avox, inmóviles, en el salón. Me sorprende que todavía siga habiéndolos, aunque, algo me dice que durante el gobierno de Paylor éstos eran libres y, ahora, con August, han vuelto a ser las ratas del Capitolio. A decir verdad, ya no puedo echarle las culpas al Capitolio. No puedo decir que todo lo malo lo hacen ellos, ya que es August ,y su panda de delincuentes. Algún día, si logro tenerlo delante de mis narices, prometo no tener piedad.
Mi madre está sentada en un sofá de cuero, con la vista centrada en la pantalla de televisión de última generación, dónde está la repetición del desfile de anoche.
-El número de los caballos fue algo espectacular- comento, ya que justo está la escena de mis hijos en pantalla y unos comentaristas interpretan cada escena con mucho entusiasmo.
-Sí. Cinna siempre sabe renovarse y hacer las cosas mejor cada año. Es un portento- me mira con una sonrisa triste en los labios y me invita a que me siente a su lado-. Recuerdo cuando tu hermana y yo vimos tu primer desfile. Ambas creíamos que iríais de mineros o desnudos, como en otros años. Sin embargo, cuando aparecisteis con esa capa de llamas y cogidos de la mano las dos soltamos una enorme exclamación y nos pusimos a gritar vuestros nombres- se seca una lágrima perdida y me enseña su caja de dientes en una sonrisa ahora más alegre, pero cargada de dolor-. Tu hermana estaba muy orgullosa de ti. No paraba de gritarme lo feliz que era al verte así de bien. Ella sabía que ibas a ganar, a cada paso que dabas, ella lo tenía más claro que nadie. Siempre creyó en ti, y siempre te vio como su modelo a seguir- solloza al recordar a mi hermana y yo me acerco a ella para abrazarla con mucha fuerza.
-Todos deberíamos sentirnos orgullosos de ella y tenerla como un modelo a seguir- musito, apunto de estallar en lágrimas también.
-Si la hubieses visto mientras te veía en pantalla. Sus ojitos azules tenían su propia llama. Cuando sonreías, ella lo hacía. Cuando te hacías una trenza, ella te imitaba. Prim se acostaba todas las noches deseándote fuerzas, suerte, dándote las gracias por presentarte voluntaria y diciéndote lo mucho que te quería. Cuando Peeta y tú empezasteis con todo ese rollo de parecer que erais los trágicos amantes del Distrito 12, ella, aunque sabía que no estabas enamorada de él, suspiraba y me decía que acabaríais juntos de verdad.
-¿Cómo sabía que íbamos a ganar ambos?- pregunto dejando escapar una risita.
-Bueno, ella decía que tú eras demasiado cabezona como para dejarlo morir, y como para quedarte en la Arena, así que o salíais los dos, o podrían hacer un reality de supervivencia en pareja.
Suelto una gran carcajada y mi madre hace lo mismo. Nos abrazamos tan fuerte como podemos, dándonos fuerzas la una a la otra mientras ambas, cada una por su lado, recordamos momentos entrañables con la pequeña Prim. Siempre nos hacía sonreír, y, por lo que veo, aún tiene ese poder. Ella siempre era tan despierta, tan cariñosa, tan pura y verdadera. Prim me conocía mejor que nadie.
-Mamá, ¿crees que seguiría viva si no me hubiese presentado por ella?- me tiembla la voz al soltar todas esas palabras, que han ido tan juntas como si estuviesen pegadas con pegamento. Una pregunta, que, en verdad, siempre me he hecho.
-Katniss-, me acaricia la mejilla al separarse de mí y me mira a los ojos de manera tierna-. Prim jamás hubiese hecho daño a nadie. Se hubiese dedicado a curar a los heridos, a buscar comida para todos y a hacer una gran hoguera para reunir a todos los tributos y tratar de convencerlos de que se hicieran amigos y ninguno manchara sus manos.
-Sí, esa es una alternativa. Pero, y si hubiese decidido luchar, y si hubiese sido lo bastante lista como para esconderse y dejar que los otros se mataran, ¿seguiría viva?
Mi madre se encoge de hombros. Nunca sabremos la respuesta. Bien es cierto que Prim hubiese optado por la forma más pacífica de hacer las cosas, o hubiera huido lo más lejos posible, llorando, sin ningún arma y sin saber qué hacer. Quizá ni hubiese sobrevivido al primer día. Si me presenté voluntaria por ella era porque sabía que era imposible que ella regresase si yo casi me veía con cero posibilidades de ganar.
-Lo único que sé, hija mía, es que de las dos, la única que sabía defenderse, la que podía sustentarse y usar un arma, eras tú. No debes echarte las culpas por nada, ni pensar que de haber hecho o no haber hecho alguna cosa, ahora ella podría estar viva. Todo sucedió de una manera, y nadie podía haber aventurado lo que iba a pasar.
Me quedo callada. En parte es una alivio que alguien tan grande como tu madre te dé estas palabras tan tranquilizadoras. A diario me he echado las culpas de su muerte, he buscado formas distintas de cómo podía haber hecho tal o cual, he pensado cómo podía haberlo sabido de antemano, e incluso he creído que si yo me hubiese dejado morir en los Juegos, nada de lo ocurrido posteriormente hubiese pasado. Pero también es verdad que Prim podía haber salido otro año, tras mi muerte, y haber corrido la misma suerte.
-La echo mucho de menos- susurro.
Mi madre coge mi cabeza y la entierra en su cuello, asintiendo. Ella también lo hace.
-Katniss, procura no culpar a Gale, o a Plutarch. Ellos no tienen la culpa.
En parte sí, y eso es algo que jamás podré olvidar y que no cambiará por mucho que lo desee. Plutarch va a ser una pieza importante para toda esta aventura que Paylor ha organizado, así que tengo que portarme bien con él. En cuanto a Gale la cosa es diferente. Suelo cambiar de parecer conforme transcurren los días y últimamente que lo estoy viendo más de la cuenta, me creo capacitada para perdonarle del todo, pero sé que quedará un pequeño hueco en mi interior que me alertará, que me dirá que él ayudó a preparar esas bombas.
-Puede que estés en lo cierto, pero de no haber fabricado las bombas, Prim estaría viva.
-No podemos cambiar el pasado, es algo que he aprendido al final de todo, pero sí que podemos hacer que el futuro sea mejor. Gale está vivo y no puedes torturarle. Si da la casualidad de que muera pronto y tú no lo hayas perdonado del todo, te vas a arrepentir.
Frunzo el ceño. Mi madre no solía pensar de ese modo. Llego a la conclusión de que ha cambiado en todo este tiempo. Antes apenas hablábamos, no nos decíamos cosas como estas. Ella actuaba por su cuenta, y yo por mi lado. Sin embargo, por mucho que me cueste admitirlo, tiene la razón. Si aparto de mí a ciertas personas y las pierdo, ¿de qué serviría mi enfado y mi odio? Gale no es mi enemigo.
-Hablaré con él- anuncio tras un largo suspiro-. Cambiando de tema, Effie decía que querías verme por algo en especial.
Mi madre se reclina en el sofá, y en cuestión de segundos recupera el semblante amable y cariñoso, ese que hacía tantos y tantos años que no veía. Se agacha hacia abajo y saca un maletín de debajo del sofá.
-Te dije que te haría unas pruebas al llegar al Capitolio. Voy a sacarte sangre, la analizaré y dentro de dos días tendré los resultados- hace una pausa mientras saca el material necesario-. Ya me han informado sobre lo que vais a hacer. No estoy de acuerdo, y por mi parte no tienes mi aprobación, pero eres tú la que decide por tus hijos. Espero que no sea nada grave, Katniss, porque podrías poner tu vida en serio peligro.
Suelo hacerlo. Es algo habitual exponerme al peligro, pero no digo nada, sólo le tiendo el brazo derecho y dejo que haga su trabajo. No tengo ganas de discutir, ni de explicar todas las razones por las que hago lo que hago o pienso lo que pienso. Además, necesito todas las fuerzas para concentrarme en lo que viene.
Cierro los ojos al notar la aguja dentro de mi piel, succionando un poco de mi sangre. Una de las muchas desventajas de participar en unos Juegos del Hambre es que, al salir con la victoria en tu mano, la sangre cobra cierto sentido angustioso y doloroso. Es una sensación rara, es como evadirse un segundo a la Arena y ver una de las muertes que presenciaste de nuevo, sólo con ver un poco de ese líquido rojo. Por ello, procuro no abrir los ojos de nuevo hasta que mi madre guarda el bote dentro del maletín.
-Volveré con los resultados-me dice y me da un beso en la frente-. Sé fuerte, Katniss. No dejes que esto te venza.
Sacudo la cabeza y medio sonrío. Rendirse no es precisamente una de mis características y ahora que es cuando más necesito luchar, no lo voy a hacer. Mi madre se levanta y se dirige hacia el ascensor para marcharse al hospital. De nuevo he olvidado por preguntarle acerca de ese novio suyo capitolino, pero supongo que la próxima vez tendré esa oportunidad.

-Katniss- oigo la voz de Haymitch a mi espalda, así que me giro para poder verle. Detrás de él están mis dos hijos, frotándose los ojos-. Prepárate, el juego ha comenzado.

2 comentarios:

  1. Hola!!!!!
    Al fin has vuelto.
    Llevo mucho tiempo esperando este capitulo y me ha encantado.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡Hola!
      Sí, ya era hora :)
      Gracias por comentar, ya sabes lo importante que me es saber las opiniones de los lectores :3

      Eliminar